Un enfoque interdisciplinario y materialista
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- Categoría: Número 46
- Publicado el Miércoles, 16 Diciembre 2015 17:09
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"A diez años de su muerte" (Revista Noticias UNGS nº 71)
José Esteban Castro
Universidad de Newcastle
Reino Unido
Conocí a Alberto como estudiante de la carrera de Sociología de la UBA en 1985, mientras cursábamos Sociología Urbana en un momento muy especial: el retorno reciente a la vida democrática en el país. Recuerdo que con mi compañero de clases Gustavo Kohan coincidíamos en que cursar aquella cátedra era una experiencia novedosa y excitante, sobre todo porque nos ayudaba a pensar, con una claridad que pocas veces encontrábamos, cuestiones de la realidad material del proceso urbano-regional. Al poco tiempo, Gustavo y yo tuvimos el gratificante privilegio de convertirnos en ayudantes de la cátedra, un espacio que compartí hasta mi salida del país en 1990. Trabajar con Alberto Federico, con Federico Robert y con el resto del equipo fue una experiencia que sigo recordando con gran afecto y aprecio, sobre todo por su carácter formativo en los planos intelectual y político.
Uno de los elementos centrales en el análisis de Alberto era su énfasis en los procesos de producción y reproducción del capital, y muy particularmente, como señala Denis Merklen en su contribución a este homenaje, en la dimensión espacial de dicho proceso. En ese sentido, no se trataba de un análisis de “lo urbano-regional” como un objeto reificado, reducible a algunos de sus aspectos más aparentes, sino más bien de una conceptualización que permitiera explicar el momento urbano-regional como un producto, en flujo permanente, nunca estático, del proceso de producción y reproducción capitalista. Un aporte particularmente sugerente desde el punto de vista conceptual era la aplicación de la teoría marxista de la renta del suelo a los procesos de producción del espacio urbano, que se centraba en la discusión de autores como el colombiano Samuel Jaramillo. Rescato este tema porque, pese a su relevancia para la explicación de las dinámicas de producción capitalista del espacio urbano-regional, continúa siendo minimizado, cuando no directamente ignorado, en la literatura dominante a nivel internacional, incluyendo a buena parte de los autores que se sitúan en posiciones críticas del statu quo.
En mi análisis retrospectivo, ya durante mis estudios de posgrado fuera del país, comencé a valorar profundamente el enfoque interdisciplinario que caracterizaba a la cátedra, ya que se articulaban con grados elevados de precisión conceptual y base empírica elementos de la economía política, la historia económica, la geografía, la planificación urbana y la sociología. Esa experiencia fue para mí una verdadera inmunización contra ciertos reduccionismos con creciente peso en las ciencias sociales, como el hodiecentrismo (o como dice Norbert Elias, “el repliegue al presente”) o el constructivismo radical posmoderno que reduce al nivel discursivo los complejos entretejidos de procesos socio-físico-naturales. La cátedra que dirigía Alberto era ciertamente una cátedra materialista, si se me permite, en el sentido más elevado del concepto, porque no se trataba de un materialismo reduccionista. Cuando me fui del país en julio de 1990, Alberto me dio un fuerte abrazo y así es como prefiero recordarlo. Ya no tuve la suerte de volver a encontrarme con él.