Ciudades intermedias, un recurso para el equilibrio territorial. Caso de estudio: Valles de Cochabamba, Bolivia

Roxana Tapia Uriona[1]

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Resumen

Frente a la tendencia de crecimiento macrocefálico de las ciudades latinoamericanas, surge el reto de equilibrar el territorio a partir del fomento al desarrollo de las “ciudades intermedias”; el artículo analiza el concepto de intermediación de un nodo-ciudad, identificación del rol territorial, jerarquía dentro el sistema de ciudades y las sinergias que pueden producirse en el territorio a partir de la buena gestión de las cadenas productivas.

Analiza el estudio de caso de los valles de Cochabamba en Bolivia, centrándose en el reconocimiento histórico de sus características como centro de producción agropecuaria, la construcción de un imaginario colectivo sobre la identidad asociada a la tierra fértil de los valles, el fortalecimiento del rol productivo en los planes estratégicos de la ciudad y los proyectos de envergadura ligados a la producción, acopio, almacenamiento y comercialización de productos de la zona de los valles cochabambinos.

Identificadas las posibilidades de la región para la recuperación de la actividad productiva agropecuaria en los valles cochabambinos y por ende, el fortalecimiento de toda la red de ciudades del territorio, se establecen algunos de los retos importante a superar por la región, para alcanzar el equilibrio territorial en su conjunto.

Palabras clave

Rol territorial / Ciudad intermedia / Ciudades latinoamericanas / Sistemas territoriales / Redes de ciudades / Jerarquía Urbana /  Metabolismo territorial / Cadena productiva


La tendencia de crecimiento macro cefálico del territorio en los países latinoamericanos, ha dado como resultado una a dos grandes ciudades por país y un territorio fuertemente desequilibrado; cabe destacar que de las diez ciudades más pobladas del mundo, dos pertenecen al territorio latinoamericano con más de veinte millones de habitantes, un indicador bastante importante y a la vez preocupante, porque evidencia un problema que está sobre nuestra mesa y que ya no solo es cuestión de un crecimiento acelerado, sino que el tamaño desmedido de estas ciudades empieza a importar y preocupar, porque están rompiendo límites que no solamente son municipales, sino que empiezan a ocupar territorios de otros estados, como es el caso de México D.F., complicando la gestión de la ciudad a diversas escalas administrativas; de igual forma, el fenómeno de las grandes masas de migraciones campo-ciudad y/o ciudad-ciudad con la expectativa de una mejora en la calidad de vida y oportunidades laborales, traducidas en la búsqueda de ese derecho a la ciudad del que nos hablaba Henry Lefebvre, se van diluyendo en la medida que estas ciudades van creciendo y no son capaces de cubrir las necesidades de su nueva población, creando grandes bolsas de pobreza en los slums, que se alejan completamente de esa idea inicial del derecho a la ciudad que se buscaba.

Fernando Chueca Goitia en su libro Breve Historia del Urbanismo, nos explica el origen de los slums en las ciudades europeas, principalmente en las ciudades británicas, donde la pujante actividad económica de la industria de los últimos años del siglo XVIII y el siglo XIX, había creado grandes áreas de residencia, para la que podríamos llamar la maquinaria humana que trabajaba en las diversas fábricas industriales; todos los trabajadores, obreros, empleados, etc. vivían en áreas de descanso residencial, en barrios obreros que la ciudad industrial llamaba slums o factorías.

En la ciudad latinoamericana, existe un vacío en relación a la época industrial, Manuel Castells uno de los autores más entendidos y leídos sobre el desarrollo de Latinoamérica, analiza el progreso de las actividades económicas del continente y observa que la inicial actividad primaria extractiva, ya sea de minerales, hibrocarburos, agropecuaria, etc. da un salto directamente hacia las actividades terciarias o de comercio, sin desarrollar las actividades secundarias o de transformación de esa materia prima dentro de la industria, la ciudad latinoamericana no tiene industria, por lo tanto, no requiere de maquinaria humana.

Entonces, si las ciudades latinoamericanas directamente han pasado a ser de actividades terciarias, de comercio y de servicios, en realidad a quien sirven?, porque según la lógica de la economía, deberían desarrollar actividades comerciales y de servicios que complementen o apoyen a la actividad industrial o de transformación de materias primas, añadiéndole el valor agregado que hace que se inserte y circule dentro las dinámicas de la actividad comercial fundamentalmente. Existe un vacío en las ciudades latinoamericanas de esta ciudad industrial que ha sido reemplazada o interpretada, por grandes áreas de infraviviendas y comercio informal ligado a la pobreza, que se ha ido acrecentando de manera casi incomprensible, porque estas áreas simplemente han servido como espacios de supervivencia; hoy en día, estas áreas son parte del paisaje característico de la ciudad latinoamericana (…).

Más allá de estos cinturones de pobreza ubicados en las periferias de las grandes ciudades, empiezan a surgir en el territorio otros núcleos importantes que rompen con el desequilibrio territorial que produce la gran ciudad; como por ejemplo en el caso de la sabana bogotana, alrededor de la ciudad de Bogotá, empiezan a surgir nodos como las ciudades de Chía, Zipaquirá, Facatativá, etc. que al interrelacionarse entre sí, funcionan como una red de ciudades que crean sinergias, no dependencias, creando nuevas dinámicas en el sistema de producción que mueve la economía de todo el territorio de la sabana y donde la ciudad grande empieza a perder peso e importancia territorial; en consecuencia, el territorio tiende a equilibrarse a partir del desarrollo y fortalecimiento de las ciudades intermedias de la sabana bogotana.

Desde la Cátedra Unesco “Ciudades Intermedias: Urbanización y Desarrollo” dirigida por el Arq. Urb. Josep María Llop, se ha trabajado sobre el concepto de ciudades intermedias, desde un ángulo distinto al planteado en los años 80’s que entendía a las ciudades intermedias como una jerarquía regida por la cantidad poblacional; en cambio ahora, entendemos que el concepto de ciudades intermedias es abierto, ya que la construcción y especificidad de sus características, dependen de su entorno territorial.

Las ciudades intermedias cumplen un rol territorial que es el que determina el grado de intermediación, ya que solo así, se pueden garantizar los flujos económicos que crean estabilidad en el territorio.  

La accesibilidad y las comunicaciones regionales, determinan la jerarquía de la ciudad en el territorio, evidenciada además por el grado de urbanización alcanzado y el índice de compacidad que refleja la distribución dotacional de infraestructuras y equipamientos de la ciudad.

Otro indicador importante, es la capacidad de autogestión de estas ciudades, donde las estrategias de desarrollo están dirigidas a la consolidación y evolución de la ciudad hacia un desarrollo más sostenible, una ciudad más vivible, más cercana al ciudadano y de escala humana.

Resumiendo, cuanta más cercanía tenga el ciudadano a los equipamientos e infraestructuras, mayor será la consolidación de la ciudad en el territorio, esto a su vez, determina un rol preciso para las ciudades en su región y establece jerarquías territoriales en función del rol que cumplen dentro las dinámicas económicas producidas, bajo el soporte de una red de ciudades-nodos.

Hasta este momento, se ha hablado de ciudades grandes y ciudades intermedias latinoamericanas, pero es importante destacar el fenómeno de las que algunos autores han denominado como ciudades de segundo rango[1] o segundas ciudades latinoamericanas. Ciudades que sin ser capitales o las de mayor rango del país, han crecido de tal forma que se han insertado en los flujos y dinámicas de la economía mundial, independientemente de la ciudad central, consolidándose inclusive como ciudades globales[2] en la lógica de Saskia Sassen (1991); casos como el de Río de Janeiro en el Brasil, Guayaquil en el Ecuador, Medellín en Colombia, etc. ponen sobre el territorio más preguntas acerca de estos roles dentro la economía de los países. No se sabe hasta qué punto estas ciudades entran en el rango de ciudades grandes o todavía puede calificárselas de intermedias en relación a la función que cumplen de intermediación con la economía global dentro el territorio nacional.

Caso de estudio: Valles de Cochabamba, Bolivia

Bolivia es un país que tiene en la actualidad cerca de 10 millones de habitantes; haciendo una relación sencilla, solo en la zona urbana de Bogotá viven 9 millones y tantos de habitantes, prácticamente todos los bolivianos podrían vivir en la superficie que ocupa la ciudad de Bogotá; pero el territorio boliviano tiene cerca de un millón de kilómetros cuadrados, es un territorio inmenso para una cantidad de población muy reducida.

El eje principal del desarrollo boliviano, está conformado por tres ciudades principales, representativas además de cada piso ecológico del país: en la zona del altiplano andino, la ciudad de La Paz, asume la capitalía político-administrativa del país, concentrando diversos servicios de la administración pública, la gestión privada, la economía, las relaciones internacionales, etc.; en los llanos orientales, la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, es el motor de la economía boliviana, concentrando en su territorio la industria del país y el pujante comercio exportador; y en los valles centrales del país, la ciudad de Cochabamba, es la que abastece de servicios complementarios a las actividades de las ciudades de La Paz y Santa Cruz de la Sierra. Como dato curioso, la ciudad de Sucre capital histórica del país, no hace parte de este eje de desarrollo y se mantiene como atractivo turístico del país, manteniendo una escala urbana contenida.

Según los datos preliminares del último Censo 2012, tanto La Paz como Santa Cruz de la Sierra tienen alrededor de 2’700.000 habitantes, una cantidad poblacional similar a pesar de cumplir un rol completamente distinto en el territorio, ambas tensionan la ocupación territorial en el occidente y el oriente del país logrando un cierto equilibrio a nivel nacional; en medio de todo esto, se encuentra Cochabamba con una población cercana a los 2 millones, estratégicamente ubicada como nodo intermedio de la comunicación entre ambas ciudades, funciona como una rótula que articula el territorio.

Cochabamba es una ciudad intermedia por excelencia, actualmente, articula el eje central de desarrollo del país La Paz – Cochabamba – Santa Cruz y a pesar de la propuesta de un nuevo eje de desarrollo, protagonizado por los departamentos tradicionalmente rezagados Beni – Pando – Tarija a partir de la explotación del gas y otras materias primas, Cochabamba seguirá siendo protagonista en la articulación del territorio por su ubicación geoestratégica, todas las carreteras de Bolivia atraviesan su territorio, conecta el país de norte a sur y de oriente a occidente, es un nodo fundamental para el desarrollo económico, tiene la importancia territorial que la ha convertido en la tercera ciudad más importante de Bolivia.

Cochabamba está ubicada en los pliegues de descanso de la zona más ancha de la Cordillera de los Andes, en el centro geográfico de Bolivia; su territorio está compuesto por un 43% de suelo no utilizable correspondiente a la zona montañosa, del restante, el 27% todavía es suelo agrícola exclusivo, el 14% corresponde a las áreas urbanas, el 11% son áreas de bosques naturales y el 5% son cuerpos de agua.

Cochabamba está compuesta por tres valles principales: el Valle Bajo que tiene como capital a Sipe Sipe, el Valle Central que contiene a la gran ciudad de Cochabamba conurbada con otros municipios de alrededor: Quillacollo, Colcapirhua, Sacaba, Tiquipaya, etc., el Valle Alto que tiene a Punata y Cliza rivalizando por ser la capital de la zona agrícola más productiva e importante del país.

Antaño, la zona del Valle Central fue históricamente la huerta del país, irrigada por varias torrenteras y lagunas de acumulación que llevaban agua al valle desde la Cordillera de los Andes. El crecimiento urbano progresivo de la ciudad  de Cochabamba empieza a ocupar estos espacios de producción y el Valle Central empieza a perder importancia productiva; el Valle Alto en cambio, geográficamente ubicado en una gran explanada irrigada por las montañas de su alrededor, se convierte en la zona de más alta producción agrícola-pecuaria de la región.

En los valles cochabambinos el sistema de producción es bastante interesante, cada ciudad se especializa en un determinado producto, así Tiquipaya es la ciudad de las flores, Vinto la ciudad de la manzana, Colcapirhua la ciudad de la cerámica, etc. y de igual forma sucede en el Valle Alto donde San Benito es la ciudad de la pera, Arani la ciudad del pan, Cliza la ciudad de la chicha, etc. y Punata ejerce de punto de acopio de todo el valle, reminiscencia quizás de los antiguos Tambos precoloniales que recogían toda la producción del valle, la almacenaban y luego la comercializaban o repartían en todo el territorio del Collasuyo.

Revisando el timeline histórico de la ciudad de Cochabamba, se evidencia la alta importancia territorial productiva que siempre ha tenido, resaltar solo algunos datos: diez mil años antes de que llegaran los colonos a este valle, habitaban diversos pueblos pequeños repartidos por todo el territorio, eran esencialmente recolectores, alfareros y cazadores en un espacio conocido por ser un lugar de alta producción agrícola-pecuaria; durante la civilización del Tiahuanaco y el Imperio Incaico era una zona de producción y acopio de alimentos, para toda la región del Collasuyo[3], evidenciada por las ruinas de treinta silos de almacenamiento de comida en la zona de Incallajta, una fortaleza aparentemente militar desde donde se alimentaba a toda la región.

Cuando llegan los primeros íberos a la zona de Q’ochapanpa, no se posesionan simplemente de esas tierras como lo hicieron en muchos otros sitios colonizados, sino que tuvieron que comprar las tierras a los lugareños, 130 pesos de buena plata corriente pagaron por los terrenos aledaños a la Casona de Mayorazgo en 1552, compra registrada en los archivos de la Villa Imperial de Potosí, y que nos da a entender claramente que los lugareños entendían el alto valor que tenían las tierras productivas.

Cochabamba es fundada por primera vez por Gerónimo de Osorio en 1571, las hipótesis históricas apuntan a que fue fundada en la zona de la plaza de mercado donde se comercializaban los productos agrícolas y animales de la región a los pies de la colina de San Sebastián; a la muerte de Gerónimo de Osorio tres años más tarde, Cochabamba es fundada por segunda vez por Sebastián Barba de Padilla en 1574 bajo la normativa de las Leyes de Indias que trazan la actual Plaza de Armas de la ciudad, con los elementos propios de las colonias españolas: la iglesia, el cabildo y el consistorio, alrededor de una plaza central de vegetación y formas señoriales de donde salen las calles ortogonales, dibujando el tan característico damero de la colonia española; pero el interés está en la ubicación geográfica de la plaza, que sigue estando fuertemente ligada a la zona de producción de las Chacras de los valles cochabambinos.

Después de su fundación, se inicia un proceso de mestizaje intenso en la zona, evidenciado en el más antiguo registro censal de la zona de 1793, donde aparecen registrados 22.305 habitantes en total, de los cuales 6.368 son españoles, 12.980 mestizos, 1.182 indios, 1.600 mulatos y 175 negros, no es casual que la primera sublevación en contra la corona española, fuera liderada por el mestizo Alejo Calatayud que se sentía afectado por el cobro de altos impuestos en una región de gran producción.

La ciudad de Cochabamba, consciente o inconscientemente, siempre se ha reconocido como una ciudad de producción y acopio de alimentos, ha creado un imaginario colectivo que siempre hace referencia a esos sus orígenes, utilizando lemas que refuerzan esas sus características: Cochabamba la ciudad “granero de Bolivia” haciendo alusión a su producción, la ciudad “corazón de Bolivia” haciendo alusión a su ubicación geoestratégica, la ciudad de la “eterna primavera” haciendo alusión a su vegetación y clima benigno, la “ciudad jardín” haciendo alusión al colorido de su vegetación, la ciudad “para todos” haciendo alusión a su accesibilidad, la ciudad “corazón de la madre tierra” haciendo alusión a la Pachamama, diosa tierra de la fertilidad. Estos lemas, no solo han construido un imaginario colectivo muy ligado a la tierra, el agua y sus productos, sino que ha reforzado la identidad local, incluso se han visto reflejados en la visión y misión que se trazaba la ciudad en los planes estratégicos que planteaba el municipio.

El Plano Regulador Urbano de 1961, tenía como visión la construcción de la “Cochabamba Ciudad Jardín” a partir de la delimitación del centro histórico, la regulación de las zonas de crecimiento hacia las poblaciones cercanas de La Recoleta y Cala Cala, el establecimiento de la cota 2750 m.s.n.m. como límite norte de la ciudad y la inclusión de la Laguna Alalay dentro la mancha urbana; el Plan Director Urbano Regional de 1981, remarca la visión de “Cochabamba el Granero de Bolivia” entendiéndose como una región geoestratégica, incluye en su mancha urbana los crecimientos de conurbación hacia las ciudades de Quillacollo y Sacaba, establece que los Distritos Agrícolas de la ciudad son de competencia regional y por lo tanto, deben ser administrados desde las Prefecturas Departamentales, impulsa la actividad agropecuaria desde proyectos de gran envergadura como el Proyecto Múltiple Misicuni que dotará de aguas de consumo y riego a todo el sector de los valles, etc.; el Plan Municipal de Ordenamiento Territorial de 2009, apuesta por una “Ciudad para Todos” que reconoce e incluye dentro de la mancha urbana los crecimientos ilegales por encima de la cota límite 2750 m.s.n.m. y los distritos agrícolas como una estrategia de protección del medio ambiente y la protección de las fuentes de dotación de agua para la ciudad.   

No es de extrañar tampoco, que dentro de las grandes problemáticas urbanas de la ciudad de Cochabamba, aparezca encabezando la lista, la ocupación de suelo del mercado central “La Cancha” en pleno centro de la ciudad, probablemente uno de los más grandes de Latinoamérica de estas características. La producción, acopio, transporte, almacenamiento y comercialización de la gran variedad de productos agropecuarios de la zona, han desarrollado un mercado que ocupa espacios públicos y privados en una extensión inverosímil a los ojos de los urbanistas y que ha desarrollado problemáticas paralelas muy importantes como el tráfico, contaminación, precariedad, etc. Se han hecho muchos intentos de descentralización del mercado central a través de ferias distritales y mercados zonales que funcionan como las ferias de mercado tradicionales que aún persisten en los pueblos aledaños, donde cada día de la semana hay feria de mercado en las diferentes comunidades de la región, bajo esta misma lógica, se abren mercados zonales en la ciudad una vez a la semana y en diferentes días, esta estrategia acerca el producto al consumidor, evitando el tráfico, inseguridad, etc. y libera la congestión del mercado central; esta solución es interesante, pero tiene aún muchos retos por resolver como la tradición de la gente de ir a hacer el mercado al centro de la ciudad, la gestión de la basura, la redistribución del tráfico en días de mercado, etc.

El mercado central cochabambino que aparentemente es muy caótico y desordenado, guardan unas lógicas heredadas del acopio de productos y venta al mayoreo, del que se derivan zonas de mercado específicas para un tipo de productos: el mercado de las papas, el mercado de las frutas, el mercado de las verduras, el mercado de las artesanías, el mercado de las flores, etc. distribuidos al interior del gran mercado central por zonas fácilmente reconocibles y que le dan un orden singular.

Algo similar sucede en la ciudad de Punata, ubicada en el centro del Valle Alto cochabambino y que por su ubicación geoestratégica se convierte en el centro de acopio de toda la producción de la zona, esta estrategia acerca al productor a la comercialización por mayoreo que se distribuye después por todo el territorio nacional. Punata cuenta con un sistema de mercados impresionante considerando el tamaño de la ciudad, el mercado central está compuesto por  calles principales de la ciudad que unen un circuito de espacios de mercados especializados: la playa de ganado, la playa de granos, el mercado de la coca, el mercado de papas, el mercado de locotos, etc. cada producto, tiene un espacio determinado en la ciudad y que articulado con otros, conforman el circuito ferial más completo de la región.

A pesar de la aparente pérdida de importancia y abandono de la actividad agrícola en la región cochabambina, es importante remarcar que la agricultura sigue siendo uno de los pilares fundamentales de las exportaciones bolivianas, pero debe superar muchos retos para recobrar la fuerza y brío de antaño. Cochabamba es una zona de producción milenaria, fortalecida por un imaginario colectivo que la vincula a la tierra fértil, cuenta con mecanismos y espacios destinados al acopio y la comercialización a gran escala, etc. por lo tanto, el principal reto para sus autoridades es renovar y fortalecer este rol regional de producción de alimentos y criadero de animales, para la dotación alimentaria de todo el territorio nacional.  

La desertificación de tierras es un tema principal en Cochabamba y posiblemente la clave para renovar el rol de productor agropecuario regional; para combatir este fenómeno, hay que entender el territorio a través de su metabolismo económico y gestionar las cadenas productivas como elementos que entrelazan el sistema de ciudades de la región. Cochabamba produce alrededor de un 60% de desechos orgánicos, gestionados de manera inteligente, podrían convertirse en el fertilizante que poco a poco recupere a las cansadas tierras del Valle Alto, junto a la planificación inminente de la adaptación y mitigación al cambio climático que den como resultado, el logro de territorios resilientes y productivos.       

La falta de agua para riego es un problema que data de los años 70, más o menos, pero se materializa en el planteamiento del Proyecto Múltiple Misicuni en los años 80, como proyecto prioritario que pretende dotar de agua para consumo y riego a todo el Valle Central cochabambino, pasaron los años y el proyecto, sigue en proyecto con avances demasiado lentos. La llamada Guerra del Agua que tuvo lugar en Cochabamba hace más de una década, puso de manifiesto la importancia de este elemento en el valle cochabambino, a partir del rechazo masivo a la comercialización y privatización del agua, medida que significó un golpe muy duro para la gente que regaba sus huertos con aguas de la cordillera y que compartía las aguas con la comunidad por horas establecidas, estos productores siempre habían entendido que el agua era suya, de todos.

La Guerra del Agua fue posible gracias a la red de productores y regantes de la región, fue una revolución de los productores de la tierra que necesitaban agua para regar sus campos, a la que se sumaron los citadinos, constituyendo uno de los hechos históricos más relevantes de la región, por eso no es de extrañar que la Guerra del Agua se haya dado justamente en Cochabamba y que la revolución haya estallado por proteger uno de los elementos primordiales para la producción agrícola y pecuaria.

El abandono de la actividad agropecuaria, ligada al fenómeno de la migración campo-ciudad, ha desplazado también a los centros de poder económico de las asociaciones de productores, a las asociaciones de comerciantes. Recuperar la actividad agropecuaria pasa por proponer una gestión integral entre actores, que busquen reducir los altos costos de producción a partir de propuestas de reducción de la injerencia de los intermediarios, servicios compartidos, centros de acopio regionales, transporte pesado comunitario, etc.

Referencias bibliográficas

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§         HARDOY, Jorge Enrique y Tobar, Carlos. La urbanización en América Latina. Editorial del Instituto. Buenos Aires, 1969.

§         HARDOY, Jorge Enrique y Geisse, Guillermo. Políticas de desarrollo urbano y regional en América Latina. Ediciones SIAP. Buenos Aires, 1972.

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§         ONU-HABITAT. Estado de las ciudades de América Latina y el Caribe 2012. CGP Gráfica y Editora. Rio de Janeiro, 2012.

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[1] Mariana Debat en su tesis de maestría para la Universidad Politécnica de Cataluña (2008), “Relatos de otras ciudades. Idea de ciudad y transformaciones urbanas en ciudades de segundo rango latinoamericanas” analiza este tema a la luz de las características y el desarrollo de las ciudades de Córdoba y Rosario en Argentina.

[2]Saskia Sassen en su libro “The Global City: New York, London, Tokio. (1991)

[3]El Collasuyo abarcaba la zona sur del Perú, la zona suroeste de Bolivia, la zona norte de Chile y la zona noroeste de Argentina.

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[1]Arquitecta boliviana. Master en Desarrollo Urbano y Territorial, UPC Barcelona. Investigadora Catedra UNESCO “Ciudades Intermedias: Urbanización y desarrollo”. Directora de Arquitectura, UNIFRANZ. Editora de “Brasilia”, “Gestión y transformación de las ciudades en países en desarrollo”.

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