ESTRATEGIAS HABITACIONALES Y DESIGUALDADES URBANAS EN EL GRAN CÓRDOBA (2003-2015)
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- Publicado el Miércoles, 10 Agosto 2022 17:54
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ESTRATEGIAS HABITACIONALES Y DESIGUALDADES URBANAS EN EL GRAN CÓRDOBA (2003-2015)
Evangelina Ferrari
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Investigadora responsable del Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades “María Saleme de Burnichón”
Universidad Nacional de Córdoba (CIFFyH-UNC)
Resumen: Exponemos los resultados de la investigación “Apropiación diferencial del espacio urbano residencial: reproducción social y estrategias habitacionales en el Gran Córdoba, 2003- 2015”. [1] Dicho proyecto indaga las estrategias de apropiación del espacio urbano residencial de las familias cordobesas en el marco de la posconvertibilidad. El trabajo tuvo como objetivo, desde una perspectiva relacional de lo social, analizar las clases sociales a través de la construcción del espacio social cordobés y el análisis de entrevistas en profundidad a referencias de hogar.
Palabras clave: estrategias habitacionales; clases sociales; espacios urbanos; espacios sociales; desigualdad, Gran Córdoba; sentidos vividos, apropiacion espacial.
ESTRATEGIAS DE VIVIENDA Y DESIGUALDADES URBANAS EN LA GRAN CÓRDOBA (2003-2015)
Resumen: Exponemos los resultados de la investigación "Apropiación del espacio residencial urbano: reproducción social y estrategias habitacionales en el Gran Córdoba, 2003-2015". [2] Este proyecto investigó las estrategias de apropiación del espacio urbano residencial de las familias cordobesas en el marco de la posconvertibilidad. Dicho tuvo como objetivo, desde una perspectiva relacional de lo social, analizar las clases sociales a través de la construcción del espacio social cordobés y el análisis de entrevistas en profundidad con referentes domésticos.
Palabras clave: estrategias habitacionales, clases sociales, espacio urbano, espacio social, desigualdad, Gran Córdoba, sentidos vividos, apropiación espacial.
Aportes para la aprehensión de la reestructuración urbana y la reproducción de las desigualdades.
Los estudios urbanos hacia la década del `70 del siglo XX analizaron a la ciudad latinoamericana desde los fenómenos tales como la primacía urbana, la informalidad laboral y habitacional, y la polarización social entre centros consolidados y periferias pobres. Todos estos se plantearon como productos de la articulación de los procesos desarrollados en el marco del modelo de industrialización por sustitución de importaciones (Borsdorf, 2003). La migración interna, el rápido proceso de urbanización, el crecimiento de una clase trabajadora “informal y la expansión de las viviendas populares y asentamientos “irregulares” en las periferias se plantearon como los principales elementos que dieron forma a la ciudad fordista. En esa línea, la ciudad evidenciaba un crecimiento a partir de anillos concéntricos, cuya gradiente socioeconómica desde el centro a la periferia evidenciaba una estructuración espacial excluyente (Segura, 2014).
No obstante, en el marco de los procesos de apertura económica y globalización hacia fines del siglo XX, las grandes ciudades latinoamericanas se reconfiguraron en términos estructurales, funcionales y territoriales con un sesgo principalmente privatizador (de Mattos, 2010). Esta dinámica de reproducción profundizó la lucha por la dominación y la apropiación del espacio urbano con tendencia a la atomización de los espacios de reproducción cotidiana y la reducción del espacio público. Dicha racionalidad espacial sobreimprimió en el patrón de la ciudad segregada una ciudad fragmentada organizando el territorio en torno a múltiples subcentralidades o insularizaciones con fuertes impactos en las relaciones socioespaciales (Borsdorf, 2003; Janoschka, 2002). La acentuación de las desigualdades y de la polarización social se manifestó en áreas residenciales segregadas, de elites o populares, en los mercados diferenciados de consumo y la degradación y revalorización de áreas por parte de los capitales financieros e inmobiliarios.
En este marco, nos preguntamos si es posible construir herramientas para el estudio de una trama cada vez más compleja como lo es la de la reproducción de las desigualdades socioespaciales. En este sentido, es valioso el planteo de Segura al advertir que “además de la distribución de las residencias en el espacio urbano, se deben analizar los desplazamientos y las interacciones sociales” (Segura, 2012; 106). Es decir, que una vía es concebir a la segregación/fragmentación más allá de sus dimensiones locacionales y económicas y articularla con las prácticas y representaciones que vinculan los fragmentos urbanos.
Siguiendo los planteos de la Teoría Relacional de lo Social, buscamos comprender las relaciones entre estructuras y agentes partiendo de un objetivismo provisorio con la construcción del espacio social cordobés como campo de juego o luchas. De esta manera la ciudad, en tanto espacio socialmente producido y reproducido, es el campo en el cual los agentes sociales, según el volumen de capital que disponen, se posicionan de manera desigual y, por lo tanto, se disponen a luchar por su dominación y/o apropiación [3]. El acceso, el goce y el beneficio que representa la cuidad están condicionados por reglas objetivas de juego determinadas por quienes buscan dominar dicho espacio. Sin embargo, estas estructuras son internalizadas tanto por éstas como por los dominados, orientando sus estrategias y sentidos puestos en juego en dicha disputa desigual (Bourdieu, 1990a y 1993).
Por ello, comprender el conjunto de prácticas y representaciones vinculadas a las de reproducción espacial junto a los procesos de reconstrucción urbana en Córdoba nos plantea diversificar y complementar fuentes y técnicas de recolección y análisis de datos.
Nuestra metodología de construcción estuvo conformada por una instancia objetivista y otra cualitativa. En su dimensión objetiva, consistir en captar la estructura a través de la construcción del espacio social o campo donde se posicionan las distintas clases de agentes. [4] Para ello, se aplicó conjuntamente métodos factoriales y de clasificación, tomando como base la información captada por la Encuesta Permanente de Hogares con periodizaciones correlativas a los ciclos de vida familiar ya la trayectoria habitacional de los agentes entrevistados (Ver figura N°1).En este sentido, las clases sociales son construidas como “el conjunto de agentes que ocupan posiciones semejantes y que, situados en condicionamientos semejantes y sometidos a condicionamientos semejantes, tienen todas las probabilidades de tener disposiciones e intereses semejantes y de producir, en consecuencia , prácticas y tomas de posiciones similares” (Bourdieu, 1990: 284). De esta manera, los principios que definen ese espacio social son el volumen y la estructura del capital que poseen las familias, en el marco de un sistema de relaciones fundado en la distribución desigual de esos recursos (económicos, culturales, sociales y simbólicos). Esto fue articulado con el relevamiento y análisis de otros datos tales como la valorización del suelo, las normativas oficiales, los emprendimientos inmobiliarios y de servicios para lograr una visión de conjunto que nos llevó a abordar las incidencias económicas, culturales, sociales y simbólicas de la reconfiguración territorial y que conforme la estructura objetiva. Al interior del espacio social cordobés se identificaron cuatro grandes clases: clase alta dominante (CAD); clase media dominada (CMd); clase media dominante (CMD); y, clase baja dominada (CBd) con sus dos fracciones (Ver figura N°1 y figura N° 2 ).
Figura N°1 : Diagrama del espacio social cordobés, 2011
Fuente: Elaboración del grupo de investigación con base en la EPH-Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC)
En su dimensión subjetiva, buscamos captar los sentidos vividos (Bourdieu, 1991) y las prácticas concretas que esos agentes han puesto en marcha en sus trayectorias mediante la realización de entrevistas en profundidad a 43 referencias de hogar (RH en adelante).Las áreas temáticas de las entrevistas buscaron reconstruir las trayectorias individuales y familiares que pudieran ser representantes de cada clase y sus fracciones. Para el caso del hábitat, el instrumento de entrevista se confeccionó con una serie de categorías que apelaron a las dimensiones materiales y simbólicas de la apropiación espacial. Se indagaron las trayectorias habitacionales propias y de la familia de origen, tanto de los RH como de las de sus cónyuges, y también los modos de acceso a la vivienda y los sistemas de tenencia. Asimismo, se incorporen temas relacionados con las actividades barriales y extrabarriales, las condiciones y modos de movilidad, y las valoraciones y afectos construidos en torno al mismo espacio barrial. Dentro de las primeras se contemplaron las de consumo, ocio (artísticas, deportivas, etc.), educación, servicios de salud y las relaciones de vecindad. En cuanto a las valoraciones y afectos se indagaron los aspectos negativos y positivos percibidos sobre el barrio por los RH.
Figura N° 2: Composición de las clases del espacio social cordobés.
Fuente: Elaboración del grupo de investigación con base en la EPH-Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC)
Aproximación a las prácticas y sentidos de familias del Gran Córdoba.
La localización y la posición que los agentes ocupan en el espacio físico no son meros contornos de la acción (Giddens, 1995). Por lo contrario, son dimensiones constitutivas de la misma. La relación entre el lugar ocupado en el espacio social y la apropiación espacial remite a una doble dimensión: el acceso desigual al espacio urbano y el espacio urbano como dimensión que impacta en la (re)producción de la desigualdad.
Hemos analizado desde una perspectiva relacional las distintas estrategias y capitales que las clases, constitutivas del espacio social cordobés, ponen en juego en vistas de la reproducción social del hábitat. Sin embargo, las estrategias habitacionales solo cobran sentido si son articuladas con las estrategias laborales, educativas, tecnológicas, entre otras, que conforman el conjunto de las estrategias de reproducción social insertas en un campo de luchas y de posiciones diferenciadas. Presentamos a continuación el análisis transescalar de una serie de entrevistas representativas de cada clase desde las dimensiones: a) Localización en la estructura urbana- acceso a la vivienda-régimen de tenencia; b) Actividades barriales- extra barriales y representaciones del barrio.
Las prácticas y sentidos de las familias del Gran Córdoba.
A lo largo del análisis cualitativo de las entrevistas identificamos diferentes estrategias de apropiación del espacio urbano relativas a las prácticas de acceso a la vivienda, a los usos, y a las representaciones en y sobre el espacio de residencia, insertas en múltiples dimensiones y con una marcada inversión de capital económico y capital social.
En cuanto a la tríada localización en la estructura urbana- acceso a la vivienda-régimen de tenencia las distintas clases recurren a estrategias habitacionales condicionadas por la división social del espacio que estructura al Gran Córdoba y por sus habitus materializados en la localización de la vivienda en el entramado urbano y en las actividades de consumo que realizan. Si bien se observaron prácticas de consumo que se circunscriben al espacio inmediato, la baja oferta económica de las zonas periféricas redunda en la recurrencia a otros espacios que poseen mayor concentración de servicios reproduciendo la jerarquización espacial al interior de la ciudad.
Por ejemplo, las familias pertenecientes a la CAD se ubican en su mayoría en zonas pericentrales que cuentan con una infraestructura urbana consolidada, con vías de acceso rápidas a la ciudad y gran oferta de servicios, y otros casos se ubican en la zona periférica en el cuadrante noroeste en urbanizaciones cerradas (Capdevielle, J. y García, 2017) (Ver figura N° 3). A su vez, el régimen de tenencia presenta homogeneidad ya que todos los casos se constituyen en propietarios de sus viviendas, pero sus modalidades de acceso entran en relación con las diferentes y múltiples estrategias familiares vinculadas con la capacidad para movilizar distintos recursos económicos, culturales y sociales (Ibíd.):
“(...) entonces ya accedimos a un crédito hipotecario, de un banco, del HSBC, yo tengo un amigo que trabajaba ahí en el banco, y que me dijo “Pero, sacate un crédito hipotecario”, “No, mirá”, “No, te lo consigo, blablabla”, y bueno, hizo una serie de gestiones ahí, yo fui a firmar y me lo dieron al crédito”. (José: 46 años, abogado, Prosecretario en un Juzgado, Barrio Juniors)
“(…) Bueno, en realidad tuve como algunas opciones, oportunidades de trabajo que me permitieron hacer ahorro, y en una buena época de… porque el dólar estaba uno a uno, y una compraba… (...) En este caso, fue como que mi propio trabajo fue generando como los ahorros. Y en esto me fueron ayudando mis padres también, porque yo alquilaba un lugar, y me ayudaban también. Y entonces bueno, es como que una podía contar con el respaldo para el ahorro”. (Andrea: 58 años, directora de un Instituto terciario. Barrio Nueva Córdoba)
Figura N° 3. Localización de los barrios de pertenencia de los entrevistados de la CAD. Ciudad de Córdoba (Argentina).
Fuente: Elaboración propia sobre mapa base de Catastro Municipal de Córdoba
Por otro lado, la CMD, en su primera fracción, en todos los casos se ubica en barrios cercanos al centro de la ciudad de Córdoba con características similares a la clase anteriormente mencionada (Ver figura N° 4).
En cuanto a las estrategias de acceso al hábitat, se encuentra, en primer lugar, la adquisición de la propiedad de sus viviendas en una trama relacionada a la trayectoria residencial de la familia de origen, sea heredando la casa natal o autoconstruyendo sobre la residencia de sus padres (Valdés, Capdevielle, Fernández, y Ferrari, 2017):
“Sí, esta casa siempre fue de nosotros, de la familia. Nunca fue alquilada. Accedimos a través de un plan de vivienda. A partir de este plan de vivienda, poco a poco se fue haciendo la casa, se fue remodelando, se fue modificando”. (Marta: 57 años, Barrio Maipú II)
En segundo lugar, se encuentra la propiedad de la vivienda mediante crédito hipotecario y ahorros propios. En este caso su trayectoria residencial se relaciona con la acumulación de capital cultural y económico que ha posibilitado el acceso por ingresos propios.
“Accedí a la vivienda con un crédito hipotecario y con ahorro propio. Tengo escritura… en realidad cuando firmé la compra, firmas el préstamo hipotecario y la transferencia, hasta que no termine de pagar el crédito no tengo la escritura definitiva” (Viviana: 43 años, Barrio Observatorio).
En último lugar, quienes han accedido al hábitat por medio del alquiler de departamentos se trata de mujeres divorciadas con hijos a cargo que residen también en barrios adyacentes al área central.
En cambio, las familias pertenecientes a la segunda fracción de esta clase acceden a la vivienda –en su mayoría, departamentos de propiedad horizontal– en barrios vistos como espacios de residencia “deseados” por distintas razones. Uno de los más importantes, remite a consideraciones laborales vinculadas con la accesibilidad al lugar de trabajo. En algunos casos, la distancia puede ser menos importante que la longitud del trayecto y la disponibilidad de transporte. En otros, se remite al fácil acceso a distintos tipos de servicios que la zona ofrece:
“[…] una de las cosas que yo necesitaba era que el colectivo que me llevara a la empresa quedará cerca. Como yo trabajo camino a Monte Cristo […] buscamos un departamento que quede, o sea o alguna casa que quedará en el camino del recorrido de la empresa [de transporte]” (Martín: 26 años; barrio General Paz).
Por otro lado, la CMd en su primera fracción presenta una diversidad de prácticas de acceso a la tierra y a la vivienda como son el alquiler, el préstamo familiar, la compra y la autoconstrucción a través del endeudamiento o planes estatales. Aquellas familias que compraron el terreno y construyeron su vivienda a través del endeudamiento, ya sea con bancos y/o particulares o a través de planes estatales -principalmente el Programa de Crédito Argentino del Bicentenario para la Vivienda Única Familiar (PROCREAR)-, comparten un universo de sentidos en torno al sacrificio y al esfuerzo que dicho proceso implicó (Valdés, 2017):
“[…] tuvimos que sacrificarnos un montón o evitar comprarnos otras cosas, no sé… salidas, esos gastos que viste vos decís tengo ganas de ir a comer algo y vos decís no, no se puede. No hay plata para eso”. (Héctor, 34 años; barrio Villa Serrana)
Por su parte, la segunda fracción pareciera marcar mejores condiciones objetivas para el acceso a la propiedad de la vivienda que los agentes de la fracción anterior, ya que en su mayoría son propietarios. Las estrategias recurrentes para obtener la “casa propia” es a través del crédito, ahorros o mediante arreglos familiares entre padres e hijos en la obtención del terreno y/o la casa. Los entrevistados dan cuenta de la diferencia entre la situación inicial de acceso a la vivienda, sea la construcción o la habitación y las ampliaciones realizadas con el tiempo (Ibíd.). En algunos casos, las ampliaciones se desarrollaron como estrategias de captación de ingresos a través de la renta de una parte de esas construcciones, por lo cual valor de uso y valor de cambio aparecen complementados.
“Y… tiene… ambientes tiene… 1, 2, 3, 4, 5, 7. Más los, más los dos baños y un lavadero, 7… y ponele 10 ambientes. Pasa que, que vos haces casas… arriba no existía, ni arriba ni… ni… ni una piecita en el fondo. Vos vas agrandando…” (Ricardo: 55 años, Camionero, barrio Cabo Farina)
“Esta vivienda… Yo vendía gas en esa época y el banco Credicop me dio para, en su época, para construir. De ahí hicimos ocho locales. Y después de esos ocho locales dejamos cuatro locales e hicimos dos departamentos. Y esos los tenemos: cuatro locales y dos departamentos” (Norberto, 66 años, barrio Ayacucho.)
Figura N° 4. Localización de los barrios de pertenencia de los entrevistados de la CMD y CMd. Ciudad de Córdoba (Argentina)
Fuente: Elaboración propia sobre mapa base de Catastro Municipal de Córdoba
Finalmente, las familias entrevistadas de la CBd en su mayoría ocupan localizaciones periféricas respecto a la trama urbana consolidada, fuera o muy cerca del anillo de circunvalación, con bajas estructuraciones sociales insertas en áreas con similares características socioespaciales. A su vez, un caso se ubica en un barrio pericentral con baja estructuración social y dos en barrios pericentrales con alta estructuración social sometidos a importantes procesos de renovación, refuncionalización, y elitización. Por último, un caso se encuentra en una localidad de la Región Metropolitana Córdoba que presenta graves deficiencias en infraestructura y equipamientos urbanos, carece de dinámica económica propia y es altamente dependiente de la ciudad central (Ver figura N° 5). Pero, al mismo tiempo, ofrece ventajas para sus habitantes por su cercanía a la capital (abastecimiento y trabajo) y por el costo accesible del suelo y de la vivienda; estas razones la posicionaron en un centro receptor de población de menores ingresos,[5] fundamentalmente provenientes de la ciudad de Córdoba.[6]
Hemos identificado diferentes estrategias de apropiación del espacio urbano relativas a las prácticas de acceso a la vivienda y a los usos del espacio de residencia, insertas en múltiples dimensiones y con una marcada inversión de capital social. Si tomamos en consideración el ciclo de vida familiar y su ligazón con la movilidad residencial momento de formar pareja, se define un trayecto residencial que, recurrentemente en la CBD, se apela al alquiler:
“[se casó ¿y a dónde fue a vivir?] Y, primeramente, acá (se refiere al barrio donde vive actualmente). Después me fui a vivir a una villa porque realmente no podía pagar alquiler, o sea fui un tiempo a Villa Revol, pero no, no podía” (Danilo: 55 años, B° Jardín)
Podemos constatar que la respuesta para cubrir la necesidad habitacional se debate entre el deseo y las reales posibilidades para concretarlas. La forma de tenencia de la vivienda (propiedad, alquiler formal o informal, préstamo, etc.) es abordada en la medida en que favorecen o no la movilidad residencial, siendo los inquilinos los más propensos a cambiar su lugar de residencia (Di Virgilio,2007; Del Río, 2012; Cravino, 2008). En esas trayectorias residenciales se pudo observar las dificultades para acceder y/o mantenerse en una vivienda adecuada en el/los primeros trayectos, los relatos dan cuenta de fuertes situaciones de carencias:
“[¿Ustedes desde que se casaron empezaron a vivir acá?]… nos prestaron, una pieza allá en Los Gigantes. Ahí nos prestaban una piecita, después yo me hice un ranchito con madera…no, hemos pasado las de Caín… Fuimos a Calera y ahí nos prestaron, bueno me dieron un trabajo en calera que me lo habían pintado tan bonito todo y fui allá y hemos sufrido cosas, y a los dos años me volví. De vuelta a la casa, a armar de vuelta la piecita esa…” (Guillermo: 51 años, B° Liceo II)
La tenencia por propiedad para la CBd es casi una quimera, teniendo en cuenta las posibilidades materiales de los hogares y las condiciones macroestructurales que operan en detrimento de su consecución. En una primera aproximación, la condición de propietario/a del RH se relaciona con su ciclo de vida familiar; de tal manera que frente a la disolución del vínculo familiar de la primera generación (fallecimiento del/los progenitores) se accede a la vivienda propia vía herencia:
“[¿Es propietario de la casa ahora?] Era de mi mamá, o sea, Carlos [padrastro] puso prácticamente todo a nombre de ella…cuando…vinieron los parientes de Carlos y me la quisieron quitar me resguardé por las dudas…” (Danilo: 51 años, pintor de obra, barrio Jardín)
Asimismo, el capital social aparece como recurso alternativo al que apelan las familias pobres para enfrentar sus necesidades -habitacionales, en este caso- y está ligado a los recursos que pueden reunirse a través de las redes de relaciones estables[7].
Así, a través del relato, podemos identificar redes simétricas tales como las redes de intercambio diferido intergeneracional, que une a familias pobres entre sí, de dos generaciones diferentes, en un sistema de dones y contra-dones diferidos. En la cual la mujer-madre es la principal productora y distribuidora de diferentes tipos de bienes y al hijo/hija y su familia los principales receptores (Mandrini, Capdevielle y Ceconato, 2010):
“cuando estaba vivo mi viejo y nos dio una pieza... que digamos... al fondo que levanté yo y después bueno, falleció mi viejo y mi vieja tomó otra decisión … y me dio más lugar a mí y a mis hermanos, porque somos cinco hermanos nosotros (…) e hicimos unas divisiones (…) digamos tengo como un departamentito, no está terminado... no tengo divisiones de pieza ni nada, tengo la pieza mía y la de mis hijos nada más” (Darío: 34 años, barrio Villa Alberdi)
Frente a las dificultades habitacionales, advertimos la recurrencia de vivienda/terreno compartido con familiares y, por lo tanto, capacidad para incidir en la forma de ocupación de la vivienda con espacios refuncionalizados o adaptados y/o la densificación del predio habitacional. En muchos de los casos, se impone el hacinamiento.
En el acceso a la vivienda también encontramos redes sociales asimétricas como los intercambios que unen a las familias pobres con no-pobres. Es el caso de la obtención del terreno mediante cooperativa de vivienda (Gutiérrez, 2004):
“…yo compré ahí en Barrio Cooperativa el Progreso. Hice la casa y viví (…) a mi ex señora le correspondía un terreno por ser hija, porque a los socios de antes le correspondía un terreno” (Omar: 44 años, barrio Deán Funes)
Dado el perfil de la CBd en su segunda fracción, se registran estrategias que procuran aumentar los recursos del hogar mediante la obtención de materiales de construcción en desuso y la autoconstrucción. Se trata de una práctica que involucra un gran esfuerzo y que no está exenta de dificultades producto de la discontinuidad de la ocupación del RH.
Figura N° 5. Localización de los barrios de pertenencia de los entrevistados de la CBd. Ciudad de Córdoba
Fuente: Elaboración propia sobre mapa base de Catastro Municipal de Córdoba.
Actividades barriales- extra barriales y representaciones del barrio.
Estas dimensiones se ligan, en primer lugar, a las trayectorias de los agentes dentro de ese espacio y en menor medida con lazos de vecindad o redes de reciprocidad. Las valoraciones positivas se basan en aspectos relativos a la seguridad o tranquilidad, percibiendo su alteración como producto de agentes externos o como parte del pasado (Ver figura N° 6). El barrio es el espacio de articulación de las condiciones macro y micro estructurales, que condiciona las prácticas y representaciones de los agentes, y construye identidades en torno a él.
Con relación a los sentidos vividos las familias de la primera fracción de la CAD remarcan como aspectos positivos la facilidad de acceso a los servicios y al trabajo, así como también la permanencia en un barrio “tradicional:
“(...) lo positivo (del barrio) es la cercanía al centro, y la verdad que nunca me puse a pensar, yo vivo acá porque viví en el barrio cuando era chica, viví toda mi vida acá. (…) Por supuesto lo más positivo que tiene es la cercanía con el centro y por lugar de trabajo y por todos los accesos que tenemos”. (Silvana: 60 años, Camarista, barrio Jardín).
“(...) yo me mudé ahí para estar tranquilo, para estar feliz”. (Antonio: 65 años, Propietario de una concesionaria de camiones, barrio cerrado Altos del Chateau)
En cambio, como aspectos negativos mencionan la inseguridad (Capdevielle y García, 2017). No obstante, destacan como aspectos positivos la seguridad que garantizan las urbanizaciones cerradas y la accesibilidad a una variedad de servicios que convierte al barrio en una “ciudad al interior de la ciudad” (Ibíd.).
Los referentes de hogar de la CMD comparten un conjunto de representaciones en torno a lo que constituye un buen lugar para vivir relacionadas con cierto sentido de “comunidad”, de “familiaridad” entre los vecinos, y a su vez evidencian una valoración positiva de los servicios públicos y de la oferta comercial de la zona:
“El barrio para mí tiene todos aspectos positivos. Porque es un barrio relativamente lindo, diríamos. De gente trabajadora. La mayoría, gente de trabajo. Eh… Está ubicado en una zona muy cerca del centro; muy cerca, diríamos, de un área verde. Tiene un buen sistema de transporte… O sea, no le veo nada negativo, nada negativo”. (Iris: 43 años, barrio Observatorio).
Más allá de este “ideal de barrio”, evidencia la posibilidad de vincular las estrategias de acceso a la vivienda con las trayectorias de los agentes y con sus historias “hechas cuerpos”. En este sentido, la inclinación por ciertos tipos de viviendas y de entornos residenciales constituye una especie de “herencia familiar” incorporada al habitus de los agentes. En cuanto a las actividades que realizan los RH se destacan aquellas que refuerzan el capital social y el sentido de pertenencia a la comunidad:
“[…] como yo cuando era chico, en mi lugar de donde soy, todo el mundo te saluda. Por ejemplo, las tres cuadras que yo camino desde que me bajo del colectivo hasta que voy a mi casa, siempre ves la típica, la señora mayor regando las plantitas, y todos te saludan: “hola”, “hola”, y yo ni los conozco, porque aparte no estoy en todo el día. Pero viste, uno saluda y te saludan… es lindo”. (Nahuel: 25 años; barrio Cofico).
En cuanto a la CMd, los entrevistados mantienen fuertes lazos afectivos con sus lugares de residencia que se manifiesta en la valoración del barrio y las relaciones de vecindad. Los servicios y equipamientos emergen como aspectos positivos. El tema de la inseguridad aparece como un problema, sin embargo, en sus representaciones es transversal al conjunto social y no al barrio en particular:
“Y…es tranquilo…bah, era, porque ahora no tenés tranquilidad en ningún lado ¿viste? Pero medianamente bastante tranquilo. Y…no hay tantos robos, tantos ruidos así que te alteran. Bastante tranquilo”. (Antonio: 64 años, Jardinero, barrio Quintas de Arguello)
Asimismo, la dotación de artefactos preventivos en las viviendas se presenta como barreras frente a los potenciales peligros exteriores. Sin embargo, algunos RH rescatan la idea de comunidad y cercanía con sus familiares como paliativos a los aspectos negativos del barrio.
Con respecto a las actividades barriales y extra-barriales encontramos que las y los RH realizan aquellas relacionadas con el trabajo y el consumo, por sobre las de ocio y esparcimiento:
“F: Me decías que sos muy de la casa y el trabajo, pero ¿durante el fin de semana no realizas alguna actividad dentro del barrio? Club, iglesia, centro de salud, compras periódicas…
L: Y si compras sí. Lo cotidiano de un hogar, pero después otras cosas no”. (Laura: 64 años, barrio Cofico)
“E- (…) ¿Y sos de realizar actividades acá dentro del barrio o no tanto, como la escuela, iglesia?
H- No, no, cero actividades [Risas].
E- ¿Cero actividades en el barrio o en ningún lado?
H- No, no, me dedico a mí trabajo nomás.”
(Marina 64 años, empleada, barrio Quintas de Arguello)
Por su parte, las actividades tanto barriales como extra-barriales realizadas por la CBd ponen de manifiesto la primacía de aquellas relacionadas a las actividades laborales del RH por sobre las del ocio o esparcimiento, teniendo mayor preponderancia en la 2º fracción:
“[¿Qué hacés dentro del barrio?] Compras, trabajo, por supuesto. Todo trabajo (...) [¿actividades recreativas?] poco y nada”. (Rafael: 29 años, carpintero, barrio Zumarán)
“Y yo ahora prácticamente no estoy, porque vengo de trabajar y ando para acá, voy a buscar los chicos, hasta hace un tiempo estuve haciendo remis en el auto porque tenía que rebuscarla, hasta hace un tiempo (...) y si no, pero es raro que salga. Está bien, tengo los amigos ahí, pero... es raro que esté afuera. Si salgo un ratito, a lavar el auto o estar un rato, a fumar un pucho algo” (Arturo: 27 años, albañil, barrio General Mosconi)
Ante la pregunta sobre los aspectos positivos y negativos del barrio, los RH priorizan en sus primeras respuestas el tema de la “seguridad” en el conjunto de representaciones. Como afirma Kessler (2009: 72) “el temor al delito no es privativo de ninguna clase social” y, aunque no se aborda el tema como problemática de la investigación, no se pueden soslayar los relatos que aluden al tema como parte constitutiva de la vida cotidiana y la “tranquilidad” como atributo del barrio. En este sentido, los/las entrevistados/as aluden a la seguridad como ausencia de delito en el lugar, pero sin dejar de referirse al mismo como una problemática general o que ya fue superada en su zona:
“Para mí es muy tranquilo, yo siempre viví acá, para mi es tranquilo…” (Mima: 62 años, barrio General Paz)
“…y ahora se ha calmado mucho, antes te digo hubo una época que no se podía estar, pero hoy en día este re tranquilo el barrio [y ¿por qué decís que no se podía estar?] Y… había mucho robo mucha junta en la esquina, se corría la… porque donde estamos nosotros a tres cuadras esta la villa. Y entonces se corría mucho, después vino el barrio del frente y los del barrio en donde estoy yo querían hacerse valer a los que venían nuevos. Entonces por ahí había mucho enfrentamiento muchas cosas y no podías estar en la calle…y ahora está mucho más tranqui” (Arturo: 27 años, barrio Gral. Mosconi)
El sentido de pertenencia por los años de residencia se manifiesta en los relatos con representaciones positivas que, en algunos casos, no se dejan de relacionar con la seguridad. Así, las alusiones a las problemáticas del barrio son relatadas como temas menores, se minimizan situaciones que se enuncian entre otras cuestiones, tales como “hay aguas servidas en la calle”, “cuando se inunda no pasa el colectivo”.
En síntesis, se manifiesta en la CBd fuertes lazos afectivos con sus lugares de residencia, fundamentalmente para los que tienen mayor tiempo en ellos, es decir ligados a la propia historia de los agentes. No se han podido detectar estrechos lazos de vecindad y la seguridad es percibida como problema ajeno al barrio.
Figura N° 6. Valoraciones de los y las RH entrevistados/as
Fuente: elaboración propia en base a las entrevistas realizadas.
Conclusiones
El conjunto de transformaciones implementadas en las últimas décadas ha reestructurado la relación socio-espacio-temporal en el espacio urbano. En este sentido, entendemos que es necesario plantearnos lineamientos epistémicos y herramientas metodológicas que atiendan la complejidad de la dinámica de su reproducción de manera relacional.
Observamos que la ciudad de Córdoba tiende a reproducir el patrón centro periferia con una estructuración axial que la atraviesa de noroeste a sureste. A su vez, se presentan insularizaciones que remiten a la fragmentación socio espacial principalmente en aquellos barrios revalorizados en las últimas décadas.
Dentro de esta estructura múltiple las familias pertenecientes a las distintas clases, y sus respectivas fracciones, despliegan diferencialmente estrategias habitacionales condicionadas tanto por las dimensiones que estructuran a la ciudad de Córdoba como por los habitus de cada clase y sus trayectorias familiares. En todos los casos valoran positivamente sus barrios y los lazos de vecindad, aunque no realicen actividades barriales y ni participen en la vida comunitaria en su mayoría.
En la articulación de las distintas escalas y sus variables, la CAD sostiene estrategias habitacionales que recurren a la inversión de capital económico seguido de capital social. Esto no sólo les posibilita el acceso, la permanencia y la propiedad de su vivienda, sino que les permite reproducir su idea de barrio tranquilo, habitando en muchos casos urbanizaciones cerradas con óptima cobertura de servicios públicos y vías de acceso rápido a sus lugares de trabajo, tanto en el pericentro como en la periferia.
En cuanto a la CMD, su habitus la dispone a localizarse como propietarios en zonas cercanas al centro de la ciudad de Córdoba mediante la inversión de capital económico. Sus valoraciones positivas giran en torno a la reproducción del capital social y la accesibilidad a sus lugares de trabajo al igual que la CAD.
En cambio, la CMd sólo invierte y reproduce capital económico para el acceso al hábitat y sus sentidos al respecto recurren a la idea de sacrificio y postergación. Por último, la CBd recurre al sostenimiento de redes simétricas y asimétricas y a la inversión de capital social y cultural para el acceso, la permanencia y la mejora del hábitat.
Esperamos aportar algunos lineamientos para el estudio de nuestras ciudades en la actualidad que permitan, a su vez, encontrar nuevas vías para desentrañar y revertir la reproducción de las desigualdades.
Bibliografía
Borsdorf, Axel (2003); “Cómo modelar el desarrollo y la dinámica de la ciudad latinoamericana”, en Revista Eure, Santiago de Chile, Vol. XXIX, Nº 86.
Bourdieu, Pierre. (1990b) Espacio social y génesis de las 'clases, en: Sociología y Cultura, México, Grijalbo, pp. 281-310.
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[1]Este proyecto fue dirigido por Mgter Estela Valdés radicado en el CIFFyH -UNC, y formó parte del Programa Reproducción Social en el Gran Córdoba. Estrategias familiares y dinámicas recientes, dirigido por la Dra. Alicia Gutiérrez (acreditado y subsidiado por SECyT-UNC, PIP-CONICET y FONCYT). Se insertó en un trabajo colectivo de producción, procesamiento y análisis de datos, llevado adelante en los proyectos “Las clases y su reproducción en el espacio social cordobés (2003-2013)” y “Estrategias de reproducción social en familias cordobesas: dinámicas recientes”, dirigidos por Alicia B. Gutiérrez y Héctor O. Mansilla y del que participaron Cecilia Jiménez Zunino, Julieta Capdevielle, Estela Valdés, María Laura Freyre, Manuel Giovine, Francisco Merino, Victoria Cooper, Guadalupe Fernández, Ana Antolín y Gonzalo Assusa.
[2]This project was directed by Mgter Estela Valdés based at the CIFFyH -UNC, and was part of the Social Reproduction Program in Greater Córdoba. Recent family strategies and dynamics, directed by Dr. Alicia Gutiérrez (accredited and subsidized by SECyT-UNC, PIP-CONICET and FONCYT). It was inserted in a collective work of data production, processing and analysis, carried out in the projects "Classes and their reproduction in the social space of Cordoba (2003-2013)" and "Strategies of social reproduction in Cordoba families: recent dynamics" , directed by Alicia B. Gutiérrez and Héctor O. Mansilla and in which Cecilia Jiménez Zunino, Julieta Capdevielle, Estela Valdés, María Laura Freyre, Manuel Giovine, Francisco Merino, Victoria Cooper, Guadalupe Fernández, Ana Antolín and Gonzalo Assusa participated.
[3] Para un análisis más pormenorizado de los conceptos de dominación y apropiación socioespacial véase Lefebvre, H (1969); Valdés, E.; Capdevielle, J.; Fernández, G. y Ferrari, E. (2017).
[4] Se trata de una construcción teórica que, tomando simultáneamente un conjunto de variables relativas a recursos económicos y culturales, permite dar cuenta de la estructura de las relaciones de desigualdad, caracterizar las diferentes posiciones e identificar clases y fracciones de clase como conjuntos de agentes con posiciones semejantes.
[5] El incremento intercensal 2001-2010 fue del 41% (INDEC).
[6] En Tecco y Bressan (2003) citado en Gutiérrez (2010).
[7] Se define como el “conjunto de recursos actuales o potenciales que están ligados a la posesión de una red duradera de relaciones más o menos institucionalizadas de interconocimiento y de inter-reconocimiento. Es decir, que son relativos a la pertenencia a un grupo, como conjunto de agentes que no están solamente dotados de propiedades comunes (susceptibles de ser percibidas por el observador, por los otros o por ellos mismos) sino que están también unidos por lazos permanentes y útiles” (Bourdieu, 1980).