4. Desocupación, vida familiar y redes sociales en el Gran Rosario.

UN ABORDAJE CUALITATIVO

 

María Gabriela Merlinsky
Instituto de Investigaciones "Gino Germani".

 

 

Noviembre de 1998

RESUMEN

El trabajo se inscribe en una investigación cuyo objetivo es analizar las características del contingente de desocupados del Gran Rosario desde dos perspectivas complementarias: estructural por un lado, y psicosocial por el otro. Por un lado, buscamos delinear los perfiles sociales de los grupos más expuestos y por el otro analizar los principales efectos de dicha situación en la vida social y familiar, recuperando la perspectiva de los propios actores.
En esta presentación nos proponemos ahondar en la perspectiva psicosocial. A partir del análisis de entrevistas a distintos grupos de desocupados, teniendo en cuenta sus diferencias en cuanto a trayectoria laboral anterior, género y generación, establecemos las principales dimensiones que emergen del análisis cualitativo.
Nuestra entrada al campo se dió a partir de tres "espacios sociales" diferentes. Un primer grupo de entrevistados fue contactado a partir de nuestra vinculación con un Sindicato regional, con sede en el Cordón Industrial: el Sindicato Ceramista de Capitán Bermudez, cuya rama fue particularmente afectada por despidos y cesantías por cierre de empresas.
Un segundo grupo de entrevistadas/os fue contactado a partir del Centro de Salud del barrio Santa Rosa, próximo a la localidad de Fisherton en la zona Sur de la ciudad. Se trata de un asentamiento con una importante concentración de población en situación de "pobreza estructural".
El tercer grupo de entrevistados reside en el barrio Las Flores, un asentamiento con una historia muy particular, ya que allí se originaron los saqueos de 1989. Se trata de un barrio con importante presencia de organizaciones sociales y muy activo en términos de participación comunitaria.
A partir de explorar la secuencia de episodios que dieron orígen a la desocupación analizamos la el significado de las trayectorias a la luz de la situación actual, ahondando particularmente en las primeras respuestas a nivel individual y familiar y la forma en que se enfrenta la supervivencia. Nos concentramos en este punto, en el análisis de los cambios en las relaciones al interior del grupo doméstico, donde emergen nuevos conflictos -y se reactualizan antiguas diferencias- que ponen en cuestión las identidades de género.
El bajo nivel de cobertura de las políticas públicas -que se reduce fundamentalmente a la asistencia alimentaria- agrega a la situación de exclusión social que representa en sí misma la desocupación, un alto grado de violencia simbólica, expresado en los modos en que se organiza la asistencia, las interacciones sociales que ella genera y la calidad y cantidad de los servicios prestados.
Por último, analizamos algunas diferencias cualitativas del lado de las organizaciones sociales de base territorial. En este aspecto, se observa algo muy mencionado en la literatura sobre el tema en relación a los efectos amortiguadores de las redes sociales. Exploramos algunas de las iniciativas existentes en asentamientos de clase popular.

INTRODUCCIÓN

La experiencia argentina reciente en términos de la evolución de la situación laboral de la población indica un empeoramiento de la situación ocupacional en el largo plazo (se podría decir las dos últimas décadas) y un agravamiento a partir de 1990-1991 que hace eclosión en 1995, fecha en la que las tasas de desocupación en todo el país alcanzan niveles inéditos y de gravedad extrema.
Se trata de una crisis anunciada ya que varios autores vienen alertando desde hace años acerca de la gravedad de la crisis ocupacional que enfrenta nuestro país y las tensiones que se han ido acumulando en el mercado de trabajo (Monza, 1991; Monza, 1993; Beccaria y López, 1995; Toutoundjian, 1988).
Sin embargo, pese a la gravedad del problema, todavía no observamos una preocupación de intensidad similar para desarrollar formas de abordaje que incorporen la perspectiva de los actores, especialmente los impactos que esta situación produce en los grupos domésticos, los cambios que se operan al interior de los mismos y la forma en que la emergencia del desempleo afecta las relaciones entre los miembros.
Nuestra presentación busca sondear esta problemática en una región que ha experimentado las consecuencias dolorosas de la desocupación tanto por el agotamiento de su estructura económica regional (heredada del período de sustitución de importanciones) como por la experiencia del cierre masivos de empresas así como por la baja absorción de empleo público (que suele ser un efecto contrabalanceador en períodos de desempleo). Se puede decir que la población del Gran Rosario ha sido una de las mas castigadas en cuanto al problema del desempleo y con antecedentes que se remontan incluso mas atrás de la gran recesión de 1995. Por otra parte, el hecho de que su configuración social y territorial sea tan heterogénea la hace una zona de importancia particular para explorar las consecuencias de la desocupación en grupos de perfiiles sociales diferentes.
En efecto, se trata de una de las regiones del país que tiene mayor proporción de población habitante en villas de emergencia, la mayor parte proveniente de migraciones de las provincias del norte, y a su vez, es un conglomerado que ha tenido un importante desarrollo industrial desde la década del 40, lo que ha conformado también un estrato de operarios industriales, muchos de ellos calificados y con experiencia laboral estable, quienes han experimentado la cesantía por cierre de industrias en los últimos años.
Nuestro interés se centra en explorar como se perciben a sí mismos los desocupados y los impactos que ello tiene en la vida familiar y en la destrucción o reconstrucción de redes de pertenencia. Para ello, recuperamos buena parte de la literatura de corte psicológico referida a los impactos psicosociales de la desocupación.
Sin embargo, el corte distintivo que queremos hacer se refiere al reconocimiento de los perfiles sociales de la desocupación. Ello implica que la caracterización de los grupos sociales más expuestos al problema, la definición de su perfil socio-demográfico y antecedentes laborales, es un importante recurso para poder analizar las trayectorias de estos grupos y relacionar las distintas percepciones de la desocupación, los impactos que esta situación produce en la vida familiar y en la pertenencia o recurencia a redes.
Nos parece que los diferentes modos de socialización de acuerdo al grupo social de pertenencia, las distintas posibilidades de acceso a los sistemas de protección social y redes de reciprocidad (lo que en la literatura se denomina efecto buffer) las distintas percepciones acerca del trabajo -que en definitiva se relacionan con las experiencias laborales anteriores- la diferente posición en el hogar y el momento histórico de la inserción en el mercado de trabajo tienen un papel importante en la construcción social de las percepciones en torno al problema de la desocupación y en los efectos que esta situación produce.
Nos preguntamos: ¿Cuáles son las consecuencias subjetivas del desempleo de larga duración? ¿Cómo sobreviven los desocupados y sus familias en relación a este contexto particularmente adverso? ¿qué cambios se producen en las percepciones de los sujetos en relación a como viven su situación y como caracterizan el problema de la desocupación en general?
¿Cómo afectan las distintas experiencias vitales y trayectorias laborales el proceso de "adaptación" al desempleo?
¿cuál es el rol de las organizaciones sociales y redes de intercambio local en la constitución de estrategias para enfrentar la desocupación?


QUIENES SON NUESTROS ENTREVISTADOS: LOS PERFILES SOCIALES DE LA DESOCUPACIÓN A PARTIR DEL TESTIMONIO DE LOS SUJETOS

Los veinticinco entrevistados que componen la muestra intencional fueron contactados a través de la técnica de bola de nieve -a partir de entrevistas iniciales con informantes clave-, seleccionados a partir de una muestra intencional construída a partir de los siguientes criterios teóricos:
1.Las diferencias de acuerdo a la trayectoria laboral anterior:
Esto define diferencias importantes en relación a como se percibe la situación como desempleado en tanto es distinta la ruptura de identidad que se produce entre los trabajadores asalariados estables y los trabajadores que provenían de inserciones mas inestables y con experiencia en generar ingresos por cuenta propia.
Ello también suele definir el despliegue de distintas estrategias para enfrentar la coyuntura de crisis ocupacional.
Por otro lado, un aspecto muy discutido en la literatura sobre desempleo y la evaluación de la experiencia reciente en Argentina se refiere a las características de los "nuevos ingresantes al mercado de trabajo". (Monza, 1993; Crucella, 1994; Monza, 1995; Beccaria y López, 1995; Beccaria y López, 1996; Palomino y Schvarzer, 1996)
En ese sentido la polémica se refiere a la diferente interpretación desde distintos enfoques en relación al desempleo que se origina en flujos que provienen de la inactividad. La discusión entre la interpretación del "trabajador complementario" vs "el trabajador desalentado que se incorpora al mercado" requiere ser situada en el marco de las características de la situación de los nuevos ingresantes al mercado de trabajo.
En consecuencia, teniendo en cuenta los aspectos señalados, se buscó seleccionar los entrevistados manteniendo proporciones similares de nuevos ingresantes al mercado de trabajo, ex-asalariados estables y trabajadores con anteriores inserciones inestables.

2. Diferencias en cuanto a posición de los entrevistados en la estructura familiar:
Este punto se relaciona nuevamente con las discusiones prevalecientes acerca del análisis de la experiencia argentina reciente. Por un lado se señala una mayor incidencia del desempleo entre los jefes de hogar (en relación a las tasas específicas de desocupación) (Beccaria y López, 1996), lo que sin duda tiene implicancias mucho mayores en relación al bienestar de las familias y a los impactos en la vida familiar y social.
Por otro lado, hay un aumento en términos absolutos en la composición del contingente de desocupados por parte de jóvenes y mujeres. Ello implica, probablemente la emergencia de trabajadores complementarios, pero también la situación de tener que ingresar al mercado en condiciones de mayor vulnerabilidad, en cuanto a calificación y antecedentes laborales en el punto de partida.
En consecuencia, la muestra intencional diferenció desocupados que son jefes/jefas de hogar y otros integrantes del hogar.

3.Las diferencias por género y generación fueron abordadas siguiendo los criterios prevalecientes en la literatura sobre el análisis del mercado de trabajo que tiende a diferenciar entre varones y mujeres en edad central por un lado (entre 25 y 59 años) y jóvenes por el otro (entre 15 y 24 años). Se afirma que las diferencias en cuanto a pautas de participación en el mercado de trabajo de las y los jóvenes no difieren en gran medida, en tanto las diferencias entre varones y mujeres en edades centrales son elocuentes. Lo mismo sucede con los mayores (+ de 65 años), que por su escasa representación en la PEA no se discriminan por sexo (Monza, 1993, PREALC, 1980).
Por consiguiente la muestra buscó diferenciar jóvenes desocupados, varones desocupados y mujeres desocupadas adultas y mayores desocupados.
Recuperamos entonces las distinciones prevalecientes en la literatura sobre desempleo y mercado de trabajo que analiza la experiencia reciente de Argentina, para poder contrastar los análisis mas estructurales con la experiencia directa de los sujetos y su significado a la luz de sus trayectorias vitales.
Nuestra entrada al campo se dió a partir de tres "espacios sociales" diferentes. Un primer grupo de entrevistados fue contactado a partir de nuestra vinculación con un Sindicato regional, con sede en el Cordón Industrial, cuya rama fue particularmente afectada por despidos y cesantías por cierre de empresas. Se trata del Sindicato Ceramista de Capitán Bermudez.
En este caso, pudimos realizar una primera entrevista grupal con los integrantes de la comisión directiva y algunos ex-afiliados (actualmente desocupados) que siguen concurriendo a la institución en busca de alguna forma de contención. Posteriormente, estas primeras personas entrevistadas, nos fueron facilitando contactos con distintos afiliados y adherentes al sindicato que habían perdido su empleo en los últimos años. Todas las entrevistas se realizaron en la sede del sindicato, lo que tuvo una significación especial, porque en muchos casos, estaban en medio de un conflicto gremial, se realizaban medidas de fuerza, había asambleas, etc.Esto nos permitió acercarnos de una manera bastante directa a la problemática de la organización gremial y sus estrategias frente a una situación de desempleo masivo.
Un segundo grupo de entrevistadas/os fue contactado a partir de la colaboración de las Asistentes Sociales del Centro de Salud del barrio Santa Rosa, próximo a la localidad de Fisherton en la zona Sur de la ciudad. Se trata de un asentamiento con una importante concentración de población en situación de "pobreza estructural".
Las entrevistas realizadas en dicho barrio, narran episodios de gran inestabilidad laboral, con trabajadores desalentados y situaciones de fuerte dependencia de la asistencia estatal para poder sobrevivir.
El tercer grupo de entrevistados fue contactado en el barrio Las Flores, un asentamiento con una historia muy particular, ya que allí se originaron los saqueos de 1989. Se trata de un barrio con importante presencia de organizaciones sociales y muy activo en términos de participación comunitaria. Funciona allí una coordinadora de organizaciones barriales que se reúne semanalmente en la sede de la Asociación Vecinal, para discutir y plantear distintas estrategias frente a los problemas sociales que enfrenta la población del barrio. Uno de los temas de permanente discusión era precisamente el desempleo, que junto al problema de la falta de seguridad son las temáticas mas sentidas y mencionadas en la vida diaria del barrio.
A diferencia de Santa Rosa, es un barrio más heterogéneo en cuanto al nivel socio-económico, con una mejor dotación de infraestructura urbana, casas consolidadas que coexisten con casas precarias y con una población económicamente activa que incluye asalariados estables e inestables.
En los dos últimos barrios, las entrevistas se realizaron en los domicilios de los entrevistados o en locales comunitarios. La situación de observación directa, no planeada, en reuniones comunitarias, el funcionamiento diario del comedor de la Escuela Crucero General Belgrano, las conversaciones con docentes de la escuela y miembros del Centro de Salud, nos permitió un material de observación muy rico, que también hemos incorporado en el análisis de las entrevistas.

LA EMERGENCIA DEL DESEMPLEO:
¿CÓMO CARACTERIZAN EL EPISODIO QUE DIO ORIGEN A LA DESOCUPACIÓN?

Cuando reconstruímos la situación que dio origen a la pérdida de empleo o a la búsqueda por parte de aquellos que estaban inactivos vemos que la situación no emerge inicialmente como un suceso inesperado.
Entre los que tenían una inserción laboral estable anteriormente, se menciona que ya había un período anterior con problemas de falta de pago, suspensiones, interrupción del pago de beneficios sociales, etc. Es así como el despido sobrevino a una larga cadena de episodios de crisis en el ámbito laboral. El caso de Fermín, por ejemplo, que fue entrevistado a los pocos días de ser despedido: tenía quince años de antigüedad como operario, hasta el momento del despido cobraba salario familiar y vacaciones pero llevaba un año sin obra social y dos años sin que la empresa hiciera los aportes jubilatorios respectivos. En el último año (1996) habían suspendido varias veces a los operarios efectivos, habían despedido a los contratados y en el último mes anterior al cierre de la empresa no habían podido trabajar por falta de luz y gas (ambas cortadas por falta de pago).
Refiriéndose a esta experiencia de deterioro progresivo de las condiciones laborales Fermín nos dice:

" el día siete de noviembre entramos a trabajar y se cortó la luz, nos echaban la culpa a nosotros por la falta de pago del gas y la luz...el diez de noviembre despidieron a los contratados y mandaron un telegrama de suspensión a los que estábamos efectivos, cuando volvimos la empresa estaba cerrada..."

En la mayoría de los casos no se cobra la indemnización o se cobra tarde y en forma fraccionada. Aquellos desocupados que son cesantes por que la empresa entró en un proceso de quiebra y liquidación, cobran su participación en la quiebra, en muchos casos, dos o tres años después del episodio de desempleo, con lo que la suma recibida se vuelve exigua y ya está "hipotecada" en deudas contraídas con anterioridad.
Otra consecuencia importante de la emergencia del desempleo con posterioridad a un período de deterioro de las condiciones laborales es que muy pocos desocupados están en condiciones de acceder a la prestación del Seguro de Desempleo. Como su nombre lo indica, siendo un seguro, es una suma que se acumula previamente en base a un aporte del empleador y a una contribución del empleado. Es condición para la percepción del beneficio haber cotizado al FNE (Fondo Nacional de Empleo (o al ex Instituto Nacional de Previsión Social) durante un mínimo de doce meses durante los tres años anteriores al cese de la relación laboral, período que para los contratados por agencias de servicios eventuales será de 90 días durante los doce meses anteriores. Por otra parte, es necesario solicitar las prestaciones en las formas y plazos correspondientes. Se supone que el período de solicitud no debe superar los noventa días a partir del cese de la relación laboral, y hay un período de espera de 60 días hasta poder cobrar el beneficio. (Art. 115 de la Ley Nacional de Empleo 24.013/91, título IV).
Del total de veinticinco entrevistas realizadas, hemos encontrado solo cinco cinco desocupados que cobraron el Seguro de Desempleo por períodos que iban de los seis meses al año (la duración es proporcional a la antigüedad como trabajador) y dos entrevistados que cobraron el Fondo de Desempleo de la construcción, pero que en cambio no cobraron indemnización.
En todos los casos son varones, ya que las mujeres que ingresan a la desocupación a partir de ocupaciones mas inestables no son beneficiarias, ya que el Seguro cubre a aquellos trabajadores por cuenta ajena que se rigen por la Ley de Contrato de Trabajo.
Los desocupados que son nuevos ingresantes al mercado de trabajo o que provienen de la inactividad (en el caso de mujeres que se incorporan a partir del empeoramiento de la situación económica del hogar) difieren del grupo anterior de cesanteados en el sentido de que su incorporación generalmente está asociada a la pérdida de trabajo por parte de otros miembros del grupo familiar.
En ese sentido el período de emergencia de la desocupación aparece como una zona gris cercana a la fecha en que el jefe de hogar o la cónyuge perdieron el trabajo. Suele suceder que la emergencia del desempleo de los hijos y/o cónyuges es posterior al desempleo del jefe, en tanto hay un período en que se espera que el jefe o la cónyuge logren insertarse nuevamente en otra actividad manteniendo la misma forma de organización interna del grupo doméstico.
En el caso de los jóvenes nuevos ingresantes al mercado de trabajo, una buena parte de ellos empieza a buscar trabajo a partir de la emergencia del desempleo de alguno de los integrantes adultos del grupo familiar y esto marca fuertemente la transición entre la escolaridad primaria y la secundaria.
Entre las mujeres que luego de un período de inactividad retoman nuevamente la búsqueda de trabajo por que necesitan sumar nuevos ingresos al presupuesto familiar, la emergencia del desempleo aparece más desdibujada, se menciona que se está buscando trabajo "desde hace tiempo, pero que no hay". Además de la dificultad para identificar claramente el período en que empezaron la búsqueda de trabajo también es difícil caracterizar una situación que va entre la inactividad, el "desempleo oculto" (períodos en que no buscan trabajo porque están desalentadas) y la búsqueda de empleo.
Las formas que reviste dicha búsqueda se aleja bastante de los patrones de "búsqueda activa" que suponen los censos y las encuestas de hogares. Hay semanas enteras en que se interrumpe la búsqueda de trabajo y semanas en las que se pregunta a conocidos, se va a la Iglesia a consultar del diario, se recorren las calles llamando a la puerta casa por casa pidiendo trabajo o se le pregunta y "encarga" a conocidos por si saben de algo. Hay semanas en las que se manifiesta estar a la "espera" de que salga algo y otros períodos en que se señala que no pudieron buscar trabajo porque tenían que ocuparse de problemas de salud de los niños o alguna situación de emergencia en el hogar.

CUALES SON LAS PRIMERAS REACCIONES FRENTE A LA EMERGENCIA DEL DESEMPLEO

Con respecto a como es percibida esta primera situación de quedarse sin trabajo o de tener que iniciar la búsqueda luego de un período de inactividad, también hay diferencias entre los "estables", los "inestables" y los "inactivos".
Para los estables, si bien, como decíamos antes, hubo un período anterior de empeoramiento de las condiciones laborales, que permitió en parte anticipar la situación, cuando el despido se concreta, lo que sucede es una secuencia que va desde un optimismo extremo los primeros días a un situación de desesperación, irritabilidad y desasosiego:

"....fue un decaímiento, cuando cierra la fábrica, me llevaron de la cocina centralizada para hacer reemplazos, después a una escuela provincial, como será que no me dí cuenta que estuve cuatro meses en la escuela...no me entraba en la cabeza..."

"...en un primer momento no me dió tiempo a pensar, dos días después de despedido un problema familiar me tuvo con la cabeza en otro lado, y creo que fue angustia ¿ahora que hago?.."

"me sentía mal, como un vago, me sentía enfermo...."

"....me encontré deprimido, me agarró como un stress, la parte laboral significa mucho para la familia, en el hogar.."

A ese primer período de desesperación y de parálisis, sobreviene un período de depresión donde son muy frecuentes los problemas para conciliar el sueño, las enfermedades psicosomáticas y un desinterés por el propio grupo familiar:

"....E: Y así, en la casa ayuda, se ocupa de... que hace? duerme todo el día
M: Se acuesta a dormir, se baña, se va a la esquina, vuelve, entra sale, así está
E: Está todo el día así?
M: está todo el día así. Y eso lo afecta a los chicos, porque la de dieciséis años limpia, y él viene, te saca de acá te saca de allá, pero no ordena, entonces la más grande dice: no hago más nada. Pedía que por favor se vaya, se vaya, el de catorce años lo mismo, dice, no sé para que estás, si no hacés nada, no barrés, no limpiás, no te ocupás de hacer nada, entonces no te quedés, hasta ese punto llegamos, yo a veces le hablo a los chicos, le digo: - pero es tu papá, no podés pedirle esto, pero mami dice: -si vos tenés ir a trabajar, venís, podés lavar, podés ordenar acá, podés hacer las cosas, entonces para que?, llegamos hasta ese punto...."

"... te digo que se pierde hasta la familia... y no te descuidés y te enfermés. Te digo la verdad: tomo pastillas para dormir. Cuando yo voy a la cama no es que esté loco... voy a la cama y pienso " qué puedo hacer, a dónde puedo ir..." porque yo no soy una persona que me quedo o no hago nada o no me importa mi familia o que no quiero trabajar mas. No, yo pienso qué es lo que puedo hacer o a dónde puedo ir; y si tengo que trabajar y subirme a 20 metros de altura lo hago; y de noche cuando me acuesto me pongo a pensar "mañana qué hago?, cómo puedo hacer para pagar?, de dónde saco plata?". Que tuve que ir al médico y me dice "te voy a dar una pastillita para que vos puedas dormir" y si no la tomo -ya probé- no puedo dormir. Y no me queda otra, porque si no la tomo..."

Como señalábamos en los primeros párrafos, estos sentimientos se vinculan al propio significado que tiene el trabajo para estas personas que habían trabajado varios años en una ocupación estable, en muchos casos en puestos de trabajo calificados y con un grado de identificación importante con la ocupación que se realiza. En muchos casos, la situación actual es percibida de forma tan negativa que se tiende a idealizar la situación anterior minimizando las difíciles condiciones de trabajo en las que se desarrollaba la tarea diaria.

"...Acá a vos te daban la camisa de Celulosa y salías de trabajar y no te la cambiabas porque eras alguien importante, ibas a los negocios y te daban crédito por ser de Celulosa..:"

Los obreros de Celulosa, por ejemplo manifiestan haber tenido un nivel de exposición a la contaminación muy alto, respirando permanentemente partículas tóxicas derivadas del procesamiento del papel y por inhalación de productos químicos altamente contaminantes. Sin embargo, la gravedad de estas condiciones laborales queda oscurecida -en la interpretación de los propios actores- por la gravedad de la situación actual de falta de trabajo.
Entre los desocupados/as que provienen de la inactividad o son nuevos ingresantes al mercado de trabajo las primeras reacciones son precisamente las que definen la búsqueda activa de empleo, que en un principio se da con cierta continuidad. Luego, a medida que pasan las semanas y los meses también aparece el desaliento y la búsqueda se vuelve intermitente. Las primeras iniciativas, especialmente entre las mujeres que ya habían tenido experiencia como empleadas domésticas, se refieren a intentar nuevamente en las casas en las que habían trabajado, frente a lo cual se encuentran con que el puesto es ocupado por otra persona o bien que los hogares en los que trabajaban ya no contratan personal doméstico por el empeoramiento de su propia situación laboral.

"...Siempre salgo a buscar trabajo, pero de ahí a conseguirlo, antes era distinto, salías de una casa para entrar en otra, siempre pedían para limpiar, planchar...ahora está todo parado y yo no sé como hacer

Entre las/los jóvenes hay una preocupación mayor por la situación familiar y se retoma la búsqueda de "changas" que había sido una fuente de ingresos eventuales en años anteriores. Sin embargo, tampoco en este caso se logra retomar el flujo anterior de trabajos eventuales.

"...A los diecisiete años empecé a hacer changas, limpiaba terrenos, sacábamos los yuyos... ayudaba a unos albañiles que siempre me iban a buscar, pero ellos perdieron el trabajo y ya no me llamaron más..."

Estar sin trabajo implica un status distinto, estar excluído de la sociedad, extraño, distinto a los demás y eso hace que la personas que están desocupadas se sientan en un rol marginal que afecta fuertemente su identidad. Se ha señalado que la frustración es aún mayor en aquellas personas que llevan un mayor período de búsqueda (Schlemenson).
Las investigaciones de Dov Eden y Arie Aviram (1993) ponen en evidencia las consecuencias psicológicas del desempleo de larga duración. Con la declinación de la autoestima declina también el sentimiento de lo que suele denominarse "autoeficacia", la misma funciona como expectativa referida a un poder personal y juega un papel crucial en la disposición hacia la búsqueda de trabajo.
Buscar trabajo en condiciones de crisis significa una situación particularmente delicada desde el punto de vista emocional. Kessler (1996), en un sentido similar señala que la búsqueda de trabajo implica la reformulación de problemas sociales en tanto conflictos individuales en dos extremos que van desde la autoculpabilización al intento de reinvestirse imaginariamente de poder para encarar la situación.
En ese punto la capacidad de resistir negativas y maltratos transita en un permanente conflicto entre "la mercantilización de las competencias" (aquello que uno sabe hacer y ofrece para obtener trabajo) y la exigencia del mantenimiento de un "umbral mínimo de ciudadanía" ( la tensión derivada de ofertas de trabajos desventajosas, en peores condiciones, con requerimiento de competencias inferiores a las que se posee).
Eden y Aviram, señalan que a lo largo del tiempo, el principal problema es la constitución de un círculo vicioso retroalimentado por un sentimiento de autoeficiacia negativa, actuante al modo de una profecía autorrealizada. Declina la capacidad para movilizar recursos físicos, intelectuales y emocionales necesarios para tener éxito. Buscar trabajo en condiciones de crisis implica una situación particularmente delicada desde el punto emocional ya que la intolerancia por el daño a la autoestima bloquea las oportunidades de exposición al "no".
Esta disyuntiva particular que plantea la desocupación en términos de fortalecimiento de la autoestima frente al sentimiento de creciente frustración tiene implicancias diferentes en relación al género, la generación y la trayectoria laboral anterior y la forma en que los distintos grupos domésticos enfrentan la situación.

CUALES SON LAS PRIMEROS CAMBIOS A NIVEL INDIVIDUAL Y FAMILIAR

Cuando definí las primeras temáticas clave para abordar las entrevistas, lo hice pensando un modelo clásico de desocupado que emerge a partir de una situación de cesantía. Es por eso que los grandes bloques de preguntas estaban organizados planteando un antes y un después de la desocupación. La cuestión es que ni bien empecé la tarea de realizar las entrevista apareció con mucha nitidez la gran diferencia entre los desocupados por expulsión de un puesto de trabajo formal y los que provenían de actividades informales o por cuenta propia o en relaciones laborales precarias que venían experimentando una situación de oscilación entre la desocupación y ocupaciones inestables. En este último grupo, fue muy difícil delimitar un "antes" y un "después" de la desocupación. He optado en este caso, por reconstruír sus trayectorias laborales, incorporando esta información en un anexo de la entrevista. En este caso, fuí viendo como se iban modificando las formas de organización del grupo familiar paralelamente a los cambios en la situación laboral de el o la entrevistada.
Un aspecto importante del análisis de estos cambios en la organización del trabajo productivo y reproductivo al interior del grupo doméstico se refería a la reconstrucción del momento en que emerge la desocupación del entrevistado (o el período en que los episodios de desocupación aumentan su duración) en términos de la composición del grupo doméstico, la ocupación de cada miembro y las distintas fuentes de ingreso.
Luego comparabamos esta descripción de la situación en el momento de la emergencia de la desocupación, o el aumento de la duración de los episodios de desempleo con el momento de la entrevista (los entrevistados se remontaban a un período anterior que oscilaba entre los 6 meses y los cuatro años, según la duración de la desocupación).
Hay tres fenómenos que se dan de manera recurrente cuando analizamos los cambios en la composición del grupo y en los roles económicos de cada miembro:
Por un lado, la emergencia de la desocupación de otros miembros del grupo a partir de la desocupación de el/la jefa o la cónyuge.
Por el otro importantes cambios en la conformación del grupo, que incluye separaciones conyugales, ampliación del grupo por allegamiento cohabitacional, la separación transitoria de los hijos que se van a vivir con otros familiares, etc.
Por último, y relacionado con lo anterior, hay una importante incidencia de el abandono escolar por parte de los hijos (especialmente los que están en la secundaria) que tiene más que ver con una situación de "desaliento" y problemas económicos para financiar pasajes, libros, etc. que con la situación misma de dejar la escuela para buscar trabajo.
En relación al primer aspecto, cuando entrevistamos a jefes de hogar desocupados, particularmente los que vienen de una ocupación estable, hay un período inmediato posterior a la emergencia de la desocupación en que es el propio jefe el que empieza a buscar trabajo en ocupaciones similares a las que había realizado con anterioridad, en una segunda instancia, cuando van pasando los meses y la búsqueda se vuelve infructuosa, si la cónyuge es inactiva es quien (frente al desaliento del jefe) empieza a buscar trabajo, generalmente en tareas domésticas, y los hijos retoman la búsqueda de trabajo, generalmente en "changas" que se solicitan a vecinos o conocidos.

El caso de la familia de Jorge y Rosa, por ejemplo. El trabajaba en una carpintería como oficial general, había ingresado a ese trabajo en mayo de 1972 y en septiembre de 1995 la carpintería cerró y quedó cesanteado. Cobró la indemnización en especie, ya que el dueño le dió máquinas como forma de pago. Durante un tiempo, alquiló un local con otro compañero de trabajo en el que instalaron una carpintería, sin embargo a los cuatro meses tuvieron que cerrar por no poder afrontar los gastos del alquiler y la luz eléctrica. En el período comprendido entre noviembre de 1995 y noviembre de 1996 cobró el seguro de desempleo, y al momento de la entrevista (diciembre de 1996) no percibía ingreso alguno. Cuando Jorge quedó desocupado, Rosa había sido despedida un mes atrás de su ocupación como empleada doméstica. Inmediatamente retomó la búsqueda y en el momento de la entrevista la principal proveedora del hogar era Rosa. Esto generaba muchos conflictos en la asignación de roles al interior del grupo doméstico.

En ese contexto, es más difícil para aquellas familias en las que la cónyuge permaneció inactiva por mucho tiempo y quiere incorporarse nuevamente al mercado de trabajo a partir de la desocupación del jefe de hogar. Son varios los casos en que la desocupación del jefe marca un descenso hacia una situación de pobreza extrema a raíz de la pérdida de la única fuente de ingreso familiar. El caso de la familia de Oscar, por ejemplo.

El trabajaba como operario de playa en una estación de servicio, había ingresado en junio de 1989 y lo despidieron en mayo de 1994. Durante 8 meses cobró el seguro de desempleo, y buscó trabajo sin éxito. A partir de esta situación su esposa ha comenzado a buscar trabajo, sin ningún resultado positivo al momento de la entrevista. La descupación de ambos cónyuges ha marcado una situación de pobreza extrema, donde la principal fuente de subsistencia son las ayudas monetarias de parte de los familiares y la venta de bienes de propiedad de la familia.

Este aspecto, hace que la problemática de la desocupación deba adquirir una dimensión particular a la luz de lo que sucede al interior de los grupos domésticos, aspecto que no se tiene muy en cuenta cuando se analizan los datos de desocupación. Cuando hay un aumento en las tasas y hay un mayor flujo de personas que se desplaza hacia la desocupación, es importante saber que muchos desocupados se concentran en un mismo hogar, agravando la situación económica de todo el grupo. No es lo mismo la desocupación de uno de los miembros cuando hay otros integrantes que perciben ingresos monetarios, que la desocupación de ambos cónyuges y la desaparición de un flujo sostenido de ingresos monetarios para la familia.
El otro aspecto relevante referido a los cambios en la vida familiar, se refiere a los cambios en la conformación de los hogares, que también es algo que observamos con mucha reiteración. Por un lado se observan situaciones de separación conyugal por un aumento de las tensiones y conflictos preexistentes en el hogar y que se agudizan con la falta de trabajo, la preocupación por parte de todo el grupo y la mayor irritabilidad de el o la desocupada.


El caso de Edgardo, por ejemplo, que quedó desocupado, cuando su esposa estaba embarazada, había trabajado de principios de 1984 a marzo de 1991 en una fábrica de aros para motores de autos. La pérdida de empleo significó un gran impacto para él al punto de deprimirse y aislarse de su familia: "...no tenía ganas de hacer nada... "fué un quiebre total.." Su esposa trabajaba como maestra, siguió trabajando, nació el hijo de ambos y al año se separaron. Edgardo señala que su situación de desocupación fué desencadenante de la separación. En la actualidad, él convive con un amigo, y sobrevive haciendo artesanías y tareas eventuales como carpintero. Su amigo vino a vivir con él para compartir gastos (ambos viven en una casa propiedad de los padres de E.) pero en el momento de la entrevista también estaba desocupado.

En otros casos, había ya una relación muy deteriorada que las circunstancias de la pérdida de empleo por parte de uno de los cónyuges o los hijos desencadenan la ruptura de lazos familiares.

El caso de Norma, que tenía muchos problemas con su marido, enfrentando situaciones de violencia familiar. En 1992 ambos quedan desocupados, él trabajaba en una fabrica química importante y ella trabajaba en un sanatorio en tareas administrativas. Convivían con sus dos hijos, el mayor de 24 años y el menor de 22. El primero de ellos también quedó sin trabajo en el mismo establecimiento en que se desempeñaba el padre. Toda esta situación desencadenó en una fuerte crisis familiar. Norma se fue a vivir sola a una pensión. Su hijo mayor formó pareja y se fue a vivir en una casa prestada y el hijo menor quedó viviendo con el padre en la casa familiar. Al poco tiempo, el papá de Norma se enfermó y ella debió ocuparse de cuidarlo de modo que descuidó un trabajo temporario cuidando niños que consiguió con posterioridad a la pérdida de empleo en el sanatorio (Año 1993). Cuando su papá falleció estaba sin trabajo y no podía afrontar los gastos de la pensión, con lo que decidió ir a vivir con su mamá subsistiendo ambas con el ingreso de la jubilación de ésta (Año 1994). Sin embargo, Norma se sentía muy mal de vivir con los ingresos de su madre y en 1995 se fue a vivir con su hijo mayor que recientemente se había separado. En la actualidad el presupuesto familiar de ambos se compone de los ingresos que Norma obtiene por la venta de productos de perfumería y los ingresos que obtiene su hijo que trabaja en una radio. Norma dice que tiene una excelente relación con su hijo mayor ("es mi hijo, mi amigo, mi hermano que no tuve nunca..") pero que sufre mucho por no poder ayudar económicamente a su madre.

Si observamos toda la trayectoria descripta, vemos que en escasos cuatro años la familia de Norma cambió varias veces de composición y que los cambios estuvieron directamente relacionados con crisis familiares (enfermedades, fallecimientos, separaciones conyugales) pero correlativamente los cambios en la situación laboral de cada uno de ellos jugaron un papel importante. El momento crítico es 1992, cuando la emergencia de la desocupación del jefe, la cónyuge (Norma) y el hijo mayor, operaron como un factor explosivo en el grupo familiar.
Por último, y en relación al tercer aspecto que mencionamos, el de la problemática del abandono escolar, también aparece como un fenómeno muy reiterado tanto en los niños como en los adolescentes que integran familias con adultos desocupados. El grupo más crítico son aquellas familias en las que el jefe esta desocupado y la cónyuge que antes era inactiva decide iniciar la búsqueda de trabajo. Como la organización familiar de estos grupos domésticos descansaba en un alto nivel de compromiso de la madre con el trabajo reproductivo (raras veces compartido con el jefe) el solo hecho de que la madre permanezca muchas horas fuera del hogar hace que gran parte del trabajo reproductivo (el cuidado de los niños, las tareas que permiten garantizar que vayan a la escuela, el cuidado de la salud, la preparación de las comidas, etc.) quede librado a su realización por parte del jefe o de los hijos mayores.

E. En que año están los chicos?
M: Uno está en primer año, que fue el que repitió, el de primer año, y la otra nena está en segundo, que también lo repitió, tendría que estar en cuarto año.
E: Pero bueno, vos seguís firme con que tienen que ir
M Y sí, tienen que ir.
E: ¿Y los más chiquitos como van en la escuela?
M: Van a la escuela primaria, la Crucero Belgrano.
E: Y andan bien? O vos notas que les afectó este problema?
M: No, tengo la de segundo grado que está afectada porque estamos haciendo cursos de apoyo para ella, para ver si la podemos sacar adelante, con ninguno, en el aprendizaje no he tenido problema, pero a Rocío le está costando.
E: Y van al comedor de la escuela todos?
M: No, ninguno van al comedor de la escuela.
E: ¿Por que no van?

M: Porque en el horario que ellos entrarían al comedor de la escuela, la nena de doce años cuida otros chiquitos, que no puede llevarlos y traerlos.
E: ¿Por qué, ellos tienen que ir al comedor, volver a casa y después ir a la escuela?
M: Sí, si
E: No hay un tiempito para esperar ahí?
M: No, porque sería mucho el tiempo, comen a las once de la mañana y entran una y cuarto, sería arriesgado dejarlos en la puerta de la escuela.
E: ¿Y como se arreglan para comer?
M: Yo cuando tengo cocino grande de noche y dejo para el otro día, pero si no de lo contrario se van sin comer, que eso fue el problema que tuvimos con la nena.
Van todos a la tarde porque como yo a la mañana trabajo, no sé si irían o no irían, hice el intento de pasarlos a la mañana pero no tengo seguridad de que vayan.
E: que se levanten y que vayan...
M: Que no vayan, directamente que no vayan, entonces así tengo asegurado que en ese horario.
E: Y a la una y pico, los lleva tu hija o van solos?
M: No, los lleva la nena que está en séptimo grado.
E: Van todos juntos
M: Van todos juntos.
E: Y la de séptimo no la puede llevar más temprano al comedor y después volver?
M: Esa es la que cuida los otros chiquitos, cuida los sobrinos, los sobrinos.
E: Y le pagan algo por eso?
M: claro, le paga por semana, siete ocho pesos le da todas las semanas, y ella se compra sus útiles con eso

Cuando los niños son pequeños y el jefe que está desocupado y permanece muchas horas en el hogar no asume esas responsabilidades, el gran problema reside en que los niños no van a la escuela simplemente porque no se despiertan a horario, porque nadie les prepara la comida, o porque no hay quien los acompañe (en barrios con problemas de seguridad la madre prefiere que no vayan a la escuela si los niños tienen que ir solos).
Sin embargo, este sería el caso mas extremo, hay otras situaciones en las que sin implicar abandono escolar, las familias manifiestan que a partir de los problemas de empleo, y el aumento de la conflictividad familiar, los niños se retrasan en la escuela por problemas afectivos y emocionales. Esto aparece invariablemente en casi todas las entrevistas, los/las entrevistadas nos dicen que los niños empezaron a tener problemas en la escuela cuando su papá o su mamá quedaron sin trabajo, y cuando reconstruimos los datos de los integrantes del grupo familiar y preguntamos por la escolaridad de cada uno de ellos, vemos que las repitencias y abandonos son contemporáneos a la emergencia de la desocupación.
En el caso de los hijos adolescentes, como ya lo mencionamos en otro punto, la emergencia de la desocupación de los adultos incide en el abandono de la escuela secundaria porque genera una situación general de mucho desaliento en los jóvenes con respecto a su futuro laboral. Un joven desocupado que va a la secundaria nos dice, refiriéndose a su situación y la de otros jóvenes:

"Yo, Gracias a Dios estoy bien porque mi papá y mi mamá trabajan y me dan la oportunidad de estudiar, tengo amigos que sufren mucho...Tengo una amiga que tiene una nena y va conmigo al colegio, la mamá le dice todo el tiempo que ella depende de ella y se siente mal, se quiere ir al Chaco, va a dejar la escuela y se va a ir con el padre y los abuelos..."

También se observan situaciones donde hay discriminación con respecto a las hijas mujeres.
Un jefe de hogar desocupado que entrevistamos tiene tres hijos de 14, 13 y 11 años respectivamente. El mayor va a la secundaria, sin embargo la hija (13 años) terminó la primaria en la época en que el jefe quedó desocupado, ella no asiste al secundario. Refiriéndose al tema el jefe nos dice: .."a mi hija no pude mandarla, se quedó en casa ayudando a la madre.."


COMO ENFRENTAN ESTAS FAMILIAS LA SUPERVIVENCIA DIARIA

El primer cambio importante que experimenta toda familia cuando el jefe y/o la cónyuge o ambos están desocupados es el cambio en el horizonte temporal del grupo doméstico. La situación de no contar con un prespuesto para todo el mes, hace que se deje de planificar hacia adelante y el horizonte temporal sea el día a día.
Las formas de obtener recursos de subsistencia para estas familias también son bastante similares: la ayuda familiar, la asistencia a comedores, la realización de changas, pensiones graciables, venta de ropa, cuidado de niños de vecinos o familiares a cambio de una retribución mínima, el trabajo en huertas comunitarias y la recurrencia al Servicio Municipal de Empleo para gestionar la incorporación a algún programa de emergencia de empleo.
Cuando la situación de pérdida de empleo origina la pérdida de toda fuente de ingreso al presupuesto familiar, (porque el desocupado es el único aportante o porque quedan desocupados el jefe y la cónyuge) y ello desencadena un clima de angustia y desesperación que implica una gran parálisis, la primera fuente de subsistencia para estos hogares son la ayuda familiar y la asistencia a los comedores. En una segunda instancia empiezan a aparecer algunos trabajos esporádicos.
En este caso, también hay diferencias entre los desocupados que provienen de trayectorias de empleo estable y aquellos que provienen de trayectorias de empleo inestable.
Entre los primeros, la ayuda familiar desempeña un papel muy importante porque cuentan con una red familiar que tiene todavía un excedente para socorrer a otros en situación crítica. En muchos casos, hay hijos adultos, ya separados del hogar paterno, que hay concluído estudios terciarios y tienen una ocupación estable. Estos hijos pasan a ser la principal fuente de sostenimiento del hogar paterno, lo que genera sentimientos de mucha desvalorización por parte de los padres, porque se sienten dependientes de sus hijos, algo que nunca había formado parte de sus expectativas con respecto al futuro.

"...Tengo dos hijos que trabajan y me ayudaron mucho y con unas changuitas que hacía "perdidas" me las iba rebuscando....

E: Tiene ayuda de otros familiares?
R: "... Algo si pero tampoco me pueden estar manteniendo toda mi vida -tengo 55 años- no me van a mantener 2 ni 3 años, tengo mi hija que está muy bien pero ahora también queda desocupada -que es empleada de OEA, que está en el sur- con el sacrificio que están haciendo allá en el sur tampoco puedo decirle que mantenga ella. Me manda dinero de vez en cuando. No puedo aceptar eso ni le puedo decir a ella: -mirá nena estoy mal..."

Entre los estables, quienes tienen un oficio calificado y pueden montar a partir de esos conocimientos una actividad por cuenta propia, se intenta la estrategia de instalar un taller y realizar trabajos para terceros. Sin embargo, en un mercado tan deprimido como es el de Rosario, son pocos los intentos que tienen éxito.

"...me dieron una oportunidad de pagar un retiro voluntario que ese fue para decir bueno, voy a tener un futuro con esa plata, yo era carpintero, me pongo un taller de acuerdo a la ley, con impuestos y todo correspondiente. Yo tenía un taller, lo agrandé, compré mas máquinas, puse el techo nuevo o sea que la invertí a la plata, pero qué es lo que pasa, después de 4 años yo en estos momentos estoy peor que nunca porque no hay trabajo. La plata que invertí la tengo ahí y no me sirve para nada porque voy a la calle, hago un trabajo y si agarro un trabajo no me lo pagan, tengo que ir 10 veces a cobrar.."

Hay casos en los que se reacciona de forma particularmente diferente, haciendo frente a la situación de desempleo a través de un ajuste en los gastos familiares pero intentando por todos los medios hacer una inversión para el futuro.

El caso de Mercedes y Mariano: ambos eran guardas de transporte urbano de pasajeros y en marzo de 1996 quedaron desempleados (al igual que los demás guardas) por una medida del consejo deliberante de Rosario que modificó el sistema de expendio de boletos de los colectivos, instalando máquinas automáticas. Como ambos cónyuges perdieron el empleo, está situación significó la pérdida de todas las fuentes de ingreso del presupuesto familiar, lo que generó un estado de desesperación en ambos. Sin embargo, a pesar de la situación crítica, decidieron comprar un terreno en cuotas. Mercedes nos dice: "..paradójicamente, fue una locura la nuestra, compramos el terreno en cuotas...antes de seguir pagando alquiler preferimos tener nuestra casa..." Para ello contaban con los dos últimos sueldos, el aguinaldo, vacaciones y un año entero de salario familiar que le adeudaban a Mariano y logró cobrarlo todo junto. "...Con la plata que cobramos cuando nos despidieron compramos el terreno y nos construimos una pieza...nos mudamos rápido, lo que pagábamos de alquiler lo invertimos en una casa nuestra..." Mariano consiguió para hacer changas de albañil y Mercedes reemplazó a la hermana en tareas de servicio doméstico durante tres meses, cobraba 320$ mensuales. En julio se terminó el reemplazo y vivieron durante cuatro meses con el ingreso de 20$ semanales que Mercedes ganaba limpiando un negocio dos veces por semana. En octubre, Mariano comenzó a trabajar en una fábrica de bicicletas, en donde trabajaba hasta el momento de la entrevista (abril de 1997). El trabajo es inestable y no tiene remuneración fija. "...Hay días que le dan 10$, otros 15$, depende como haya ido la venta, no estoy inscripto y tengo mucha preocupación porque no veo que el negocio prospere..."

En estos casos, lo que se observa es un despliegue de estrategias para la supervivencia en donde se trata de eliminar todo lo posible los gastos fijos, de modo que los ingresos que se obtienen estén destinados exclusivamente a garantizar como mínimo la alimentación. La diferencia de estas familias con otras, además es que hay un recurso adicional en términos de escolaridad, ya que ambos cónyuges tienen secundario completo, lo que -en un contexto de devaluación de credenciales educativas- les permite tener una mejor posición competitiva para la búsqueda de empleo, aún estos empleos inestables y mal remunerados.
Entre los trabajadores desocupados que provienen de una trayectoria laboral inestable y que estructuralmente, pertenecen a un nivel socio-económico de menores recursos que los anteriores, las estrategias son mucho mas limitadas. La ayuda familiar existe, pero los recursos son muy limitados, en general se limita a un plato de comida o al préstamo de dinero para cubrir pasajes de colectivo, algo que es muy difícil de afrontar para la mayoría de los desocupados y que es un recurso indispensable para la búsqueda de trabajo.
En los casos en que hay allegamiento cohabitacional (padres que se van a vivir con los hijos mayores que tienen su hogar o viceversa) se comparte el presupuesto de modo de poder garantizar la alimentación. Es muy común que los hijos adultos tengan un casa construída en el terreno de los padres, con lo que la cercanía residencial facilita esta estrategia. Con ello los niños del hogar van a comer allí donde se cocinó en el día.
La mayoría de los entrevistados de este grupo señala que se hace tan solo una comida en el día y que el comedor escolar representa un recurso indispensable para la supervivencia de las familias. También esta es una diferencia importante entre "estables" e "inestables". Los primeros tienen mucha resistencia a toda forma de ayuda social y particularmente a los comedores de tipo comunitario que están montados para los adultos. Para los que han tenido un empleo estable con una remuneración que les permitía cubrir gastos de alimentación y cierta inversión en el hogar, quedarse sin empleo y tener que asistir a un comedor significa resignarse a formar parte del grupo de los "asistidos", algo que tiene un carácter público (ir a un comedor significa mostrar ante los otros que uno no puede solventar los propios gastos de subsistencia) y que significa agregar a la desintegradora imagen de verse a sí mismo como "desocupado" , una imagen aún más desintegradora que es la de verse como alguien que no puede garantizar su propia alimentación, que es dependiente de la ayuda social para poder vivir.

"....Pero no es solución tampoco porque yo me acuerdo cuando era pibe que iba a la escuela primaria en el 50', que habían los comedores escolares y cada escuela se hacía una quinta para mantener los comedores escolares. Sembraban y de ahí sacaban la comida para toda la escuela. Pero no es bueno todo eso; es bueno por un lado porque salva la situación de los padres que no tengan para darle de comer a los hijos. Pero por otro lado es triste porque uno no se olvida mas de eso; en estos momentos peor que antes porque se puede vivir muy bien porque hay adelantos; que antes no había adelantos -no había televisión- si vos no tenías televisor no importaba; pero ahora vivir de la manera en que vivimos y no tener ni comida, ni nada; una criatura cuando crezca no se puede olvidar nunca de eso: que el padre no le pudo dar ni de comer..."

"...Yo iba al hogar escuela de acá. Estaban los pupilos durante toda la semana y los que íbamos a la escuela y nos retirábamos y en ese tiempo se podía ir a esa escuela... y es verdad lo que dice él, los que nos íbamos éramos como una clase mejor a los que se quedaban porque les daba de comer el Estado. Y es verdad, en los chicos no se supera eso, los chicos también hacen diferencias. Nosotros los cargábamos a los otros..."

Esta relación con la asistencia es diferente entre aquellos desocupados que provienen de trayectorias laborales inestables. Por un lado, la mayoría ya hacía uso de los comedores comunitarios, desde mucho tiempo atrás, por otro lado, la asistencia social es un recurso más de supervivencia para estas familias en el marco de sus precarias condiciones de vida, desde hace mucho tiempo, con lo que está muy desarrollada una imagen o representación con respecto a la asistencia en términos de aceptación pragmática. De hecho, las familias en situación de pobreza extrema son las que más requieren del comedor para su subsistencia y son las madres de estas familias, las que colaboran activamente en la preparación de las comidas en los comedores escolares, ya que ello les permite llevar la comida que queda a sus hogares.

E: ¿Cómo se decidió a venir acá?
A: "...Resulta que yo estaba trabajando en los sandwiches ahí, estaba trabajando en los sandwiches, y de ahí vine a pedir acá, cualquier cosa si hacía falta que me llamen, y fué así, por eso estoy acá
A: Colabora por la comida y el pan nomás
A: Sí
E: Ud trabaja acá y además se puede llevar comida a su casa para su familia?
A: sí, me llevo, sí, si
E Pero a la noche no?
A: No, no, nos arreglamos con cualquier cosita a la noche, tengo, son ocho hijos, pero los otros hijos tampoco tienen laburo, tienen muchos hijos, son seis, siete ocho hijos, yo no le puedo sacar a los míos para dar a los otros, asi que ahora por lo menos estoy contenta que me dan un bocado de comida, porque si no, no sé que sería..."

"...Yo también, el mismo problema, mi marido no tiene trabajo, tengo un hijo de 18 años, hace seis meses que ni changas consigue, mi marido hace cuatro años que no trabaja, hace alguna changuita, antes era sereno, pero hace cuatro años atrás, y acá colaboro por la comida y el pan, y también hice mi jubilación y, hace cuatro años y me voy a preguntar y nunca está, tengo que hacer todo de vuelta, y a veces no hay un peso para hacer ese trámite, el trámite de los siete hijos,
E: Los siete viven con ud.?
R: No, no están, están cuatro, uno tuvo que dejar la secundaria porque no tenía ni calzado, ni ropa, ni calzado, ni abrigo, como va a ir a la escuela?
E: Y su marido no hace changas así?
R: Y no, ahora no, ahora no, hace como un año que no hay, hace como un año que ni una changa agarra..."

Uno de los principales impactos de la situación de desocupación en las condiciones de vida de estas familias es el empeoramiento de la salud y una disminución de posibilidades de desarrollar conductas preventivas y de cuidado.
Es notable observar - cuando uno reconstruye las trayectorias laborales de los entrevistados- la gran incidencia de enfermedades profesionales, originadas en distintas actividades de mucho esfuerzo o altamente contaminantes. Muchos de los operarios entrevistados, asi como los trabajadores de la construcción y las empleadas domésticas tienen serios problemas de columna, distintos problemas musculares y disminuciones de la vista que parecen estar asociados a esfuerzos inadecuados realizados en el lugar de trabajo.
Esto tiene dos consecuencias importantes, por un lado les genera un factor de discriminación al momento de buscar trabajo porque son rechazados cuando pasan la revisación médica. Por el otro, entran a la desocupación con dolencias que es necesario atender y les es muy difícil lograr asistencia sanitaria habiendo perdido la obra social y habiendo empeorado la situación de los hospitales por una mayor afluencia de pacientes que antes tenían obra social. Este es otro problema que es percibido con mucha nitidez por los ex-asalariados estables que tenían acceso a obra social.

Ahora, no porque tengamos este hospital de Baigorria -cada hospital tiene un nivel- te voy a decir por qué, porque las personas, todos tenemos los mismos derechos... pero nosotros, más los desempleados si llegamos a tener un problema de salud no se cómo podemos salir adelante, directamente nos tenemos que morir porque yo te voy dar un caso que tengo, que es mi suegro, que es jubilado. Mi cuñada es maestra y lo puso con el seguro que es el IAPO, que es un seguro muy bueno; en estos momentos no ponen a los padres a cargo en el IAPO, pero ella hace 20 años que lo tiene a cargo. Tuvo un problema -nunca fue a un médico ni tuvo problema de salud- pero de golpe le vino un tumor a los intestinos, él si hubiera estado por el PAMI, estaría muerto. Por qué? porque se hizo atender por el seguro de él -no por IAPO- y le dijeron que no tenía solución, o sea que lo dejaran vivir hasta que le llegara el momento. Pero por el seguro del IAPO, lo hicieron ver en el parque, lo atendieron muy buenos profesionales y dijeron "no, hay que operarlo, mientras tenga posibilidades de recuperación tiene vida. Hay que hacerle una operación con clima de vida". Lo operaron, hace un año y está perfectamente bien.
G: Ahí se ve la diferencia...
R: Y esa es la diferencia... el nivel que tenemos de seguro de salud, de uno que no tiene empleo a uno que tiene un empleo y tiene un buen seguro de salud.. Cuando había trabajo, todo el mundo que trabajaba tenia su seguro -como pagás vos acá- si no lo podían curar acá lo derivaban a Rosario o si no lo derivaban a Buenos Aires. Ahora se terminó, llega un momento en que te dicen "y hay que operarlo o hay que hacer un trasplante..." no hay posibilidad.

 

LA VINCULACIÓN CON REDES Y ORGANIZACIONES SOCIALES: LA POSIBLIDAD DE OTRA DEFINICIÓN DE SI MISMO

Se podría decir que el desempleo genera dos actitudes respecto de la participación en redes y organizaciones que son bastante opuestas entre sí. Por un lado están aquellas personas que con posterioridad a la pérdida de empleo desarrollan conductas de mucho aislamiento, se sienten presa de una gran depresión y tienden a disminuír toda actividad social. No tiene que ver particularmente con una actitud o representación particular con respecto a la participación, sino más bien con el hecho de que estas personas experimentan un repliegue, como producto de su baja en la autoestima que implica una pérdida de voluntad para realizar cualquier tipo de actividad, e incluso muchas veces, una gran dificultad para salir del ámbito del propio hogar.
Del otro lado, hay personas que si bien experimentan este período inicial de mucha angustia y depresión, en un período posterior, empiezan a acercarse a distintos grupos barriales y organizaciones comunitarias de modo de poder destinar tiempo a alguna actividad que no siendo remunerada ni formando parte de un "ámbito laboral", les permite dar un nuevo sentido al uso de su tiempo, y sobre todo, poder salir del ámbito doméstico, algo que siempre funciona como un factor depresivo y aislante. Este comportamiento, que en la literatura se menciona como el desarrollo de un "status substituto" al de desocupado, se manifesta allí donde hay espacios sociales que ofrecen un lugar para quien está desocupado y entre aquellos sujetos que forman parte de un hogar donde hay otros miembros que aportan ingresos al presupuesto doméstico.
El caso de Cristhian, quien está desocupado desde hace dos años, y cursa la escuela secundaria en el barrio Las Flores. Integra un grupo de jóvenes del barrio que publica una revista barrial que se originó a partir de un curso de periodismo que realizaron varios de ellos en la Comisión Vecinal. Si bien el mismo se autodefine como "desocupado", señala que solo lo es en el sentido estrictamente laboral, ya que la escuela secundaria y su actividad en el grupo de jóvenes le insume mucho tiempo. Su horizonte de realización está mucho mas vinculado a su futuro como estudiante (piensa seguir estudios terciarios como profesor de educación física) que en relación a su situación actual de buscar empleo sin poder conseguirlo. El mismo señala que eso tiene que ver con el hecho de que sus padres tienen empleo.
El caso de Coco, que quedó desocupado siendo operario metalúrgico con veintisiete años de antigüedad en la misma empresa. En los meses siguientes a la pérdida de empleo, se sintió sin voluntad, muy deprimido, todavía hoy dice que no se acuerda como fué ese período: "no me acuerdo, me quiero olvidar, no me quiero acordar de la fábrica..". Sin embargo, el mismo asegura que se empezó a sentir mejor cuando se acercó a una Huerta Comunitaria, que funciona en un predio municipal y aprendió a cultivar la tierra.

"...Encontré que cuando una persona está un poco bajoneada,..me acerqué a los grupos de huerteros, punteando tierra descarga su malestar..cuando uno está desocupado , estás en un estado depresivo, te sentís excluido de la sociedad, no de la sociedad en si, porque acá nos juntamos, de otros sectores de la sociedad me siento excluido..."

En el momento de la entrevista, Coco estaba pasando por una etapa de mucho escepticismo con respecto a las perspectivas de conseguir trabajo y manifestaba que había podido "convivir" con la desocupación a partir de su descarga emocional con el trabajo en la huerta y por la posibilidad de subsistir con las verduras que cosecha y a partir de tener un criadero de pollos en su casa.
Hay un grupo de desocupados que contactamos a partir de un sindicato regional. Si bien todos ellos perdieron sus derechos sindicales, ya que no tienen voz ni voto en las asambleas, ni pueden mantener su cuota sindical, y tampoco se benefician de la obra social, siguen asistiendo periódicamente a la sede del sindicato para mantener contacto con otros ex-compañeros y estar informados acerca de la situación del proceso de quiebra de una de las empresas de las que eran asalariados. De hecho, el sindicato funciona como espacio de contención, algunos de ellos han conseguido trabajo haciendo tareas de mantenimiento en la sede y otros han podido gestionar su ingreso al Plan Trabajar por intermedio del sindicato. La asistencia periódica a la sede gremial significa en parte poder reafirmar su antigua identidad como trabajadores asalariados en esa rama de actividad.
Una experiencia similar se ha generado en el barrio Santa Rosa, donde hay un grupo de vecinos que se reúne para aprender a cultivar la huerta y utilizar plantas medicinales. Dos de las personas entrevistadas señalaron que la participación en el grupo tuvo un impacto terapéutico en el sentido de poder realizar una tarea placentera y tener un grupo de referencia con quien compartir experiencias.

"...vi un cartel en el que ofrecían para hacer huerta, fui a buscar un paquete para hacer en mi casa, y me enganché con el grupo a trabajar por ese barrio, realmente me ayudó machismo, me sacó de la depresión de la desocupación, me sentía sola, desamparada, allí me prestaron oídos, me dieron un lugar..."

Otro caso particular de vinculación con redes es, como ya mencionamos en otro punto, la participación en comedores comunitarios. Una entrevistada que no tenía experiencia anterior de participación en organizaciones señala que "la primera vez que pisé un comedor es acá", refiriéndose a su llegada al barrio Santa Rosa, "vos estás en tu casa y pensás, yo iba al comedor para no pensar". Si bien se trata de tareas asistenciales, que en muchos casos se reducen tan solo a la preparación de las comidas y no media ningún otro tipo de actividad de gestión, organización o capacitación, las entrevistadas que colaboran en los comedores, señalan que eso les permite mantenerse "distraídas" "ocupadas en otra cosa".
Un caso de red barrial que funciona como mecanismo de contención de los desocupados y que tiene características menos asistencialistas que el ejemplo anterior es una cooperativa que funciona en un barrio periférico, próximo al mercado de frutas y verduras cercano a la localidad de Fisherton. La iniciativa se generó a partir de un grupo de base vinculado a una ONG eclesial que ya venía trabajando en distintas actividades de promoción comunitaria en el barrio. Cuando empezó a hacerse mas crítico el problema de la desocupación, pensaron en generar un microemprendimiento que diera trabajo a vecinos desocupados.

"...E: ¿Y como surgió la idea de la cooperativa?
J: La idea de la cooperativa surgió porque estábamos trabajando para Kolping, la obra que hicimos, viste el dispensario, todo, y era para la comunidad, para nosotros, para todo el barrio, no será pensado como un beneficio propio, un trabajo, vamos a decir, entonces como hicimos el dispensario, hicimos salón, e hicimos todo, eso ya empezó a funcionar, dijimos que podemos hacer para que entre, para que tengamos trabajo.
E: ¿hay mucho problema de desocupación en el barrio?
J: Hay mucho problema de desocupación, y en ese entonces, estaba mi cuñado también, trabaja todavía hasta ahora en la Municipalidad, y nos juntamos con F., ahí con otro señor, empezamos a hablar, a charlar, a ver si podíamos conseguir para trabajar para cortar pasto, los espacios verdes, acá hace falta mucho para mantener, viste?, hicimos un proyecto con F., mandamos por todos lados, mandamos a Kolping, Kolping no tenía plata, mandamos a todos lados, y nos aprobó Cáritas el proyecto, ahí nos dio para comprar el tractor y las dos bordeadoras, conseguimos eso, pero trabajábamos con la factura de Kolping..."

En el momento de la entrevista tenían problemas para cobrar a término los trabajos que hacían para la Municipalidad y se había interrumpido el trabajo. Con lo cual los integrantes de la cooperativa (cinco en total, dos mujeres y tres varones) estaban pasando por un período de desocupación. Viviana, también integrante de la cooperativa, que realiza las gestiones en la Municipalidad, hace las cobranzas y lleva los libros, señalaba que la cooperativa significa para ella una forma de seguir luchando, de no perder las esperanzas de cambio.

"....el problema de la desocupación es grave, mi marido le tiene terror a eso, la otra vez estábamos hablando de eso y yo le digo, bueno, por lo menos con la cooperativa, podemos pelear, luchar para buscar algo, el día de mañana, que se quede sin nada, para no sentirte tan mal, porque vos fijate todos los días, cada vez hay más, cada vez hay más, nosotros igual, así y todo que trabajamos los dos, nosotros vamos a buscar la comida al comedor acá, que dan a los chicos, y hay veces que es...."

Son iniciativas locales, que tienen poca capacidad de plantear demandas globales de empleo hacia el estado, pero que logran, en algunos casos, iniciar vinculaciones en términos de ser reconocidos como actores sociales. En el caso de la vecinal del Barrio Las Flores, han logrado consolidar una coordinadora de entidades vecinales que tiene significación social frente al Municipio. Hacia mediados de 1997 habían logrado funcionar como intermediarios en la gestión del Plan Trabajar, de modo que la Municipalidad, les asignaba una determinada cantidad de puestos, para realizar tareas de zanjeado en el barrio. La propia vecinal era la que convocaba a los desocupados respetando criterios de prioridad. Hemos asistido a una reunión de la vecinal, donde se discutió esta decisión que era bastante conflictiva, ya que había algunos vecinos que eran partidarios de aceptar cualquier tipo de ayuda que ofreciera la Municipalidad, y había otros vecinos que planteaban que aceptar la intermediación en el Plan Trabajar era ponerse en un lugar de "fusible" ya que la cantidad ofrecida de puestos era tan exigua que necesariamente no iba a cubrir todas las necesidades del barrio.
En el caso de la cooperativa, hay una participación de mayor impacto social en una federación de cooperativas que logró años atrás contratar obra pública con la Municipalidad. En este caso, hay un intercambio fluido entre los integrantes de distintas cooperativas que se reúnen semanalmente para gestionar fuentes de trabajo y coordinar la distribución de tareas. La principal dificultad reside en el estrangulamiento con el capital de giro, ya que la Municipalidad paga con mucho atraso, y eso es algo que ninguna cooperativa pequeña puede sostener económicamente.
Se trata, en última instancia, de iniciativas donde los desocupados integrando organizaciones sociales de base territorial, empiezan a tener cierta visibilidad social frente al Estado. Lo que no se logra, desde ambos niveles (estatal - organizaciones sociales) es pensar alternativas de empleo que no sean meramente asistencialistas.
En la literatura este efecto amortiguador de las relaciones humanas se denomina "efecto buffer" (efecto amortiguador). Lin, Woelfel y Light (1985) encontraron una mayor incidencia de la depresión después de eventos críticos entre la gente que carecía de un apoyo o soporte social que entre los que sí lo tenían.
Schlemenson (1996) a partir de su experiencia en el Programa Trabajo y Ocupación señala que "las experiencias grupales con desocupados tienden a incorporar estas nociones, haciendo de las relaciones colaterales entre los miembros y con la coordinación de los grupos un recurso de sostén y contención de esta naturaleza. Ofrecen un factor de contención esencial para que pueda desenvolverse el proceso elaborativo de la deprivación que representa la pérdida de trabajo.
En un sentido similar algunas investigaciones de los países europeos han captado un grupo particular que denominan "desocupados proactivos". En este punto Cohn (1978) considera que los efectos negativos del desempleo se mitigan si el trabajo no es percibido por el individuo como su rol principal y/o si las causas del desempleo pueden ser adjudicadas al medio social, evitando la autoculpabilización. De este modo, una sólida red familiar es una variable fundamental para mitigar las consecuencias negativas del desempleo . (Kessler, 1996).
Schnapper (1981) en una misma dirección observa en una población asegurada, señala que el diferente dramatismo en la vivencia de la situación se vinculaba con la posibilidad de desarrollar un "status substituto" al de desocupado. Este era por ejemplo el caso de jóvenes que se dedicaban a actividades artísticas que no les generaban ingreso o de ex ejecutivos que se habían organizado una nutrida agenda de actividades que ocupaban toda su jornada laboral habitual. (Kessler, 1996)
Un aspecto clave, sin embargo, para analizar la situación en nuestro país se refiere a la baja cobertura de los seguros de desempleo. En efecto, la existencia de un "ingreso mínimo", permite resignar una parte del tiempo destinada a actividades de subsistencia y poder emplearlo en la construcción de un espacio dedicado a actividades alternativas.


A MODO DE CONCLUSIÓN: LA DESOCUPACIÓN COMO PASAJE DE EXCLUSIÓN

El primer modelo de análisis en relación a las consecuencias sociales de la desocupación es el desarrollado por Lazarsfeld, Jahoda, Bakker, Dohrenwend, Komarovsky y Zeisel (1981). Estos autores se centraban en una problemática que después ha sido nodal en las investigaciones sobre los impactos psicosociales de la desocupación, referida a los impactos en la salud. (Gershianik y Mercer, 1996). Focalizando su estudio en la localidad austríaca de Marienthal, en 1931 desarrollaron un modelo de etapas de la "carrera" del desocupado. Los autores identificaban un primer momento en el que predomina el shock de la pérdida de la fuente de trabajo, ante lo cual el individuo responde con una entusiasta búsqueda de nuevos empleos, la segunda etapa está inscripta por las frustraciones de esos esfuerzos y el ingreso a un estado de pesimismo y ansiedad; la tercera etapa implica el ingreso a un fatalismo y un cercenamiento de las expectativas.
Recientemente se ha señalado que una limitación importante de este enfoque consiste en considerar como desviados a los casos atípicos o que siguen otra secuencia diferente a la descripta por el modelo.
Un segundo modelo explicativo: " el enfoque de la rehabilitación" surgió en la década del 60´en los EE.UU. El mismo recibió adhesiones fuera de la comunidad científica durante los últimos años, ya que atribuye responsabilidad en la desocupación a quienes la padecen. Este enfoque atribuye las causas de la desocupación a razones psicológicas de los individuos. Su consecuencia más importante es la culpabilización de la víctima y el desvío de las políticas sociales hacia acciones asistencialistas y de aplicación tardía.
El tercer modelo fue desarrollado posteriormente por Marie Jahoda (1987). Conocido como el enfoque del trabajo funcional se apoya en la teoría denominada de "la privación". La autora, siguiendo a Freud, considera al trabajo como un vínculo principal del individuo con su realidad. Con la emergencia de la desocupación este vínculo se diluye al no contar con el papel organizador del trabajo para el "día de semana"; que permite la ubicación del individuo en la sociedad; asegurar un horizonte más amplio en el núcleo familiar, o para integrarse a esfuerzos colectivos. Al perderse estos subproductos beneficiosos del trabajo, afirma Jahoda, el desocupado ingresa en situaciones de incertidumbre que no tardan en expresarse en trastornos psíquicos leves.
Este enfoque ha sido criticado porque solo capta los "efectos beneficiosos" del trabajo y no considera que en muchos casos, el empleo precario produce consecuencias similares a la desocupación. Particularmente Fryer sostiene que el enfoque de Jahoda se basa en una visión del individuo como dependiente y adaptado a las necesidades funcionales de la sociedad. Si desde otro punto de vista, se considerara la naturaleza autónoma de los sujetos, el trabajo remunerado no es indispensable en términos de proporcionar un horizonte de realización y la construcción y el mantenimiento de la identidad pueden ser provistas por otras actividades que están por fuera del mercado.
En los últimos años se está proponiendo un modelo explicativo (Ezzy,1993) basado en la desocupación como status de pasaje. Este enfoque prioriza tal como lo hacemos en esta investigación la idea de que es preciso captar la situación de la desocupación desde la perspectiva de quienes la padecen. Se trata de un modelo orientado a captar la capacidad de agencia del individuo. Ello implica, incorporar al análisis aquello que el individuo hace para enfrentar su situación de desocupación, junto a los antecedentes biográficos y la percepción del grado de control que tiene sobre la situación.
Ello implica comprender la carencia de trabajo como situación transicional diferenciando entre desocupación y pérdida de empleo. El autor explora las similitudes entre la pérdida de empleo y otras situaciones vitales en las que también se experimentan pérdidas: divorcios, duelos, enfermedad, fracasos personales. En cada una de estas pérdidas los sujetos experimentan un "pasaje" que cuenta con un status social reconocido, al punto de estar acompañado por ritos, formas de apoyo o inclusive ceremonias que pretenden hacer más tolerable el sufrimiento por la pérdida.
Los pasajes integrativos que son destinados a favorecer el ingreso a una estructura social bien delineada (matrimonio, creencia religiosa, afiliaciones políticas y otras) suelen ir acompañados de ceremonias que refuerzan la seguridad y autoestima de quien atravieza el pasaje pero no generan impacto en sus condiciones de salud.
En cambio, quienes atraviesan pasajes de desintegración o exclusión expresan en sus condiciones de salud cambios negativos: la ruptura significa una interrupción en la construcción y mantenimiento de la identidad y comienzan a verse los efectos negativos de los pasajes de exclusión: disminución de la autoestima, dudas acerca de las propias capacidades y destrezas, ansiedad, angustia, depresión.
Si tuvierámos que establecer algunas conclusiones con respecto a las consecuencias de la desocupación sobre la vida familiar y social el primer aspecto significativo se refiere a los distintos pasajes de la ocupación a la desocupación que experimentan trabajadores con inserción laboral estable e inestable.
Tal como lo hemos expuesto en todo el desarrollo anterior para los trabajadores estables, el tránsito del empleo al desempleo es un pasaje de exclusión porque significa una amenaza a su identidad construída años atrás en términos del oficio, la calificación, el puesto y la empresa en la que trabajaban, porque muy pocos acceden a una cobertura social digna, porque el empeoramiento de sus condiciones de vida implica no poder mantener lo que se construyó en el pasado e incluso tener que renunciar a una escolaridad mayor para los hijos.
Para los trabajadores inestables, la desocupación implica el pasaje hacia una zona cercana a la "desafiliación", porque ya desde hace mucho tiempo que no había una cobertura contra el riesgo y además se complica en términos de una disminución del horizonte de temporalidad de las familias. Ya no hay un presupuesto mensual y el horizonte temporal pasa a ser la supervivencia diaria en este punto, la recurrencia a la asistencia social (básicamente ayuda alimentaria) pasa a ser un recurso de supervivencia indispensable para estas familias.
En ambos grupos se observan consecuencias muy importantes en la vida familiar en términos de cambios en la conformación de los hogares, emergencia de la desocupación de otros miembros del hogar (que inician la búsqueda activa de empleo) y dificultades para sostener la escolaridad de los hijos. Estos cambios en la estructura de los hogares y en los roles económicos producen importantes cambios en las relaciones de género y ponen en cuestión las representaciones clásicas sobre la masculinidad y la femineidad.
La baja cobertura de las políticas de empleo, pone a los desocupados en situación de riesgo de privación absoluta, lo que genera que estén en peores condiciones de negociar su ingreso a nuevos trabajos y genere un mecanismo adicional de disciplinamiento social.
En relación a la recurrencia a redes, se observa la persistencia de comportamientos asociativos, que aún en contextos de crisis y sobre todo, con grandes dificultades para conseguir apoyo estratégico por parte del Estado se mantienen como forma de no perder toda esperanza.

 

 


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