EL PAISAJE CULTURAL COMO HERRAMIENTA EN LA GESTION DEL HABITAT Y EL TERRITORIO

Autores:

Dr. Matías Esteves1- INCIHUSA, CONICET, CCT Mendoza / FADU, UM.

 Arq. Romina Sales – IADIZA, CONICET, CCT Mendoza

 Geog. Matías Ghilardi- IMESC-IDEHESI, CONICET, Mendoza / FFyL, UNCuyo Dra. Julieta Dalla Torre- IMESC-IDEHESI, CONICET, Mendoza / FCPyS, UNCuyo

 1Av. Adrián Ruiz Lean s/n. Parque Gral. San Martin, Mendoza (CP 5500) T el: +54 0261-6939490 – email: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo./

Palabras claves:Paisaje cultural, Hábitat, Ordenamiento territorial, Tierras secas noirrigadas

 

Resumen

Se analiza al paisaje cultural como herramienta clave en la comprensión y gestión del territorio. Diversos autores señalan al paisaje como la percepción vivencial del territorio y como un producto social, lo que involucra indefectiblemente a los pobladores como actores claves en la comprensión de la dinámica territorial y el paisaje resultante. Además, en la consecutiva reorganización del territorio se plasman aspectos materiales e intangibles desde donde resulta factible indagar en los aspectos locales que caracterizan a un determinado paisaje. Por ello se considera que reconocer y poner en valor la singularidad de lo local enriquecería el abordaje y las políticas de gestión del territorio y el hábitat. El objetivo del trabajo es analizar el paisaje cultural para indagar en la importancia que adquiere lo local en la gestión del hábitat. Se selecciona como caso de estudio el poblado de Lagunas del Rosario, localizado en las tierras secas no irrigadas del noreste de la provincia de Mendoza. Este caso resulta relevante ya que presenta características distintivas como el acceso comunitario a los bienes naturales y la participación activa de la población en la construcción del hábitat. Se utilizan metodologías cualitativas desde rastreo bibliográfico, entrevistas en profundidad y observación directa. Del análisis se obtienen lineamientos para poner en valor los aspectos locales en la construcción del hábitat como elementos claves para asegurar el éxito de las políticas de gestión del territorio.

Introducción y definiciones conceptuales

En el presente trabajo se analizan las características del hábitat de tierras secas no irrigadas desde la consideración del concepto de paisaje cultural. El objetivo radica en analizar al paisaje como herramienta para indagar en la importancia que adquiere lo local en la gestión del hábitat y del territorio. Para ello se ha seleccionado como caso de estudio el Distrito de Lagunas del Rosario en el noreste de la provincia de Mendoza, emplazado en las denominadas tierras secas no irrigadas. El sector de estudio presenta grandes transformaciones territoriales e históricamente ha sido habitado por la comunidad Huarpe de Lagunas del Rosario con características culturales propias que caracterizan a este grupo social, como son el acceso comunitario a los bienes naturales y la participación activa de la población en la construcción del hábitat1.

 

 En la provincia de Mendoza de acuerdo a la disponibilidad de agua superficial se reconocen dos áreas principales en torno a la construcción del territorio. Por un lado las tierras secas irrigadas –oasis- que representan el 4,8% de la superficie total provincial (Gobierno de Mendoza, 2013) y que concentran el 95% de la población. Por otro lado, las tierras secas no irrigadas que se presentan como espacios carentes de agua superficial y con escasa población, pero que involucran el 95% de la superficie provincial. Interesa remarcar esta diferencia ya que la legislación vigente reconoce estas dos situaciones aunque se tiende a homogeneizarlas hacia el interior de cada una. De hecho, los espacios no irrigados son caracterizados principalmente como espacios segregados y sometidos a condiciones de pobreza. El texto denominado “Directrices para el Ordenamiento Territorial de las áreas rurales de Mendoza” elaborado por la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable y la Agencia Provincial de Ordenamiento Territorial (2014), caracteriza a las tierras secas no irrigadas como territorios que “Socialmente se encuentran afectados por procesos de pobreza, emigración rural, pérdida de identidad cultural local, tenencia de tierras; ambientalmente por el avance de la desertificación, salinización, aguas claras, desforestación; y económicamente por la confrontación de actividades económicas y áreas naturales protegidas, falta de rentabilidad y sustentabilidad de las actividades económicas locales, pérdida de productividad y por la interconectividad de estas zonas con los principales centros urbanos y la inexistencia y/o de servicios e infraestructura”, a lo que agrega luego que “históricamente ha sido integrada desde la marginalidad

 (…)  y cabe en la actualidad, fijar la atención en el mejoramiento de las condiciones de vida de los pobladores y en la detención del proceso de desertificación, contando para ello con un Estado fuerte que concentre sus esfuerzos en cerrar la brecha de la desigualdad” (2014:42).

 1 Este trabajo se realizó con fondos y dentro del marco del proyecto de investigación de la Secretaría de Ciencia, Técnica y Posgrado –UNCuyo- Ordenanza Nº 25/2016-C.S.

En materia legislativa en la provincia de Mendoza respecto a la inclusión del concepto de paisaje en las políticas de intervención del territorio y proyectos de ordenamiento territorial, el principal antecedente donde se evidencia la inclusión del concepto de paisaje es la Ley N°6045/93, que se vincula exclusivamente con la protección de Áreas Naturales Provinciales y sus ambientes silvestres. En sus objetivos se busca conservar “paisajes de excepcional belleza o valor creados por el hombre” (Esteves y Sales, 2014) aunque no se observan lineamientos que involucren las percepciones de los pobladores. Posteriormente en la Ley de Ordenamiento Territorial y Usos del suelo (Ley N°8051/2009) no se contempla al paisaje como herramienta para la gestión y acción territorial y solo aparece tímidamente referenciado a la conservación de paisajes rurales, aunque no explicita hacia qué sectores en concreto se refiere o qué elementos deberían conservarse. Por ello se parte del supuesto de que las políticas de abordaje e intervención del territorio deberían considerar otras miradas, que tengan que ver con la inclusión de las percepciones de los pobladores ya que en su cotidianeidad habitan e interactúan de forma permanente con el territorio.

 

Se comienza conceptualizando respecto al paisaje ya que esta noción involucra por un lado, la realidad material de un determinado territorio y, por otro lado, implica la consideración de aspectos intangibles de la población que habita y construye esos paisajes. En esta línea autores como Nogue (2007) coinciden en señalar al paisaje como “un producto social” y en documentos como el Convenio Europeo del Paisaje lo define como “cualquier parte del territorio, tal como es percibida por las poblaciones, cuyo carácter resulta de la acción de factores naturales y/o humanos y de sus interrelaciones” (CEP 2001:107), donde queda manifiesto que el paisaje abarca a la naturaleza y a la cultura como una dualidad. Es decir que el paisaje implica una posición unificadora frente a la dicotomía naturaleza-cultura.

 Zusman afirma que “el paisaje sería una noción adecuada para captar la forma en que todas las personas comprenden y se insertan en el mundo material que las rodea” (2008, p.287). Esas formas no son fijas sino dinámicas y muestran los procesos de transformación y cambio (Pastor et al, 2014). Ciertamente, el paisaje como expresión de la interacción dinámica entre naturaleza y cultura, da cuentas de una consecutiva reorganización del territorio en la búsqueda de adaptar su uso y estructura espacial de acuerdo a las demandas de la sociedad (Antrop, 2000; 2004). Por ello, “el paisaje es un concepto clave en el abordaje de investigaciones referentes a la configuración territorial, establecimiento de redes y escalas espaciales, percepción, intervención y/o manejo de la naturaleza, que permite conocer cómo las colectividades humanas han visto e interpretado el espacio inmediato, como lo han transformado y como han establecido vínculos con él” (Urquijo Torres, 2009:230). Siguiendo estos postulados, la consideración del paisaje como herramienta en la gestión del hábitat y el territorio implica la articulación de aspectos económicos y sociales de los individuos o grupos en interrelación permanente con los aspectos ecológicos en cada lugar. De hecho la visión del conjunto no deriva de una simple suma de las partes, sino que nace de las relaciones entre las partes (Castiglioni 2007 en Castro, Aldunate y Varela: 2012).

 

En este sentido el paisaje cultural como construcción social es un producto en constante transformación y se convierte en una herramienta importante para aportar a la comprensión de la construcción del hábitat, donde quedan plasmadas las marcas que los actores imprimen en el territorio y que dan cuenta del recorrido de muchas generaciones dejando en evidencia la relación naturaleza-cultura a lo largo del tiempo.

Metodología

 

Se recurrió a métodos desde el enfoque cualitativo –observación participante y entrevista en profundidad- utilizados en el trabajo de campo2 , con la finalidad de indagar en la configuración del hábitat, las actividades productivas que se realizan y examinar desde la visión de los pobladores a las políticas que involucran al hábitat.

La observación participante permitió realizar la caracterización de las viviendas mediante su relevamiento gráfico. De esta manera se obtuvieron datos concretos sobre la materialidad y técnicas constructivas, a la vez que se indagó en las formas de configuración del hábitat.

 La entrevista en profundidad hace referencia a la entrevista cualitativa de carácter flexible, dinámica y abierta (Taylor & Bodgan, 1992) con la finalidad de obtener información de los habitantes sobre las prácticas socioculturales, las técnicas constructivas, mano de obra y el desarrollo de las actividades productivas. Se pretendió mediante este método obtener información que no se puede observar directamente, necesario para entender los procesos que inciden en la configuración del hábitat, las percepciones de los habitantes y la forma en que las políticas estatales intervienen el territorio.

2   Los datos empleados en este trabajo provienen principalmente de investigaciones realizadas anteriormente en el marco del doctorado en Arquitectura y Urbanismo, Universidad Nacional de San Juan.

La selección de los informantes se realizó en base a un muestreo intencional considerando a los actores relevantes que son reconocidos como tal por la comunidad donde según el recurso bola de nieve. Aunque se visitaron todas las viviendas en el caso de estudio, se trabajó con aquellas en donde fue posible acceder a los usuarios para entrevistar (ya que muchos migran temporalmente por trabajos temporales), y a su vez donde los usuarios se mostraron interesados en colaborar con datos respecto a su cotidianeidad. Al momento se entrevistó un total de 15 pobladores y a diversos agentes estatales que trabajan de forma directa con la comunidad.

 

Caracterización del sector de estudio

El distrito de Lagunas del Rosario, Departamento de Lavalle, se localiza en el extremo noreste de la provincia de Mendoza (Latitud: 32°8’ S; Longitud: 68°11’ O). El sector se emplaza en la diagonal árida sudamericana de tierras secas y se trata de una amplia llanura árida que se estructura por médanos que forman cadenas continuas de hasta 20m de altura alternadas con depresiones y hondonadas y actualmente es afectado por fuertes procesos de desertificación (Roig et al, 1991). Figura 1.

 

FIGURA 1: Localización de la zona de estudio en el contexto provincial. En rojo se señala la ubicación del poblado de Lagunas del Rosario dentro de las tierras secas no irrigadas.. FUENTE: SIG DESERT – LaDyOT / IADIZA

Los suelos son arenosos y profundos con fuertes concentraciones arcillosas en los bajos (Torres, 2008). Son justamente éstas características del suelo las que dificultan las comunicaciones y tránsito por la zona, además de la provisión de servicios e infraestructura. El área de estudio presenta clima de tipo desértico-semidesértico. Las temperaturas registradas en la zona presentan una máxima absoluta de 42ºC en verano y una mínima absoluta de hasta -10ºC en invierno, con grandes amplitudes térmicas, tanto diarias como anuales. El régimen de precipitaciones se caracteriza por la presencia de tormentas convectivas de verano, aunque anualmente se registran entre 50mm y 200mm de lluvia dependiendo de la zona (Estación Encón- El Retamo, 1978).

Al interior del caso de estudio, la población se localiza de dos maneras: Por un lado, de forma dispersa en torno a antiguos complejos lacustres, actualmente secos (Chiavazza y Prieto, 2004). Por otro lado, de manera agrupada conformando pequeños poblados sobre la margen del rio Mendoza, actualmente sin correntía superficial de agua. En esta última forma de asentamiento se centra este trabajo, donde el poblado de Lagunas del Rosario se caracteriza por la presencia de hasta 40 viviendas conectadas entre sí mediante una red de senderos, lo que imprime la imagen de “poblado urbano”, frente a la forma de asentamiento disperso que históricamente presentó la comunidad Huarpe. Esta forma de asentamiento se originó en el tiempo devenido por los grandes cambios territoriales causados principalmente por la falta de agua superficial y la desertificación que limitó las actividades productivas que se desarrollaban en el sitio –agricultura y pesca- (Roig et al, 1999) y que actualmente se caracterizan por ser economías de subsistencia, donde resaltan la cría extensiva de ganado caprino, la realización de artesanías y actividades extraprediales temporales en los poblados urbanos cercanos. De acuerdo a las entrevistas realizadas, los pobladores comenzaron a construir su vivienda en torno a la Capilla del Rosario –hito histórico que caracteriza a la comunidad y que se vincula directamente con aspectos materiales y simbólicos de la cultura Huarpe- debido a que en este sector se han concentrado históricamente las acciones del Estado hacia la comunidad. Esta situación se refuerza en el hecho de que al Estado le resulta más alentador y factible la distribución de bienes y servicios hacia un sector determinado del territorio que hacerlo hasta viviendas dispersas. Por ello el agrupamiento ha resultado estratégico a los fines de disponer de servicios e infraestructura estatal.

Actualmente el poblado de Lagunas del Rosario cuenta con servicio de red eléctrica monofilar (inaugurado en 1999) y red de agua desde el denominado “Acueducto del Desierto”, una infraestructura que distribuye agua desde Gustavo André (ultimo distritoirrigado) hasta los poblados localizados en las zonas no irrigadas del noreste de Mendoza (Desde 2010). Cabe resaltar que el servicio no es constante (solo unas horas al día), lo que obliga a los pobladores a almacenar agua para disponerla durante toda la jornada. También se encuentra la escuela primaria y secundaria, centro de salud y registro civil.

Como se mencionó anteriormente, si bien el poblado intenta brindar una imagen más “urbana”, las actividades productivas que actualmente se desarrollan lo involucran indefectiblemente con lo rural. Desde esta situación nos centramos para analizar al paisaje cultural y las políticas que involucran a la construcción del hábitat en este sector del árido mendocino, ya que por un lado aparecen las acciones estatales respecto a las actividades productivas. Por otro lado, se hacen presentes políticas vinculadas a la construcción del hábitat que se centran en brindar mejoras a las unidades existentes desde la provisión de materiales de construcción. Se consideran estas dos categorías de análisis como indivisibles, en sintonía con el concepto de vivienda rural en la zona de estudio, donde varios autores la han definido como unidad de habitación a la vez que unidad de producción, donde se vincula de forma indisoluble la vida familiar con el trabajo (Pastor, 2005; Esteves, 2016). Por ello se estudian entonces las políticas vinculadas con la materialización de la vivienda y aquellas dirigidas hacia las actividades productivas.

La materialidad en la construcción del hábitat

La vivienda del poblado de Lagunas del Rosario se configura como una secuencia de locales contiguos sin lugar destinado a la circulación directa. Entre los materiales constructivos empleados sobresale el uso de tierra sin cocer: adobe y quincha para los muros, aunque en algunas vivienda se encuentran habitaciones o muros realizados con ladrillos. En todos los casos las uniones entre mampuestos se realizan con barro.

La totalidad de las viviendas presentan la cubierta conformada a un agua con mínima pendiente y su estructura se materializa mediante rollizos de álamo y sobre estos se dispone de una “parrilla” de caña (Arundo donax) y finalmente una torta de barro, donde por el lado exterior es común encontrar una lámina de polietileno para reducir la acción de la lluvia sobre la torta de barro. En el encuentro entre el muro y el techo es común encontrar un alero hacia donde escurre el agua.

Todas las viviendas presentan un espacio intermedio adosado que hace las veces de galería y que funciona como nexo entre el interior y el exterior, donde se realizan la mayor parte de las actividades cotidianas durante el día, tanto en invierno como en verano. Estos espacios se disponen preferentemente hacia el norte -a manera de aprovechar el recorrido solar y la incidencia de radiación durante el día en invierno y brindar protección solar en verano. Resulta habitual la autoconstrucción tanto para la construcción y ampliación como en el mantenimiento de la vivienda, donde participa toda la familia con ayuda de vecinos o parientes. Es decir que no existe la intervención de profesionales, a excepción de cuatro unidades realizadas en su totalidad con ladrillo y estructura de hormigón armado, que se corresponden con la casa del enfermero y del director de la escuela de la zona (construidas por el municipio), a lo que se suma que dos pobladores han construido frente a la Capilla sus viviendas con ladrillo3.

 

FIGURA 2: Fotografías del viviendas en el poblado de Lagunas del Rosario, donde se aprecian los materiales naturales empleados en la envolvente y la mano de obra local en la reparación de un muro de quincha. FUENTE: Autores. 

Respecto a la elección de los materiales constructivos a emplear, llama la atención que los habitantes conocen las bondades y problemáticas de cada material y muestran un conocimiento certero de las características de cada uno, en cuanto a su calidad, tiempo y frecuencia de mantenimiento y aislación térmica. A la vez que todos los entrevistados conocen las técnicas aplicadas a la construcción, con lo cual demuestran un uso extendido en la comunidad de las técnicas tradicionales, producto de su uso en el tiempo y del reconocimiento de los recursos naturales disponibles y sus características.

“Si nos trajeran paja la utilizaríamos y construiríamos con ella, pero no se consigue fácilmente en el mercado y el abono de caballo lo tenemos acá a mano. El adobe con paja es más resistente que con guano que se desarma más fácil y hay que estarlo manteniendo más seguido” (Poblador 9, 58 años. Trabajo de campo, 2014).

 “El adobe es mucho más barato que el ladrillo y más calentito en invierno. Ahora mismo está habitación de acá es de ladrillo y es muy helada y en el verano es caliente. Por eso mi hermano está haciendo ahora su puesto con adobe” (Poblador 15, 32 años. Trabajo de campo, 2015).

“Hice un curso con Rubén de arcilla y adobe para arreglar mi casa. Con los ladrillos que me dieron solo hice el baño, pero la casa la tengo con adobe porque el barro es aislante y el ladrillo no…vos te haces una casa de ladrillo acá y es la caldera del diablo. Entonces el barro es lo más fresco con la caña. Eso es lo mejor para acá” (Pobladora 2, 62 años. Trabajo de campo, 2014).

 En los relatos queda en evidencia que los habitantes manejan conocimientos que desde las Instituciones muchas veces quedan relegados o son menospreciados. A la vez de que los mismos pobladores advierten que desde la inclusión de algunos materiales industrializados se incide de forma negativa en la “calidad visual del paisaje” y en el mantenimiento de la tradición constructiva. Justamente desde el trabajo de campo es posible mostrar que los cambios en la materialidad implican percepciones y valoraciones en íntima relación con la modernidad y la “imagen” del lugar:

 “Hemos pactado entre los vecinos que quien quisiera construir acá debía ser de adobe como la Capilla, ser autóctono. Pero ahora están levantando una casa de ladrillo frente a la Capilla. Entonces eso a mí me cae mal porque nosotros hemos pactado que se iban a hacer todas casas de adobe y quincha”. (Poblador 1, 57 años. Trabajo de campo, 2013)

Respecto a las políticas que involucran a la vivienda, los pobladores comentan que el municipio reparte materiales constructivos con la finalidad de que los pobladores los utilicen en sus viviendas para mejorar la calidad constructiva. Con ese fin se registra la repartición de ladrillos, cemento, postes de madera, chapa acanalada de zinc, entre otros. Pero la cantidad de materiales entregados no alcanza para la construcción de una unidad habitacional y por ello es común encontrar materiales naturales en combinación con materiales industrializados. Esto genera ciertas dificultades técnicas,como es el caso de los ladrillos unidos con mortero de barro o la unión de la chapa acanalada con la torta de barro. Además no se ha constatado en el trabajo de campo la acción por parte del Estado de mano de obra especializada, es decir que las acciones se concentran exclusivamente en la repartición de materiales.

“En vez de ladrillos el municipio debería traer agua o paja para poder armar los adobes. Porque una casa de ladrillos acá no sirve, son muy calientes y desentonan con el lugar” (Poblador 3, 55 años. Trabajo de campo, 2013)

Las actividades productivas: El turismo como posible eje de desarrollo

 Actualmente las actividades productivas en la zona de estudio son de subsistencia y están muy vinculadas con la cría de cabras, actividad que se presenta como factible en contextos de desertificación. Aunque el aumento de la población en el poblado hace que cada vez haya más personas compitiendo por los recursos naturales, lo que ha provocado el decaimiento de esta actividad en detrimento de otras que van tomando protagonismo como la elaboración de artesanías, aunque aún presentan tímidas inserciones en el mercado provincial. Otra de las actividades que más realizan los pobladores consiste en el trabajo temporal en fincas emplazadas en las zonas rurales, donde adquieren un ingreso extra durante la época de cosecha.

En este trabajo interesó hacer foco en el turismo que se está posicionando como una posible actividad para el desarrollo del poblado y que vincularía a todas las actividades que actualmente se desarrollan. Los habitantes han tomado como referente a la Comunidad Huarpe de Asunción y el éxito que ha tenido la actividad turística allí, con la finalidad de organizarse y plantear un nuevo producto en tierras secas no irrigadas. Esta actividad se ha planteado en los últimos años ya que anteriormente se veía dificultada por la accesibilidad debido a que la ruta principal no estaba enripiada y no podía transitar cualquier tipo de vehículo. Para el desarrollo y organización de esta actividad cuentan con la asistencia técnica del municipio de Lavalle y el Ministerio de Turismo de la provincia de Mendoza.

 “A principios de 2014 vino un grupo de pobladores de Lagunas del Rosario que querían empezar a capacitarse en turismo, porque los fines de semana estaba llegando gente y por ahí ellos están haciendo sopaipillas y la gente querían comprarles la comida. Se dieron cuenta de que era una posibilidad que no estaban trabajándola y que podría ser un mejoramiento para su vida actual, otro ingreso. Entonces este año empezamos con cinco capacitaciones y el año que viene continuamos. Tenemos un cupo estable de 12 a 14 familias que se están capacitando en diversos temas con la finalidad de armar circuitos turísticos peatonales, a caballo y en vehículos. Además se pretende apostar por la gastronomía autóctona como platos únicos y la venta de artesanías” (Entrevista a funcionaría pública. Trabajo de campo, 2015).

 “Lagunas tiene la particularidad de que es un sitio único en la provincia y es totalmente diferente a lo que se ofrece en la ciudad (Entrevista a funcionaria pública”. Trabajo de campo, 2015).

Se busca poner en valor a la comunidad y sus valores culturales, donde el municipio apuesta a un circuito único en la provincia por el valor histórico que posee y como contracara a los oasis y la producción vitivinícola que hegemoniza la actividad turística. A su vez desde los productos turísticos a ofrecer en el poblado se buscan mejoras en otras actividades, como es el caso de la gastronomía típica (que implicaría mejoras en la cría de ganado caprino) y la venta de artesanías (que implicarían mejoras en el bosque nativo para la obtención de madera, a la vez que recuperar los saberes tradicionales vinculados con el manejo de fibras naturales y cuero). Figura 3.

FIGURA 3: Artesanías en madera y cuero. A la derecha se observa el ganado caprino.

FUENTE: Autores. 

Esta nueva actividad resultaría posible en el poblado por la presencia de infraestructura y servicios. A pesar de que deberían realizarse mejoras para adecuarlo frente a los requerimientos turísticos, el sitio ya cuenta con churrasqueras, espacios de sombra, juegos infantiles y centro de salud. A su vez, el auge turístico se constata desde la Fiesta de la Virgen del Rosario que se celebra en el poblado y que cada año adquiere más relevancia e incorpora más adeptos4.

4En 2015 asistieron alrededor de 20.000 personas (Los Andes: 2015).

En búsqueda de adaptarse y hacer frente a los nuevos desafíos se observa que, en general, los pobladores de Lagunas del Rosario están bien predispuestos hacia los proyectos del Estado. Sobre todo en aquellos que tienden a implementar mejoras en el ecosistema natural y que repercuten en el desarrollo de las actividades productivas. En las entrevistas resaltan que el Estado debería contemplar sus necesidades reales, que tienen que ver con la comprensión y significado de su cultura y de las diferentes actividades que se dan al interior del caso de estudio, ya que reconocen la importancia que implica su formación permanente respecto a las actividades productivas que realizan y las formas en que podrían hacer frente a nuevos obstáculos.

 “Antes venían del PSA [Programa Social Agropecuario] y daban capacitaciones. También venía seguido un veterinario. Después con el problema de límites entre provincias dejaron de venir y ahora hay que llamarlos para que vengan” (Pobladora 13, 40 años. Trabajo de campo, 2015).

 

“Ahora no dan tanta capacitación por las cabras sino que se hacen reuniones para los subsidios. Se forman grupos y otorgan plata para diferentes proyectos, como abrir perforaciones para agua o algo relacionado” (Poblador 14, 61 años. Trabajo de campo, 2015).

 

“En la zona de Lagunas los pobladores nos han hecho hasta notas pidiendo que por favor se hagan capacitaciones para el manejo y cuidado de la cabra. Pero esto muchas veces se dificulta porque acá te plantean que es un retroceso volver a hacer algunas capacitaciones porque nos dicen que si ya se hicieron en una época, ¿para que lo van a hacer de vuelta?. Para mi es una mirada muy cuadrada de la Institución porque la gente y las necesidades van cambiando. Ahora los hijos se encargan del puesto y la gente quiere volver a hacer las capacitaciones” (Entrevista a empleado público. Trabajo de campo, 2015).

Conclusiones

 En el paisaje cultural se combina el recuerdo de épocas pasadas desde la propia experiencia de los pobladores y desde algunas historias de los antepasados con las actuales expectativas respecto a mejoras en el desarrollo del poblado, donde para los habitantes la interacción con el Estado resulta crucial para obtener mejoras, tanto en materiales como de capacitación. A lo que se suma que la resultante constructiva que actualmente existe en el poblado donde prima el uso de materiales naturales responde a la cultura del grupo social y al traspaso de conocimientos entre generaciones, aspectos que aportan a la identidad y la cultura del territorio. En este sentido se coincide con Porto Gonçalvez cuando expone que “el territorio y el terruño son un locus, un espacio en el que se asienta la cultura apropiándose de la tierra: simbolizándola, significándola, marcándola, geo-grafiándola (2001, p.302). Además se observa un reconocimiento de las características de los materiales que inciden en la habitabilidad interior de las viviendas respecto al clima exterior que no resulta un dato menor en tiempos donde la sustentabilidad se encuentra a la orden del día.

 

Resulta ínfima la interacción entre políticas y organismos estatales que atiendan de manera coordinada o conjunta a las actividades productivas y el desarrollo del hábitat. En este sentido si bien el turismo podría posicionarse como una actividad fuerte en la zona, secundariamente debería implicar mejoras en las viviendas que justamente tengan que ver con el rescate de la tradición constructiva y la puesta en valor de la identidad del lugar. Por ello las acciones o políticas en las intervenciones hacia el sector deberían incluir los conocimientos de la población local así como su capacitación y participación activa, ya que “los pobladores son el mayor recurso de las tierras secas no irrigadas” (Abraham y Salomón, 2014:63) por ser quienes construyen, habitan y dan sentido al territorio, plasmando vivencias y valores.

El paisaje cultural de la comunidad de Lagunas del Rosario se comporta como antecedente para desalentar las normativas que tiendan a la consideración homogénea del territorio. Sino que por el contrario, desde la flexibilidad prestar atención a las diferencias que podrían contribuir a un diagnóstico mucho más real para la toma de decisiones y para asegurar el éxito de las intervenciones. En la construcción del hábitat los pobladores despliegan diferentes estrategias e invierten su potencial disponible (mano de obra, técnicas y saberes tradicionales y capital económico) y por ende, en el abordaje del territorio y el paisaje deberían considerarse parámetros o indicadores factibles de ser alcanzados por los pobladores rurales de tierras secas no irrigadas y prever metodologías acordes a su realidad social y económica en interacción con el ecosistema natural. Por ello respecto a las políticas de ordenamiento territorial y gestión del hábitat, la inclusión del concepto de paisaje permitiría involucrar a los aspectos locales en la construcción del hábitat que evitaría caer en generalizaciones o caracterizaciones erróneas empleando conceptos tales como pobreza, segregación, rancheríos o pérdida de identidad cultural local.

 

 

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