Neuquén, ciudad intermedia y nodo regional. Trayectoria e impacto reciente de los hidrocarburos de reservorios no tradicionales

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Graciela Landriscini, Osvaldo Preiss, Ivana Rivero y Betiana Avella[1]

Facultad de Economía y Administración. Universidad Nacional del Comahue

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[1] El presente documento es parte del Proyecto E/100 “Dinámica productiva regional y economía urbana. Neuquén y su entorno. Trayectoria, evidencias y perspectivas de desarrollo”  del Sistema de Investigación de la Universidad Nacional del Comahue, que se desarrolla en el ámbito del Departamento de Economía de la Facultad de Economía y Administración.

  Introducción

Se exponen en el presente trabajo, cuestiones teóricas, evidencias y reflexiones acerca de los cambios operados a lo largo de las últimas décadas en la ciudad de Neuquén, capital de la provincia argentina del mismo nombre y en las ciudades de su entorno, y los más recientes, producto del nuevo desarrollo de los hidrocarburos de reservorios no tradicionales.[1]

A partir de la indagación acerca de la reestructuración de los sistemas urbano-regionales en los países desarrollados y en desarrollo, y de antecedentes de trabajos anteriores de los autores, se enfoca el caso de Neuquén como conurbación que es parte del sistema urbano de la Patagonia norte, sede del gobierno provincial y de organismos públicos nacionales, y nodo de los servicios de salud, educación, ciencia y técnica, de las concesionarias y operadoras a cargo de la explotación de los recursos energéticos, de empresas de la construcción y redes de distribución comercial, transporte y comunicaciones, y de servicios a la producción y financieros. Como centro gubernamental, constituye además un espacio de expresión, mediación y negociación política y social de una amplia zona de influencia. Ver Mapas Nº 1 y Nº 2.

Mapa Nº 1 Ubicación general del área bajo estudio


Mapa N° 2

 
[1] Antecedentes: Costanzo Caso y Landriscini, 2012; Fiorini et al, 2009; Gorenstein, et al, 2010; Gorenstein, et al, 2012; Gorenstein, Landriscini y Napal, 2013); Landriscini, Preiss y Costanzo Caso, 2012; Landriscini, 2010 y 2011; Napal, Hernández y Costanzo Caso, 2011; Preiss y Landriscini, 2011; entre otros).  
 
 En el transcurso de la investigación, se ha revisado la trayectoria histórica de la ciudad y los procesos recientes que profundizaron la primarización y terciarización de la economía provincial, en tanto han marcando continuidades y rupturas en su funcionalidad y centralidad, y en la dinámica de crecimiento.Ello ha permitido identificar los rasgos centrales de un proceso en el que se entrelazan cuestiones globales, nacionales y locales vinculadas con una economía provincial basada en la explotación intensiva de recursos naturales, y en el que la morfología y dinámica de los mercados, las distintas orientaciones de las políticas públicas, la construcción de infraestructura, la adopción de las nuevas tecnologías y, más recientemente, la exploración de los reservorios de hidrocarburos no convencionales, modifican el sistema productivo e institucional territorial, las pautas de vida y consumo y el asentamiento humano. Tales cambios significan, además, la ampliación del área de influencia de la ciudad, la suburbanización, y la intensificación de los vínculos interurbanos y urbano-rurales en distintas escalas, traducidos en flujos crecientes y continuos de personas, información y bienes y servicios, y en el reforzamiento y la reconfiguración de las funciones de intermediación de la ciudad capital en nuevas modalidades.La reestructuración productiva mundial, traducida en la conformación de cadenas globales de valor y en profundos cambios técnicos, laborales, políticos y sociales, y la incidencia de los movimientos migratorios, ha impulsado intensos procesos de urbanización y contra urbanización, y grandes transformaciones en las ciudades globales y en las áreas metropolitanas en distintos países y continentes. En ese marco, en América Latina se reconfiguran los sistemas urbano-regionales, demandando nuevos enfoques para su análisis.Ello despierta un interés particular por el estudio de las grandes metrópolis, de los cambios en las jerarquías y funciones urbanas y la conformación de redes de ciudades, lo que trae consigo cambios institucionales y en las estrategias de vida de los distintos actores sociales. Junto a esto, las ciudades intermedias -definidas por lo general en un rango de entre 100.000 y 500.000 habitantes-, y los cambios urbanos no metropolitanos, se han convertido en objetos de estudio preferencial en una amplia bibliografía académica especializada en temas urbano-regionales, en tanto más de un 50% de la población mundial vive en ciudades de ese porte, lo que encuentra su explicación en las renovadas cuestiones que se generan en las sociedades y en el funcionamiento económico de los sistemas urbano-regionales, impactados por las dinámicas globalizadoras, los cambios en la gestión del Estado, y las nuevas demandas sociales.En los países en desarrollo, la reestructuración productiva se combina con los rasgos estructurales específicos y la diversidad de trayectorias económicas de las empresas, ciudades y regiones, lo que no habilita a razonar en términos de convergencia económica o de homogeneización del espacio económico urbano, dado que -más allá de algunas imágenes comunes- pesa la especialización y la historia económica y sociopolítica propia de cada ciudad y territorio. Ello abre un amplio e intenso debate entre geógrafos, economistas y cientistas regionales que procuran explicar las nuevas tendencias de transformación espacial y social de las ciudades. (Benko, 1998).El debate queda centrado en la vuelta de la aglomeración; el retorno de actividades económicas a las metrópolis; la redefinición de la jerarquía urbana en el marco de las nuevas tecnologías; los nuevos modelos de desarrollo y las relaciones entre capital y trabajo; la informatización y la consecuente desterritorializacion de la economía y la sociedad, asociada al espacio de flujos; el nuevo interés por las ciudades desde la óptica de la transformación del sistema productivo e institucional; la especialización y diferenciación de la economía y la intensificación de los intercambios entre sus espacios. La reestructuración, en lo económico, ligada al proceso de globalización de los mercados y las economías, produce una profunda interdependencia en la producción, afectando a empresas, países, Estados y particulares. Estos cambios radicales afectan no sólo la esfera de la producción sino también la del consumo. (Muñoz, 2008; Sassen, 2010).En este nuevo contexto, el papel de las ciudades deviene estratégico en tanto constituyen el espacio de los cambios del sistema económico y productivo y de la reorganización del sistema institucional. Como espacios generadores de externalidades y de redes, las ciudades pueden responder al reto que significa el proceso de globalización con su carga de competitividad, apelando a las capacidades disponibles, a la difusión de las innovaciones y al fortalecimiento de las relaciones verticales y horizontales. En línea con ello, se constituyen sistemas de ciudades intermedias, redes urbanas, y urbano rurales.Consecuentemente, y en un escenario de incertidumbre e inestabilidad en lo técnico, lo productivo y lo organizacional, y frente a la ampliación del espacio económico en el que la libre movilidad de capital, y la centralidad de las empresas multinacionales se constituye en un factor decisivo, las ciudades se reconfiguran, enfrentan transformaciones morfológicas y funcionales, y se reposicionan en la jerarquía urbana. La globalización fragmenta el territorio en un proceso selectivo en el que el capital premia y castiga a ciudades y regiones. Del mismo modo, segmenta a la población, y el sistema urbano pasa a ser un enclave de las actividades productivas y de servicios sobre una nueva base tecnológica, centrada en la información y el conocimiento; y un factor generador de economías de escala, de alcance y variedad y de externalidades para el conjunto de actores locales. Se hace más intensa la articulación de los territorios próximos y lejanos a partir de flujos materiales e inmateriales, y la conectividad se consolida como un factor relevante de competitividad urbana.En el caso del sistema urbano regional en la Patagonia norte, surgen interrogantes que inspiran la construcción de información para explicar la creciente complejidad que revela el desenvolvimiento de Neuquén capital, desde su especificidad y trayectoria. En función del desafío analítico que ello supone, se retoman aportes teóricos sobre la temática urbana en general y de las ciudades intermedias en particular, y elementos de la dinámica de aglomeración de Neuquén y alrededores a lo largo de las últimas décadas, la cuestión de la funcionalidad, y las características más relevantes de su economía, recurriéndose a los Censos Nacionales de Población, las series del PBI y el Producto Bruto Geográfico, el Censo Económico 2004 y el Registro Provincial Anual de Unidades Económicas de Neuquén.De la información disponible, surgen interrogantes acerca de la creciente complejidad que revela el desenvolvimiento del sistema urbano regional en la Patagonia norte desde su especificidad y trayectoria. Los hallazgos de investigación y las reflexiones, abren la posibilidad de nuevos recorridos de investigación, acerca de los cambios productivos, organizativos, e institucionales que se han puesto en marcha en el complejo de hidrocarburos a partir de la renacionalización de YPF y la nueva política energética nacional, y los que se vislumbran en lo demográfico en el sistema urbano regional, a partir de la exploración y desarrollo de los reservorios de hidrocarburos no convencionales en la Cuenca Neuquina.
 
1. La transformación de los sistemas urbanos y las ciudades intermedias1.1 Globalización y economía urbana: nuevas dimensiones y conceptos
En el contexto del cambio tecnológico, de organización de la producción y de globalización de los mercados, las ciudades intermedias se han convertido en objetos de atención particular en una amplia bibliografía académica especializada en temas urbano-regionales y en el tránsito a una economía y sociedad "de servicios" o "de la información"; y se materializa con intensidad la reorganización de los sistemas urbanos a todas las escalas, de las relaciones entre estado-mercado y del mundo del trabajo. A partir de ello, diversos autores señalan que quedan definidas regiones, ciudades, agentes económicos, y grupos sociales ganadores y perdedores (Benko y Lipietz, 1994).La contrapartida de este complejo proceso de gran amplitud y aceleración en el tiempo y en el espacio, es una profunda reestructuración de las sociedades, los estados y los contextos espaciales y la gestación de una amplia pluralidad de ámbitos sociales, de prácticas individuales y colectivas, de relaciones y redes. De este modo, la tradicional jerarquía urbana basada en el tamaño, da paso a las jerarquizaciones establecidas “a partir del potencial desarrollo de cada ciudad y de las funciones que realiza dentro del sistema urbano” (Vázquez Barquero, 1997). Esas redes, pueden adoptar la forma de redes de grandes ciudades, que dan soporte a áreas densamente urbanizadas, muy especializadas; de sistemas de ciudades medias, relacionadas con la producción y los servicios a empresas, y en las que además en su proyección nacional y regional comienzan a tener creciente importancia las conexiones internacionales; y de redes urbanas que articulan el resto del territorio, donde ganan protagonismo las relaciones industriales y comerciales, y los servicios a empresas y a familias (Vázquez Barquero, 1997)[1]Quedan planteados entonces múltiples interrogantes y debates teóricos sobre la economía urbana, las ciudades y los territorios.[2] De ellos resultan nuevos conceptos que procuran explicar los procesos en curso, y nuevos indicadores para la medición de los fenómenos. En ese marco, destaca el nuevo papel de las ciudades medias en el mundo desarrollado y en desarrollo, en particular a partir de reconocer los desequilibrios espaciales producto de la polarización que afecta a las grandes metrópolis en la organización económica, administrativa y político institucional, y en la gestión ambiental. Es así que un número creciente de investigaciones procuran generar una mejor comprensión de las ciudades intermedias, su funcionalidad y su posición respecto a los cambios demográficos, económicos y políticos en curso en los países en vías de desarrollo (Bolay y Rabinovich, 2003; Bolay, et al, 2002)Estos centros crecen en detrimento de los asentamientos más pequeños y de las aglomeraciones mayores; desempeñan un papel crucial en las interacciones rural-urbanas a partir de los vínculos y relaciones complementarias con su hinterland rural; y se vinculan con otras ciudades/territorios del mismo nivel jerárquico, que desarrollan funciones complementarias o similares en el espacio nacional e internacional, articulándose en diferentes redes (Usach y Garrido Yserte, 2009). Ofrecen empleos, servicios e infraestructura colectiva a la población urbana y regional, funcionan como mercados locales para sus productos, cumplen un rol de integración de flujos (Hildreth, 2006), y han tenido éxito en atraer inversiones que antes se concentraban en las grandes ciudades. Desde mediados de los años 80 del siglo XX, desempeñan un papel importante en la evolución económica y social de los países en desarrollo, y al mismo tiempo, “deben hacerse más atractivas para los inversores” (Bolay y Rabinovich, 2003: 2). Ello por cuanto la globalización -centrada en la competitividad de los mercados- impacta en los sistemas urbanos, en las ciudades mayores y menores, en las relaciones y jerarquías, y define nuevas funcionalidades y retos que ponen en debate la cuestión de la sustentabilidad de las ciudades y territorios (Bellet SanFeliu y Llop Torné, 2004; Veltz, 1999).En América Latina, la cuestión cobra particular relevancia en tanto los países evidencian profundos cambios en sus sistemas productivos, que afectan los territorios, relocalizan actividades y generan nuevos modelos relacionales, agravando los tradicionales desequilibrios de sus sistemas urbanos, repercutiendo sobre la conectividad, los mercados, la distribución del ingreso y el ambiente urbano, periurbano y rural. En las décadas recientes, por un lado se ha asistido a la desindustrialización, y por otro, a la implantación de las Tics, lo que permite simplificar, flexibilizar y fragmentar los procesos de producción y mejorar las redes de transporte. A ello se agregan los procesos de reforma de los estados, que van transformando los modos de gestión de los gobiernos locales y regionales.En tal sentido, se incorporan nuevas dimensiones a las clásicas formas de clasificar y definir las ciudades. Del concepto de ciudad media centrado en el tamaño de población, se pasa al de ciudad intermedia, con foco en dimensiones cualitativas, como la función en el territorio y la mayor o menor capacidad de articulación de los espacios concretos con otros nodos y territorios más o menos lejanos, según su especialización productiva, su trayectoria, los vínculos, y la dinámica institucional y social. Ello induce a incorporar en el análisis aspectos más dinámicos y estratégicos que dan cuenta de las nuevas posibilidades de la ciudad-región y su vinculación a otras escalas en la jerarquía urbana (Bellet Sanfeliú y Llop Torné, 2004).El nuevo escenario económico se caracteriza entonces por la progresiva segmentación y especialización de la actividad económica y de sus localizaciones en el territorio. Se avanza hacia la organización en red donde a cada unidad productiva corresponde una etapa concreta y diferenciada de los procesos productivos en cadena, y con ello se pasa a un modelo territorial que combina la ubicación urbana con una distribución más difusa de actividades sobre el territorio, a lo largo de ciudades y regiones que asumen formas metropolitanas cada vez más extensas e integradas, volviendo a primar la aglomeración, y grupos de actores asociados a lo inmobiliario (Benko y Lipietz, 1994: 373; Capel, 2013: 16-18). En la esfera del consumo se extiende la fragmentación de los mercados de masas, la aparición de consumidores diferentes y de productos diferenciados, y la multiplicación y jerarquización de los estilos de vida. Con la producción flexible (Harvey, 1998), se evidencian dinámicas económicas que hacen de la periferia un territorio mucho más flexible, pasando a albergar usos del suelo y actividades económicas tradicionalmente localizadas en los centros urbanos. Se configura un tipo de territorio en el que las ciudades de tamaño intermedio comienzan a emerger como centros urbanos importantes en el marco de la economía global. A pesar de estos fenómenos de desconcentración metropolitana, la dispersión territorial de las actividades económicas no ha significado una ruptura absoluta con el modelo de concentración. Lo que se dibuja es una “concentración difusa” que se manifiesta como un modelo de carácter netamente estructural. [3]Los territorios de la concentración difusa muestran así un mundo urbano donde estados y grandes ciudades coexisten con nuevas formas de organización del poder, representado cada vez más por conglomerados territoriales capaces de definir políticas, propiciar cambios económicos y transformar el espacio. Una de las consecuencias de ello, ha sido la progresiva competencia internacional entre ciudades. La revolución de las Tics, y las mejoras en las redes de transporte, aceleran este proceso. Así, al mismo tiempo que las mejoras en accesibilidad y conectividad suponen la pérdida de importancia económica de la variable distancia y de los costos de transporte, las ventajas comparativas entre ciudades dejan de medirse únicamente en función de la proximidad física y pasan a depender de las características, capacidades y peculiaridades de cada lugar en relación y en competencia con otras a escala mundial. (Muñoz, 2008: 18)Las transformaciones en la estructura del territorio operadas a partir de los procesos económicos en curso desde las últimas décadas, dan cuenta entonces de que entre la ciudad compacta y la urbanización dispersa, aparecen una diversidad de escenarios intermedios. Ellos reúnen características morfológicas y funcionales de ambos modelos, lo que da lugar a la denominación de ciudad multiplicada, resultado de esa proliferación de formas híbridas en la que confluyen tres procesos simultáneos: “una nueva definición de la centralidad urbana y las funciones a ella asociados, una multiplicación de los flujos y las formas de movilidad en el territorio, y la aparición de nuevas maneras de habitar tanto la ciudad como el territorio” (Muñoz, 2008:19).1.2  La concentración difusa y los nuevos atributos de la centralidad urbanaEn el contexto de la globalización, la concentración aparece como concentración difusa que caracteriza las dinámicas de crecimiento en la ciudad y modela el territorio, y lo hace desde una doble paradoja: la misma implementación de infraestructura y tecnología que posibilita la dispersión de las actividades y los usos urbanos, favorece la sobrecentralidad de las ciudades más importantes.Tal como señalan Castells (1997) y Veltz (1999) existen múltiples redes de ciudades y entornos urbanos en función del tipo de actividad económica que se analice. La especialización funcional de la ciudad dependerá entonces de la red o redes concretas en las que ella participe. La economía más abierta, se vuelve cada vez más relacional (Veltz, 1999:13), y las ciudades se desenvuelven en nuevas relaciones horizontales, aunque persisten las relaciones verticales, y los flujos económicos se concentran dentro de una red-archipiélago de grandes polos.En ese marco, los cambios de escala en las ciudades implican un cambio de naturaleza (Sassen, 2007, 2003; Veltz, 1999). Es así que junto a las megaciudades, se hace visible el dinamismo de numerosas ciudades medias, impulsadas por fuerzas que tienen sus raíces en un tejido social e histórico particular, y otras están en declive Como es lógico, la estructura y dinámica de los territorios, de las ciudades o de las regiones no están determinadas solamente por las formas de producir, sino que en ellas inciden otros factores sociales, políticos y culturales que modelan una realidad que es extremadamente compleja. (Veltz, 1999: 11-12). En ese marco, la economía global hunde sus raíces de múltiples maneras en las estructuras territoriales históricas, y lo global se nutre constantemente de lo local transformándolo; ello da cuenta de la especificidad de las relaciones sociales locales, y su modo de regulación garantizado por el Estado local (Benko y Lipietz, 1994: 29).En conclusión, el desarrollo de la economía global ha significado una nueva definición de la centralidad urbana en términos de red y flujos. Por lo tanto, la misma función urbana puede dotar a la ciudad de mayor o menor centralidad según cuál sea la red donde esa ciudad, las actividades dinámicas asentadas en ella y los agentes a su cargo participen, y las condiciones en que lo hagan. O sea, los cambios en el sistema productivo y social inspiran un concepto renovado de centralidad urbana.  Se produce así una multiplicación de las formas espaciales de la centralidad.De este modo, los atributos de la centralidad no son ya exclusivamente urbanos. El ámbito espacial de la producción y el consumo se han extendido configurando nuevas cartografías en el territorio. Con ello, una gran variedad tipológica de escenarios evidencia el alcance de un nuevo modelo territorial generado por la concentración difusa. Ella va a incluir: ciudades en los bordes, en las periferias, o en los periurbanos (edge cities) (Garreau, 1992) citados por Muñoz (2008), ciudades suburbanas o suburban downtowns (Dear y Keil, 1994), y corredores tecnológicos, todas ellas proyecciones espaciales de una economía de servicios, más que simples territorios suburbanos. Y el concepto de flex-space término acuñado por Ute Angelika Lehrer (1994) y que alude a las dinámicas económicas que hacen de la periferia un territorio crecientemente flexible. (Muñoz,  2008: 16-20). 
  
       1. 3 La movilidad, el territorio de los flujos y las nuevas formas de la vida urbana
 
Desde el último tercio del siglo XX, la importancia creciente de las Tics y las mejoras tanto en los sistemas de comunicaciones como en las redes de transporte, vienen caracterizando la evolución de las ciudades. Y en lo cualitativo, múltiples factores cambian las formas de habitarlas. Se han convertido en un escenario clave para el intercambio de bienes y mercaderías, pero al mismo tiempo para la circulación de los flujos de personas y de información sobre el territorio.Los habitantes urbanos habitan espacios que abarcan más de una ciudad, y ello es resultado de la ubicación de su trabajo, su residencia, el lugar donde consumen o donde gestionan y donde utilizan los múltiples servicios que las ciudades ofrecen. Se desplazan por el espacio de otras ciudades y habitan un nuevo tipo de metrópolis donde la movilidad y el diferente uso del territorio en función del tiempo explican, cada vez más, cómo es la vida urbana. Hay un mayor número de personas que se desplazan y un mayor número de desplazamientos por persona, y a mayores distancias que en tiempos anteriores. Ello por cuanto a la movilidad obligada, que es parte de la cotidianeidad de crecientes grupos de la población, producto del trabajo flexible y de los servicios especializados y externalizados, o del estudio, se agrega la movilidad no obligada ligada al ocio, al tiempo libre y al consumo, lo que da cuenta de recorridos cada vez más amplios en distancias y más frecuentes en tiempos.Se utilizan nuevos medios de transporte, en particular el automóvil, se multiplican los flujos cotidianos entre puntos del territorio cada vez más distantes, y se alcanzan lugares más allá de los límites administrativos. Queda así configurado un escenario de movilidad intensiva y uso extensivo del territorio que se aproxima a lo que Harvey definió como compresión espacio-temporal, la que supone la introducción de nueva tecnología para facilitar y reducir el tiempo necesario en las comunicaciones entre personas y entre territorios. (Harvey, 1989).

caracterizado por la inmediatez y la simultaneidad; un tiempo global, o como expresa Virilio (Muñoz, 2008: 23), diferente del tiempo histórico propio de cada territorio. Con ello, la vida urbana actual se corresponde con un tipo de ciudad expuesta de modo continuo a las redes de información que conectan de modo simultáneo a una multitud de usuarios; donde los lugares físicos urbanos conviven con los espacios electrónicos, se gestan de modo virtual relaciones diversas, y se toman decisiones múltiples. Un ejemplo particular de los flujos de capital que cambian la configuración de las ciudades, las relaciones sociales y las formas de vida y consumo, han sido los flujos de inversiones extranjeras en América Latina que caracterizaron la fase neoliberal del capitalismo contemporáneo, que se orientaron a la privatización de empresas y bancos públicos, y a los desarrollos residenciales privados y la construcción de nuevos emplazamientos urbanos y periurbanos de complejos corporativos recreativos, de oficinas, de comercio, servicios, telecomunicaciones, y transporte. En este marco, el automóvil y la construcción de las autopistas que conectan espacios periurbanos y centros cercanos y lejanos de las áreas metropolitanas, dan lugar a la aparición de la ciudad suburbana y de nuevas formas de habitar el territorio que tienen que ver con la movilidad cotidiana. ni trabajan ni residen en la ciudad; sólo circulan. Ello ha dado lugarSe multiplican nuevos tipos de habitantes, como el residente o el commuter (habitante pendular), cuyos espacios de vida sobrepasan los límites de la propia ciudad dando lugar a un espacio metropolitano de extensión variable, el que es habitado de modo diferente en días de la semana o del fin de la semana, y al que se suman a diario flujos de personas que a la expresión de: habitantes a tiempo completo, y de habitantes pendulares, o a tiempo parcial, a los que se agregan los visitantes y turistas, consumidores puntuales, poblaciones ocasionales o trabajadores temporales, que multiplican las formas de habitar el espacio de la ciudad. E introduce diferencias entre la población que fija su residencia en la ciudad y la población variable que la habita, a la que se le ha dado en llamar territoriantes[4]. La relación del territoriante con el espacio metropolitano se establece a partir de un criterio de movilidad entre lugares; los lugares donde desarrolla sus actividades; y el lugar que estadísticamente lo fija al territorio, según donde se ubique su residencia principal; es el prototipo de habitante de la ciudad de servicios, hecha de los fragmentos de territorio donde viven, trabajan, son usuarios, van de compras o visitan. “El territoriante es el habitante de la ciudad multiplicada”. “habita geografías variables en ciudades de geometría variable (…) (Muñoz, 2008: 27). Ello define una nueva forma de organización del territorio urbano regional: la ciudad multiplicada, policéntrica. En ella, al centro tradicional se le suman nuevos centros con nuevas infraestructuras y soportes. En síntesis, en las nuevas formas urbanas que emergen en la reestructuración económica centrada en los servicios y la descentralización, además de las derivaciones de lo tecnológico, se hace presente la fragmentación de la estructura social urbana y de la propia ciudad como espacio físico habitable. Aparece la ciudad dual, cuarteada, o fractal (Castells, 1997 y Soja, 2000 y 2003). A ello se agrega la cuestión de los cambios en la morfología: edge city o exurbia (ciudad en el margen) (Garreau), flex space (Lehrer), technurb, (Fishman) o periferia compleja (Keil) y en la funcionalidad (abandono del modelo de ciudad compacta o concentrada), de los nuevos contenidos de la centralidad, la movilidad y las nuevas formas de habitar el territorio.  (Muñoz, 2008: 30) Se definen, de este modo, nuevos conceptos que retoman debates urbanísticos de décadas anteriores, al intentar explicar las dinámicas de extensión de lo urbano sobre el territorio. Y surgen expresiones como periurbanización, rururbanización, contraurbanización, desurbanización, o ciudad difusa (Muñoz, 2008) Respecto a estas nuevas formas urbanas, las expresiones urbanización difusa y urbanización dispersa son las más adecuadas para referirse a los nuevos parámetros territoriales derivados de la movilidad de la población residente o el uso intensivo y al mismo tiempo extensivo del territorio metropolitano, sin tener que incorporar necesariamente el contenido de urbanidad, cultural y político, que define a la ciudad, y que puede estar o no presente en el nuevo territorio construido. El término urbanización difusa resultaría adecuado para hacer referencia al proceso de difusión de la urbanización sobre el territorio, o para poner énfasis sobre la difusión de relaciones funcionales, más que sobre el propio hecho de la dispersión de las localizaciones y los crecimientos físicos. En cambio, el término urbanización dispersa resultaría más apropiado para hacer referencia a la imagen más material y física de la difusión territorial. La urbanización difusa referiría a la desconcentración de los diferentes elementos que configuran la estructura urbana: decisiones, actividad, inversiones, infraestructura, población o residencia, mientras la urbanización dispersa haría referencia a las traducciones de esas dinámicas en el territorio y el paisaje, como la expansión de la vivienda de baja densidad, característica morfológica típica de la urbanización dispersa. Adoptar el término ciudad difusa, implica entonces reconocer la complejidad y los contenidos culturales y políticos, además de los físicos que configuran la estructura urbana (Muñoz, 2008: 34).A partir de lo anterior, las situaciones territoriales emergentes, caracterizadas por su carácter intermedio, y el comportamiento de las poblaciones metropolitanas, muestran características suficientemente híbridas y ambiguas como para no poder ser explicadas a partir de aproximaciones simplistas y reduccionistas como los binomios campo-ciudad o centro-periferia, interna o externa.

 
1.4 Recapitulando elementos teóricos acerca de las ciudades intermedias
 
En este contexto, la metodología tradicional de estudios urbanos centrada en la estructura sectorial de la producción evidencia limitaciones descriptivas y analíticas para caracterizar adecuadamente el rol de las ciudades intermedias, por cuanto las funciones que ellas cumplen no se definen únicamente por la actividad productiva, sino que a ella cabe agregar la consideración del mercado de trabajo, la escala, la localización, las relaciones de proximidad y a distancia, la trayectoria y las cuestiones político-institucionales. En tal sentido, los antecedentes disponibles muestran la importancia de considerar el principio del path-dependency sectorial en los estudios urbano regionales, o sea las trayectorias económicas y los rasgos estructurales, así como la de generar información acerca del grado de desarrollo de nuevos sectores y actividades ligados a la economía del conocimiento y de su articulación a la base económica urbano-regional (Gorenstein et al, 2010). Adicionalmente, para Oliveira (2008), en el marco de un importante dinamismo demográfico y funcional y una creciente urbanización, y en el contexto de la descentralización espacial del capital productivo y/o terciario, estos centros urbanos se presentan como espacios privilegiados para atender las necesidades de reproducción del capital a partir de ciertos atributos: i) estar ubicados en puntos estratégicos de la red urbana, ii) poseer favorables condiciones en materia de redes de transporte y comunicación, iii) ejercer una centralidad a nivel interurbano sobre determinada contigüidad territorial, y, iv) detentar las ventajas derivadas de la urbanización, sin sufrir las consecuencias negativas de las grandes dimensiones. (Gorenstein, Landriscini y Napal 2012) Desde otra perspectiva, Pulido (2004) entiende que estas ciudades representan puntos de apertura hacia la internacionalización de los territorios de los cuales son motores, y tienen capacidad para producir y gerenciar sus propios recursos financieros, y desarrollar ciertas actividades claves para el movimiento global de concentración urbana. En línea con ello, las funciones de intermediación que desarrollan estos centros urbanos constituyen uno de los puntos centrales del debate teórico contemporáneo. Es que en el nuevo contexto económico mundial, el desempeño de una ciudad intermedia está estrechamente vinculado con su rol en la integración de flujos de diferentes escalas espaciales (Hildreth, 2006). En efecto, si bien se reconoce una relativa estabilidad en la jerarquía urbana (Henderson, 1997; Hildreth, 2006), puede observarse una variación en el alcance e intensidad en los flujos que los distintos centros urbanos atraen (y/o retienen) desde diferentes escalas espaciales; por lo tanto, hay ciudades que ganan y ciudades que pierden. Agregado a ello, son las funciones avanzadas las que generan una intensificación de las conexiones de largo alcance de diferentes flujos de conocimiento, personas, bienes y servicios. De este modo, en los estudios sobre la trayectoria de las ciudades intermedias adquiere relevancia revisar el cumplimiento de estas funciones, su evolución y la relación con los complejos productivos, así como la evaluación de cuáles son las que sostienen su centralidad. A las consideraciones anteriores cabe agregar la incidencia en la reconfiguración de las ciudades intermedias de las dinámicas de aglomeración, producto de la urbanización y de la localización de empresas, y las de terciarización de la estructura económica y el desarrollo de servicios avanzados intensivos en conocimiento, cuestiones que adquieren particular relevancia en los estudios territoriales contemporáneos. El desarrollo de estos servicios ha ido redefiniendo las funciones de las aglomeraciones urbanas (Sassen, 1998 y 2010) y “construyendo nuevas estructuras geográficas y formatos urbanos” (Polése y Rubiera Morollón, 2009:278), en tanto aporta al desarrollo competitivo del tejido industrial, y la elevación de la productividad que reestructura la división internacional y social del trabajo y redefine la estructura y dinámica de los empleos e ingresos. Más allá de los impactos positivos de la expansión de estos servicios y su articulación con la producción industrial y primaria en los países más desarrollados, en los países de menor desarrollo se evidencian restricciones estructurales derivadas de las disparidades regionales que plantean su concentración en los espacios de mayor renta, atraídos por la mayor disponibilidad de recursos y la mayor densidad del entorno económico y social, lo que condiciona el desarrollo de las ciudades medias (Jouvaud, 1995: 8). Lo expuesto estimula a profundizar la investigación respecto a las diferentes trayectorias y rasgos estructurales que se observan en los territorios (path dependence sectorial), como forma de incorporar la importancia de la historia y su influencia en las trayectorias urbano/regionales. A tal fin, Hodgson (2002) postula la necesidad de considerar determinantes históricos y/o geográficos en la teoría de la dinámica económica, lo que permite asociar el tiempo y el espacio. En una línea similar, Martin y Sunley (2006) afirman que la combinación de la dimensión histórica proveniente de la utilización del concepto de path dependence debería unirse a las especificidades locales, dando lugar a una teoría place dependent de la trayectoria de una ciudad o región (Gorenstein et al, 2010). Si bien este enfoque es relevante para entender la dinámica territorial, el estudio del desarrollo de fenómenos socialmente complejos como son las regiones y las ciudades no debería quedar circunscripto al análisis de las firmas, los agentes y los sectores. Esta reflexión induce a recuperar la dinámica económica regional, a partir de incorporar las restricciones y posibilidades que se gestan a partir de las trayectorias históricas seguidas por los procesos de la economía global (Gorenstein, et al, 2012); y es en la especificidad de la integración de los territorios a la economía global donde radica la diferente capacidad de las regiones y ciudades para promover procesos de diversificación. A partir de las consideraciones teóricas expuestas, ciertas cuestiones pueden ser consideradas centrales a la hora de indagar en el funcionamiento económico-territorial de los centros urbanos no metropolitanos, conceptualmente identificados como intermedios. En primer lugar, y desde la perspectiva de la centralidad urbana, el sostenimiento de su posición y/o el ascenso en la jerarquía urbana, tiene que ver con el despliegue que ejerce en materia de las funciones de intermediación avanzadas. En relación a ello, Hildreth (2006) discute sobre la posibilidad de que estas funciones se puedan desarrollar en estos ámbitos y, siguiendo a Henderson (1997), argumenta que los Servicios Avanzados a Empresas, así como la generación de nuevo conocimiento productivo requieren (entre otras cuestiones) de la existencia de economías de urbanización, del contacto cara a cara en la difusión del conocimiento tácito, pero -en particular- de las capacidades locales para aprovecharlas; así, las ciudades con una población económicamente activa altamente calificada y una “cultura innovadora” tienden a aprovechar mejor las economías de localización. En segundo lugar, retomando la cuestión de las economías de aglomeración, existe un amplio consenso en torno a que los Servicios Avanzados a Empresas, en tanto que en parte son genéricos, se favorecen de un ambiente con un umbral crítico de empresas. En este sentido, la presencia de laboratorios, universidades y/o centros de investigación y desarrollo puede generar desprendimientos productivos a partir de una acumulación importante de servicios de transferencia tecnológica en el entorno (Gorenstein, Landriscini y Napal, 2012). En línea con ello, las ciudades intermedias se desenvuelven en la encrucijada entre verticalidades y horizontalidades, en tanto proveen medios para el consumo de las familias y las administraciones por un lado; y por otro, atienden el consumo productivo de las empresas, el que se acrecienta en cantidad y diversidad a partir de los nexos y exigencias del mercado global. Dan respuesta a las necesidades de la vida de relaciones, constituyendo un puente entre lo global y lo local, como parte de un sistema de ciudades de geometría variable. Asimismo, se convierten en intérpretes y proveedoras de información especializada y de bienes y servicios técnicos y científicos para las actividades productivas regionales; y comandan aspectos técnicos de la producción regional, dejando lo esencial de los aspectos políticos a las aglomeraciones mayores del país o el extranjero. De ello resulta la contradicción entre las preocupaciones ligadas a la producción propiamente dicha y las ligadas a lo político, debiendo dirimir en el escenario local los conflictos entre intereses privados e intereses colectivos de la ciudadanía.En función de lo anterior se exponen algunas evidencias sobre el caso de laciudad de Neuquén como urbanización extendida o difusa. Ella presenta potencialidades que resultan claves en la formulación de políticas de desarrollo regional. Puede convertirse en  un actor relevante en la gestión de proyectos que revitalicen la economía regional desde una perspectiva territorial. La expansión de las "funciones de servicio" que en ella se opera responde a la "desmaterialización" de la producción, la descentralización del Estado, la generalización de los servicios a la población y la externalización de las funciones productivas; y cambia la estructura espacial de las funciones económicas, ya que desde el punto de vista técnico y económico las nuevas tecnologías permiten separar físicamente las labores de producción de las tareas de gestión, dirección y control. La especialización sectorial se desplaza hacia la especialización funcional; y se evidencia un avance hacia el funcionamiento en red en la economía y vida urbana.En función de los marcos teóricos de referencia y la información empírica consultada y construida, se exponen a continuación avances de conocimiento producidos por los autores, que articulan elementos teóricos que renuevan conceptos en la temática, y empíricos específicos sobre el caso.
 
2. Neuquén: su trayectoria como centro articulador de una amplia región
 
La dinámica de aglomeración reciente evidenciada en el área en estudio se vincula a las economías de urbanización generadas por la atracción y asentamiento de población regional y extrarregional, la creación de empleos públicos y privados, y la construcción de infraestructura económica y social, en especial de viviendas; y a las de localización, asociadas a la atracción y creación de empresas que comparten recursos, trabajo, eslabonamientos y una atmósfera de negocios en determinadas actividades, ramas o sectores económicos, acorde a la especialización productiva. A ello se suma el factor capitalidad, que involucra múltiples decisiones de inversión, y la prestación de servicios. Resultado de ello, en la dinámica de la ciudad capital son importantes el ritmo de crecimiento de la población y el tamaño de la urbanización conformada en las últimas décadas, pero lo son más aún los efectos espaciales y el cambio de escala y funcionalidad que la modalidad de ocupación del espacio ha generado.La creciente urbanización iniciada en los años 70 del siglo pasado, no se ha desarrollado en forma equilibrada sobre el territorio, sino que evidencia una tendencia a la suburbanización y polarización en relación al entorno, y a la fragmentación interna (Landriscini, 2010; Fiorini et al, 2009). En las últimas décadas, la polarización se ha profundizado con la aparición de barrios cerrados y privados en áreas verdes, y centros comerciales que ocupan grandes superficies urbanas suburbanas en áreas de circulación rápida, que han generado importantes modificaciones en la ocupación del espacio local y en la movilidad intra e interurbana.En tal sentido, la polarización ha resultado del principio de estructuración espacial seguido por el de crecimiento celular fuera del perímetro urbano, y más recientemente avanzó hacia la fragmentación de la ciudad capital. Emergen nodos fragmentados en el perímetro urbano. El Aglomerado conformado a partir de Neuquén capital y las localidades más próximas, cuenta con cerca de 400 mil habitantes (2010), y comprende 4 municipios: Neuquén, las localidades neuquinas de Plottier y Centenario, y a Cipolletti en la vecina provincia de Río Negro. La dinámica de inversiones y decisiones públicas y privadas, los flujos de bienes y servicios y la movilidad pendular de población, dan cuenta de la existencia de un radio de influencia de la capital en continua expansión que abarca localidades con distinta especialización ubicadas a distancias variables, y va definiendo una conurbación. (Mapa 3)                                   
 
Mapa Nº 3 Neuquén capital y las ciudades del entorno
 
 
 
Puede hablarse entonces de la dinámica de conformación de una urbanización difusa o dispersa. Algunos centros corresponden al entorno hidrocarburífero e hidroenergético (Plaza Huincul, Cutral Có, El Chocón, Picún Leufú, Añelo y Loma de la Lata –ubicados a una distancia promedio de 70-100 km, y los más alejados, a unos 350 km, como Rincón de los Sauces); y otros corresponden al complejo agroindustrial, que más allá de Centenario-Vista Alegre sobre el río Neuquén en territorio neuquino, abarca Cinco Saltos, Contralmirante Cordero y Campo Grande asentados sobre la margen norte del mismo río en territorio rionegrino, las localidades de San Patricio del Chañar y Añelo -distantes 45-80 km y asentadas aguas arriba también sobre el río Neuquén, las que enfrentan la diversificación productiva a partir de los hidrocarburos, y hacia el este Fernández Oro y Allen integradas al complejo frutícola y agroindustrial del Alto Valle del río Negro, con avances de pozos de extracción de hidrocarburos. Desde su génesis, la ciudad de Neuquén operó como núcleo de intermediación comercial y de servicios, y de administración y control territorial en una amplia región hasta la frontera con Chile; su desenvolvimiento económico se vinculaba a los recursos naturales y a formas diversas de intercambio, y cobró particular dinámica a partir de 1904 al convertirse en capital del Territorio Nacional, contar con el ferrocarril, y en la década de 1930 con la construcción del puente sobre la confluencia de los ríos Limay y Neuquén que la uniría a la región pampeana y al resto del país. Al crecimiento económico y poblacional del área en la fase agroexportadora, se le añadió la dinámica generada por la ampliación de la esfera estatal, al tiempo que se articulaban intercambios con los núcleos de agricultura intensiva bajo riego, las áreas de extracción de hidrocarburos configuradas a partir de 1918 con YPF, y las de ganadería ovino caprina de cría en las zonas de meseta. Con la provincialización de los Territorios de Neuquén y Río Negro hacia 1955, la ciudad se transformó en la sede del gobierno provincial. Años después, las políticas desarrollistas del Estado nacional, proyectaron convertirla en un “polo regional de desarrollo”, a partir de inversiones en infraestructura para la producción energética y de transporte directamente relacionadas con la función de intermediación, y la dinamización de su rol como nodo del espacio de flujos de bienes, servicios y personas en el marco del régimen económico de la ISI, del liderazgo de las empresas públicas, de las políticas de promoción industrial y de una creciente radicación de población extra regional. En las dos décadas siguientes, la concentración de actividades económicas y de dependencias estatales, y la conformación de un diversificado mercado de trabajo, movilizarían economías de aglomeración con efecto multiplicador en la dinámica de urbanización, lo que puso en marcha una profunda transformación en el sistema urbano. La ciudad se iría convirtiendo en una metrópoli regional, y se diversificarían los servicios a la producción y a la población (Landriscini y Preiss, 2012). El ajuste estructural y la apertura de la economía a partir de 1976 significaron el abandono de numerosos proyectos industriales en la ciudad capital y su entorno productivo, y reforzaron la producción extractiva. Pusieron en marcha una fase de expansión en la Cuenca Hidrocarburífera Neuquina con fuerte predominio de contratistas y subcontratistas en la explotación y en la prestación de servicios especializados a la producción asentados en la ciudad capital y localidades contiguas; y en agroindustria. De este modo, a partir de los años 80, el modelo previo de ocupación dispersa del espacio en la zona y en el Alto Valle de Río Negro y Neuquén, asociado a la diversidad de actividades económicas y a emprendimientos de escala media, abrió paso al fenómeno urbano de metropolización, con tasas de crecimiento de la población urbana en la ciudad capital de las más elevadas del país, ligada a la expansión de los servicios, la radicación de agencias estatales, plantas industriales, distribuidoras comerciales en gran escala y empresas de transporte y la construcción de infraestructura habitacional, educativa y de salud, consolidando la función de intermediación y la centralidad urbana (Landriscini y Preiss, 2012). En los años 90, la globalización y la primacía financiera, junto a la desregulación de mercados y las privatizaciones, que impactaron con intensidad en el circuito productivo y el mercado nacional de los hidrocarburos, en el comercio, el transporte y en los servicios privatizados, trajeron consigo nuevas modalidades de vinculación de la economía local con la economía mundial, centrada en la operación de agentes corporativos de escala global, lo que promovió la reconfiguración del territorio, de las relaciones salariales a partir de la externalización y flexibilidad, y la transformación de las funciones urbanas. Con el régimen neoliberal se puso en marcha un patrón de acumulación extrovertido y basado en actividades primarias y terciarias. La extranjerización de inversiones y la apertura impusieron restricciones en las capacidades endógenas de desarrollo en el territorio, afectando preferentemente el desenvolvimiento de las actividades industriales. El desempleo, subempleo y la flexibilidad contractual y laboral fueron el resultado de las estrategias y decisiones corporativas de exportación de commodities energéticas, debilitando el potencial técnico productivo de la cadena a nivel local, y empujando a diversos sectores laborales a la informalidad en actividades de refugio de baja intensidad tecnológica, agravando la segmentación laboral y de ingresos, y gestando una dinámica urbana de creciente segregación socio residencial en la ciudad capital y otras localidades del entorno (Landriscini y Preiss, 2012; Landriscini, 2010).  En ese marco de profundas contradicciones, la reestructuración de los complejos productivos ligados a los recursos naturales, la crisis del mundo agrario y las políticas compensatorias gestadas desde el Estado provincial, provocaron una fuerte atracción de población migrante de la región y de fuera de ella hacia la ciudad capital, promoviendo el desenvolvimiento de actividades del terciario inferior, formales e informales. Ellas se sumaron al comercio mayorista y minorista instalado en la ciudad, a la expansión del transporte, de la construcción, y de los servicios sociales, personales, financieros y a la producción, en una dinámica de creciente intensidad y heterogeneidad de calificaciones e ingresos. A partir de ello, progresivamente se conformó una trama urbana con cabecera en la ciudad de Neuquén, que integran centros menores y áreas de población dispersa en el entorno, que funciona sobre la base de un tejido no siempre coordinado de regulaciones locales, y en un marco de flujos continuos de bienes, servicios, personas y recursos financieros provinciales, nacionales y locales, lo que otorga al caso una mayor complejidad, tanto en el análisis, como en el diseño de mecanismos de intervención. La configuración urbano regional producto del desenvolvimiento descripto, da cuenta de que el conjunto de localidades más próximo a la ciudad, que agrupa a Plottier, Cipolletti y Centenario, ha ido adoptando el carácter de aglomeración urbana, en tanto la expansión de la ciudad capital le imprime particular dinámica al área y afecta a varios núcleos y municipios vecinos, los cuales son suburbanizados por ella tendiendo a conformarse un todo continuo, con centro, periferia, áreas suburbanas y espacios periurbanos, gestándose una interdependencia funcional y dinámica. Así, se despliegan en el sistema urbano regional, por un lado, un proceso de conurbación que integra diversas ciudades ubicadas en la meseta y especializadas en la producción energética, y otras asentadas en la zona de los valles sobre los ríos Limay, Neuquén y Negro, con especialización en cultivos y agroindustria, que dan cuenta de una diferenciación funcional, social y organizativa; y por otro, un proceso de crecimiento urbano con eje en la ciudad capital que comprende a las localidades más próximas sobre los valles, apoyado en la demanda generada por el incremento de la población, con un amplio sector terciario público y privado, formal e informal, y empleos temporales en la construcción privada y la obra pública, que se acompañan de los servicios de administración y profesionales, y con industria urbana surgida al amparo del mercado local-regional. El desarrollo y crecimiento del conjunto de las ciudades más próximas y más lejanas, y su diferenciación, va configurando un sistema jerarquizado con centro en la capital, producto del tamaño poblacional, el peso económico y político institucional, la dotación de infraestructura y la centralidad urbana, al tiempo que la convierten en el núcleo de intermediación con el sistema urbano nacional y global.
 
3. La ciudad capital y su entorno: dinámica demográfica, económica y urbana
 
Al abordar el caso de la ciudad de Neuquén y su relación con el entorno próximo, resulta de interés retomar el concepto de ciudad intermedia. Como fuera señalado, es aquella que media entre el centro urbano pequeño y el grande, y que desarrolla funciones de intermediación entre espacios/escalas muy diversas. En ello reside una de las claves que ayuda a identificar las ciudades intermedias: su vínculo con el lugar, con el hinterland, el que es intenso a nivel funcional, y a nivel social y cultural. Como fuera señalado, se convierten en centros de servicios y equipamiento de los habitantes y de aquellos que residen en su área de influencia; son centros de servicios y de intercambios económicos con amplias áreas territoriales de influencia más o menos inmediatas, y operan como articuladoras de esos territorios. Relacionado a lo anterior, al explorar el caso de la ciudad de Neuquén, cabe referir en primer lugar a la distribución de la población, en tanto la misma se vincula a la configuración de la sociedad y del mercado y a la dinámica que se opera en la jerarquía urbana. Neuquén capital, por el tamaño de su población -cercana a los 250.000 habitantes en 2010- es una ciudad media; y por las funciones que cumple como nodo de intercambios de bienes, de flujos de personas, de prestación de servicios sociales, personales y a empresas, de centro político institucional y de articulador regional, evidencia el carácter de ciudad intermedia. Al densificarse su espacio urbano por el crecimiento de la población durante las últimas décadas, y al expandirse territorialmente con población, actividades y relaciones económicas y sociales hacia áreas rurales en su ejido y en jurisdicciones contiguas como las vecinas Plottier y Centenario en territorio neuquino, y Cipolletti en territorio de Río Negro, se constituyó en Aglomerado, correspondiendo su expansión a la fase que Vapñarsky denominara como “coalescencia”. (Formiga y Prieto, 2012: 51; Vapñarsky, 2004).[5] A partir de ello, Neuquén-Plottier reunían unos 258.912 habitantes en 2010; sumando a Cipolletti 334.457, y con Centenario, más de 350.000 habitantes a esa fecha. Se puede asociar tal crecimiento al atractivo que ejerce el acceso a la infraestructura urbana, los servicios y empleos y la expansión estatal; y -entre otros factores- a la transformación que se opera en los espacios rurales contiguos a la ciudad capital, en particular en las explotaciones agrícolas familiares afectadas por un progresivo proceso de pérdida de rentabilidad en las producciones tradicionales, lo que empuja a sus propietarios a encarar nuevas actividades no agrícolas y a la venta de los predios con fines residenciales o recreativos. En la distribución regional de la población actúan como atractivos de la capital los recursos económicos, culturales, educativos, políticos y socio-comunitarios; pesa el proceso histórico de ocupación y construcción del espacio y las políticas públicas, al tiempo que aparecen factores que operan como restricciones; por un lado, los naturales, resultantes de la topografía y el emplazamiento de la ciudad, y por otro, los de la organización social, por caso el sistema de propiedad de la tierra urbana, el acceso a los servicios básicos y el grado de fragmentación socio ocupacional y de ingresos (Costanzo Caso y Landriscini, 2012). En tal slentido, cabe considerar que los procesos de urbanización involucran dos dimensiones: la demográfica y la social; por un lado, generan el crecimiento de las ciudades, y por otro, la difusión de lo urbano en el territorio (Vinuesa y Vidal, 1991). Tales procesos ponen en marcha cambios en la organización local, en las instituciones y en la dinámica sociocultural, los que se reflejan en nuevos modos de generación de ingresos, nuevas aspiraciones y nuevos valores de la población, que replican en la creciente diversidad en la demanda de bienes públicos y privados. Crece la complejidad urbana derivada de la diversidad, al tiempo que aumenta el rango y tamaño de población, y el proceso de metropolización respecto del entorno incrementa el radio en el que se emplazan nuevos asentamientos humanos, generando problemas de fragmentación del espacio urbano y suburbano, y el avance sobre las localidades vecinas, en las que deben reordenarse las normas de uso del suelo y ampliarse la infraestructura urbana y de servicios. Junto a lo anterior, inciden en la ciudad las características del soporte físico sobre el que originariamente se asentó, los condicionantes naturales del trazado urbano, el entorno territorial y geográfico con el que la ciudad se relaciona y organiza y los procesos de urbanización planificados y no planificados asociados a la actividad local. A partir de ello, aporta al modo de vinculación de la ciudad con su entorno a través de las funciones de intermediación. Los procesos descriptos abarcan no sólo la radicación de población, sino también la movilidad de individuos, familias, empresas, e instituciones públicas, para las cuales la localización se vincula directamente a la accesibilidad física a proveedores, clientes o usuarios, a la fricción del espacio y los costos, y al acceso a la información, las comunicaciones y los servicios que habilitan o restringen la participación en las redes del espacio de flujos. Las regulaciones del uso del suelo urbano y suburbano condicionan las decisiones de localización, mientras las economías externas producto de la aglomeración sectorial pueden operar como factor de atracción. En cualquier caso, los avances en el transporte y las comunicaciones modifican los actuales patrones de movilidad y facilitan los movimientos de tipo temporal, cíclico o circulatorio de personas y grupos de personas, entre espacios de diversas escalas. Lo expuesto aconseja revisar los aportes de distintos autores acerca del concepto renovado de movilidad. El mismo computa la perspectiva cuantitativa y cualitativa de la movilidad. La primera plantea la necesidad de reconocer todas las formas de movilidad según tiempo, distancia y frecuencia, para comprender los problemas de la distribución espacial de la población; en tanto que, la perspectiva cualitativa y social reconoce que los desplazamientos de la población no sólo comprenden movimientos en el espacio, flujos de personas y bienes, sino que involucran cambios en las sociedades, en su dinámica, en las percepciones y expectativas de la población, en su forma de vida, sus prácticas y proyectos, lo que lleva a entender la movilidad como “un sistema de prácticas y representaciones” (Joy, Bassand y Schuler, 1991 en Formiga y Prieto, 2012). Esta visión permite comprender los múltiples cambios socio-culturales que viene mostrando la sociedad en la capital neuquina. Combinando ambas dimensiones, se arriba a una conceptualización enriquecida del concepto de movilidad que aporta elementos de análisis de interés para comprender la dinámica de urbanización en Neuquén capital (Formiga y Prieto, 2012)[6]El crecimiento acelerado y la consolidación urbana operada en la ciudad en las últimas décadas se ha realizado en un tiempo relativamente corto y en condiciones económicas y técnicas que evidencian decisiones erráticas, especulación y precariedad, producto del déficit de planificación urbana y de control sobre el suelo urbano y suburbano, dando lugar a una multiplicación desordenada de asentamientos irregulares de población dispersos en áreas vulnerables y en espacios productivos agrícolas e hidrocarburíferos, y de actividades incompatibles entre sí localizadas en áreas contiguas dentro del ejido urbano o en el periurbano. Ello complejiza el ordenamiento territorial, y la dotación de infraestructura básica y servicios a la población. Combinado con esto, el sistema de movilidad muestra desajustes respecto al proceso de urbanización, los que resultan de las complejas formas de producción del espacio público y privado, legal e ilegal, las que llegan inclusive a producir escenarios urbanos antagónicos al interior de la capital y de las ciudades vecinas. La desarticulación entre los sistemas de movilidad y la forma urbana lleva a situaciones paradójicas: en lugar de configurarse una densificación urbana, con un reducido consumo de espacio, se conforman aglomeraciones o asentamientos extensos, algunos desconectados entre sí, con densidades bajas de población y con un alto consumo de espacio, agravado ello por la concentración de actividades en el centro de la ciudad. Agregado a lo anterior, para comprender la reconfiguración urbana, resulta necesario revisar los cambios demográficos recientes en la ciudad capital y localidades próximas, que inciden en la determinación de la oferta laboral, y definen los caracteres de la demanda de bienes y servicios producto de las prácticas socio-espaciales y culturales, de la movilidad geográfica y de la distribución del ingreso. Entre los más relevantes corresponde citar los incrementos de población registrados en la ciudad y su zona de influencia a partir de la década de 1960, en particular los de origen migratorio y de población en edad activa.  Esos flujos de migración interna y extranjera -mayoritariamente chilena-, respondieron a la construcción de grandes obras hidroeléctricas, la puesta en marcha de un creciente número de áreas de explotación de hidrocarburos, la expansión del complejo agroindustrial, y el crecimiento de emprendimientos industriales y de servicios, y a la expansión del accionar estatal. Según consta en la información censal nacional, la población del Aglomerado Neuquén-Plottier, sumando a Cipolletti desde 1980, creció a tasas anuales del 9,45%% entre 1960 y 1970, del 11,6% entre 1970 y 1980, decreciendo la tasa al 5,36% entre 1980 y 1991 y al 1,69% entre 1991 y 2001, al tiempo que se asiste a una creciente desruralización en el entorno. En el Censo de Población de 1980 el INDEC integró la información demográfica de las tres ciudades conformando el Aglomerado Neuquén-Plottier-Cipolletti, situación que incidió en el significativo aumento registrado en la tasa de crecimiento en ese período intercensal (Formiga y Prieto, 2012). Hacia 2010 se evidencia en el Aglomerado una población madura, y una cierta saturación en la ciudad capital, debido a la alta densidad residencial y el costo de la tierra urbana, a la competencia entre los usos que viene generando el loteo de tierras productivas, junto a un intenso proceso de renovación de construcciones en el área central, que da lugar a la creciente edificación de torres de departamentos y a la concentración de población y actividad en el área central. Paralelamente, se opera un proceso de suburbanización o expansión periférica, no exento de la especulación en el manejo del suelo urbano, que se manifiesta en el incremento continuo de la proporción de población que habita -de modo permanente o transitorio- en las localidades vecinas y la localización en sus ejidos de un creciente número de unidades económicas de comercio, industria y servicios. Ello hace que la ciudad de Centenario haya quedado incorporada de hecho al Aglomerado, aunque ella  tiene autonomía política y de gobierno y no es integrada cuantitativamente al mismo por las estadísticas de la Encuesta Permanente de Hogares y por los censos nacionales de población. En paralelo, la presión por la vivienda moviliza la ocupación irregular de tierras fiscales en el ejido capital y en las localidades de su entorno, particularmente en zonas alejadas y de baja calidad ambiental, por parte de familias de bajos recursos económicos, creando grandes contrastes estructurales producto de la segregación socioeconómica, y dando lugar a conflictivos procesos de negociación entre distintos grupos sociales, los gobiernos locales y los organismos proveedores de infraestructura, servicios públicos y equipamientos urbanos.En síntesis, las transformaciones urbanas que involucran la ciudad de Neuquén y las localidades más próximas y que impactan en la funcionalidad están estrechamente relacionadas a la dinámica económica, a los sistemas de movilidad y a las formas de producción del espacio. En ellas, además de la instalación de migrantes procedentes de otras provincias y del extranjero, se detecta una fuerte movilidad interna de carácter más o menos permanente, a la que se agregan los movimientos estacionales de población entre localidades, relacionados con la dinámica del complejo frutícola, la de la ganadería ovino caprina de meseta y la del turismo, y las migraciones tipo commuting a lo largo del Alto Valle y la Ruta Nacional 22 hacia el este, en el corredor de la ruta 7 hacia la zona de San Patricio del Chañar, Añelo y Loma de la Lata, en la Ruta 151 hacia Cinco Saltos, Contralmirante Cordero y Catriel, y por la Ruta Nacional 22 en el sentido sur y suroeste, hacia Senillosa, El Chocón, Cutral Có y Plaza Huincul. Puede decirse entonces, que la urbanización creciente alrededor de la ciudad capital en las últimas décadas, ha implicado dos tipos de movimientos: uno de carácter centrípeto, de atracción de poblaciones rurales y de centros menores en declive, al trabajo urbano en la construcción, el comercio, los servicios y la producción manufacturera, centralizando mayores volúmenes de población, de capacidad de decisión y de recursos; y otro de carácter centrífugo, de absorción en el Aglomerado de núcleos de población adyacentes, dando lugar a una organización que adopta la forma de área metropolitana. Dicho conjunto, al que progresivamente se suman otros centros de la región localizados a mayor distancia, articulados a través de relaciones de creciente intensidad y regularidad, configura una conurbación o región metropolitana, cuya formación es favorecida por los medios de comunicación gradualmente más avanzados y capaces de alcanzar mayores distancias. Esas dos fuerzas son las que hacen que se organicen los recursos económicos, demográficos y de gestión, que refuerzan la centralidad de la ciudad capital sobre la región circundante. A partir de ello la ciudad desempeña funciones de centro de crecimiento económico, de núcleo de servicios a empresas de creciente complejidad, de conexión con centros  nacionales y globales, de mayor oferta de oportunidades laborales y comerciales, de mayor circulación de capitales y de vínculos más estrechos con el sistema financiero y de decisiones. Ello refuerza el proceso de metropolización y su paralelo de suburbanización, en tanto las localidades contiguas evidencian un crecimiento con alto grado de dependencia de la ciudad capital. El crecimiento de la actividad económica y de la estructura gubernamental, junto a las restricciones naturales y del soporte urbano, y a las que resultan de la propia organización social, abren interrogantes acerca de los límites a la concentración poblacional. Tales interrogantes surgen toda vez que la dinámica de suburbanización muestra señales de intensificación, asociada al valor de la tierra urbana en la capital, a las nuevas formas de organización del trabajo, a las nuevas aspiraciones, pautas de comportamiento y formas de consumo de los sectores medios, junto a la diversificación de las modalidades de abastecimiento y a la expansión de la movilidad individual y de los medios avanzados de comunicación, cuestiones todas que introducen factores de cambio en la producción del espacio y en la configuración social e institucional. Los nuevos fenómenos plantean una creciente complejidad analítica por la multiplicidad de dimensiones que supone la reconfiguración de la ciudad en sus funciones de intermediación, en materia de centralidad urbana, y de dinámicas simultáneas de aglomeración y desconcentración. Ello demanda la relectura de los procesos económicos que involucran a la región y sus actividades más relevantes, en el marco de las políticas públicas, las estrategias empresarias y la propia dinámica social, y la construcción de información específica en el sentido de las líneas conceptuales planteadas.La provincia del Neuquén aparece como un distrito donde la economía, el Estado, la sociedad y la política evidencian rasgos dominantemente corporativos. En las últimas décadas, su modo de crecimiento atado a las decisiones estratégicas de los agentes trasnacionales de los hidrocarburos en materia de inversiones, tecnología, empleo y destino del excedente de explotación, ha condicionado en extremo la compatibilidad dinámica entre la producción de perfil extractivo y la demanda de satisfactores de las mayorías locales. Ese juego contradictorio de fuerzas, ha dado lugar a una conflictiva construcción de la regulación en materia de concesiones de explotación de los recursos del suelo y subsuelo, en las formas de competencia inter empresaria y en la relación salarial y el gasto público, fundamentalmente. De ello se han derivado condicionantes diversos a la configuración de la sociedad local y al sistema urbano-regional. En la capital provincial y las localidades más próximas, ello involucra asimismo el acceso al suelo urbano y periurbano, lo que genera fuertes pujas entre distintos sectores. En dicha disputa inciden los ciclos de precios en la economía mundial, las políticas nacionales, y los intereses, la organización y la participación de los distintos actores locales, individuales y colectivos (Landriscini, 2010). Como fuera señalado, la presión demográfica ha significado el crecimiento continuo del valor de mercado de la tierra urbana en las últimas décadas, y el desarrollo de procesos de suburbanización y de ocupación irregular en distintas áreas. De este modo, numerosas empresas, en especial de servicios y distribución comercial, ocupan grandes superficies suburbanas y han crecido barrios en distintos sectores periféricos del ejido capital y en localidades vecinas, por dentro y fuera del mercado inmobiliario, dando lugar a un creciente proceso de segregación socio residencial, ligado al origen social, la disponibilidad de empleos e ingresos y la trayectoria familiar, y a una constante demanda de tierras, viviendas, servicios e infraestructura básica. Un caso particular lo constituyen las continuas tomas irregulares de tierras para el asentamiento de familias de bajos o nulos ingresos en la ciudad capital y las contiguas. La economía y la política viven tensiones asociadas, expresándose particularmente a través del reclamo de mecanismos de generación de empleos, de redistribución de ingresos, servicios y oportunidades entre distintos sectores sociales, entre localidades y en cada una de ellas, particularmente en la ciudad capital, Plottier, Centenario y Cipolletti. La renta petrolera es la principal herramienta de que dispone el Estado provincial para promover una política orientada al desarrollo compatible con la equidad y la sustentabilidad urbano ambiental. En esa lógica, enfrenta las contradicciones entre acumulación y distribución, y en materia de compromisos sociales con los ciudadanos, en el sentido de la inclusión social y territorial. Esa dinámica requiere la revisión del modo en que se articulan los agentes económicos en el desarrollo local, el impulso a la construcción participativa de nuevas formas de regulación de alcance regional y la búsqueda de consensos para reforzar compromisos sociales que garanticen equidad y calidad institucional. Ello se articula a la gestación de un nuevo modo de desarrollo que se viene evidenciando en el mundo, cuyas formas de acumulación más intensivas y abiertas que en el pasado imponen profundos cambios en las formas institucionales y en las relaciones sociales fundamentales, y dan cuenta de formas diversas de acción colectiva particularmente en las ciudades, generando dinámicas diferenciales y disparidades entre los asentamientos y grupos sociales con impactos diversos en la calidad de vida, el medio ambiente y la vida política (Landriscini, 2010). Lo expuesto refuerza el interés por el estudio de la trayectoria local, de la reorganización productiva regional y de las interacciones entre agentes económicos en el ámbito urbano, en un nuevo modo de organización de la producción asentado en la inserción crecientemente flexible de la fuerza de trabajo, particularmente en el comercio y los servicios y en el aprovechamiento intensivo de los recursos energéticos del territorio. En tal sentido, la acumulación regional, que se traduce en disparidades intra regionales e interurbanas, ha venido mostrando en las últimas décadas un profundo proceso de reordenamiento y diferenciación entre los agentes que intervienen en las actividades centrales que se desenvuelven en el territorio, comandado desde empresas líderes trasnacionales, y más recientemente con una creciente intervención del Estado. Las principales acciones de las compañías extranjeras han estado dirigidas a aumentar la productividad y la competitividad corporativa a través de diferentes estrategias como: la reorganización laboral y reducción de personal permanente, la externalización de actividades, cambios en las formas de aprovisionamiento y en los vínculos con los proveedores, negociación de prórrogas en las concesiones y abandono de la actividad de exploración, y el cuestionamiento de los compromisos comunitarios que marcaron la trayectoria hidrocarburíferas. Los procesos de desverticalización y la profundización del funcionamiento oligopólico de los mercados modificaron las formas de concurrencia, constituyéndose relaciones de creciente asimetría entre las grandes empresas y sus proveedores y subcontratistas locales. En general, la búsqueda de reducción de los costos ha movilizado acuerdos, fusiones y participaciones cruzadas respecto de las inversiones, los mercados y la innovación tecnológica, con una perspectiva temporal de valorización del capital de corto plazo y la prioridad puesta en la distribución de dividendos más allá de las fronteras nacionales. Tales acciones han desencadenado profundas transformaciones en la estructura social del trabajo y en las relaciones de poder a nivel regional, sólo compensadas en ciertos períodos por el incremento del precio mundial de las commodities hidrocarburíferas, fuente generadora de ingresos públicos y privados a nivel regional y local. El mayor impacto lo han constituido -según los períodos y ciclos de precios- la intermitencia del empleo en la cadena de subcontrataciones en las áreas hidrocarburíferas, y el desempleo, subempleo y la estacionalidad en el circuito agroindustrial, comercial y de servicios, con la consecuente migración de población entre ciudades de distinta jerarquía, y las problemáticas de densificación y uso del suelo en las áreas periféricas urbanas. Frente a ello, las estrategias desplegadas localmente por los actores del trabajo han reflejado la estructura y trayectoria de cada uno de los sistemas productivos.De este modo, el predominio de la acumulación flexible impone nuevas y heterogéneas exigencias organizativas y formativas -acorde a las nuevas tecnologías- y condiciones de acceso y regulación de las relaciones laborales en el complejo de hidrocarburos y en la agroindustria y los servicios, a la vez que genera una nueva distribución territorial de los centros de decisión y producción económica y nuevas relaciones a distintas escalas. Los procesos de reestructuración modifican las estrategias de acumulación de las empresas e inciden en las relaciones sociales de producción-distribución afectando a los sectores laborales más vulnerables, asalariados y cuentapropistas urbanos y rurales, lo que se expresa en las demandas de consumo y en el patrón de urbanización, generando impactos ambientales y sociales diversos. En las localidades que integran la conurbación, las formas de competencia desarrolladas a partir de la desregulación y la apertura económica en un marco global, incierto y de volatilidad macroeconómica a lo largo de la década de la Convertibilidad, contribuyeron a reforzar una estructura de capitales jerárquica y asimétrica que el régimen económico puesto en marcha a lo largo de la primera década del siglo XXI no ha revertido. Se afianzó el predominio económico de las empresas trasnacionales que operan como coordinadoras-emisoras de órdenes moldeando las pautas de trabajo y consumo, y se intensificó la competencia oligopólica a partir de fusiones y absorciones.En la nueva economía regional, se adoptaron innovaciones logísticas y organizacionales en modelos de cuasi-integración; se conformaron empresas-red, y operan dinámicas concentradoras en las cadenas de minoristas de super e hiper mercados. Con el nuevo siglo y el cambio de régimen económico, se definieron nuevas reglas de juego macro en medio de acuerdos y conflictos que involucran a los agentes privados, las distintas jurisdicciones del Estado y los distintos grupos sociales a nivel mesoeconómico. Al presente la renacionalización parcial de YPF abre nuevas perspectivas en el complejo de hidrocarburos y el territorio y plantea nuevos interrogantes. La realidad regional y el desenvolvimiento de las ciudades, impulsan a buscar más información y explicaciones acerca del modo de funcionamiento de la economía y la sociedad urbana.En ese marco, la dinámica demográfica y económica reciente de la capital neuquina y su entorno estimula la revisión de las funciones de la ciudad, lo cual implica la cuestión de la centralidad urbana la que refiere a la intermediación y estructuración del territorio en áreas contiguas, y la división del trabajo entre la ciudad y las áreas rurales de agricultura bajo riego y las de meseta más distantes, en las que conviven la explotación de hidrocarburos y la ganadería extensiva. Esa intermediación de la ciudad como nodo del espacio de flujos (Precedo Ledo, 2002) plantea, por un lado, relaciones de contigüidad, y por otro, vínculos de mayor complejidad a distintas escalas geográficas y jerarquías, que incluyen redes de interacciones comerciales, financieras y tecnológicas con circuitos nacionales, continentales y globales.A partir de ello, y retomando conceptos de Hildreth (2006) puede afirmarse que las funciones de la ciudad capital como ciudad intermedia entre distintos sistemas urbanos superiores e inferiores de la jerarquía urbana nacional y como parte de una red de ciudades del mismo nivel, cumple el rol de integración de flujos de personas, empresas y mercancías a distintas escalas espaciales. Ello se concreta a partir de cambios que -más allá del tamaño poblacional de la ciudad capital- la posicionan como punto estratégico de la red urbana de la Patagonia Norte, dotada de importantes redes de transporte y comunicaciones que la unen a distintas zonas del país, y a ciudades chilenas, lo que le permite ejercer la centralidad urbana en un amplio conjunto de ciudades del entorno inmediato y lejano, así como detentar las ventajas derivadas de la urbanización en una escala menor que las ciudades de grandes dimensiones.Tales atributos asocian las funciones tradicionales que desempeña la ciudad en la provisión de bienes y servicios, empleos, cuestiones de gobierno, y en materia de economías de aglomeración, con nuevas funciones relacionadas a la reestructuración productiva y los cambios tecnológicos, a la prestación de servicios avanzados a la producción regional, y personales y sociales de alta complejidad, y a inversiones en infraestructura que la articulan a zonas de producción primaria, particularmente energética, y a las turísticas.Ello se traduce en la concentración local de la actividad económica, y en la creciente terciarización de la base económica de la ciudad y de las ciudades contiguas, junto a la localización de distintas escalas administrativas, y de instituciones de ciencia y tecnología, dedicadas a investigación y desarrollo y a los servicios relacionados con la especialización regional, impulsando el crecimiento del entorno y su internacionalización. No obstante, las funciones avanzadas que progresivamente se despliegan conviven con las tradicionales y con las restricciones que devienen del modo de desarrollo nacional, y las que resultan de la heterogeneidad en los niveles de calificación y productividad y de las asimetrías distributivas que evidencia la trayectoria productiva y social regional. (Landriscini, et al , 2012)
 
4. Novedades que trae consigo el desarrollo de los hidrocarburos no convencionales en la Cuenca Neuquina. El impacto en el sistema urbano de la Confluencia.
 
En mayo 2012, en plena crisis energética, el Congreso de la Nación sancionó la Ley 26741, que declara de utilidad pública y sujeto a expropiación el 51% del patrimonio de YPF Sociedad Anónima[7]. A partir de ese momento, la decisión del gobierno nacional de revertir la caída de la producción y la falta de inversiones que habían marcado la trayectoria reciente, llevaron a que YPF comenzase a jugar un rol protagónico en la nueva estrategia gubernamental. La provincia del Neuquén, por su parte, daba cuenta de la clara declinación de la producción hidrocarburífera y de la caída de las reservas. En ese marco, el territorio neuquino, cuenca de relevancia en el contexto nacional, comenzó a revalorizar su rol a partir de las expectativas que se generan por la explotación de los reservorios de hidrocarburos no convencionales de la formación geológica Vaca Muerta como eje estratégico del autoabastecimiento nacional, en el cual confluyen intereses nacionales e internacionales que buscan participar de la explotación de los yacimientos.En función de ello, y a partir de la incidencia que se advierte en las ciudades aledañas al área de explotación de Vaca Muerta, en términos de impacto sobre la estructura industrial y de servicios, en especial respecto de la transformación que está ocurriendo en la radicación de empresas, agregado a lo expuesto en otros puntos del documento, se ha avanzado en analizar como parte de la investigación sobre la economía de la Confluencia, si este nuevo ciclo de auge en la explotación de los recursos naturales no renovables puede significar un cambio en la trayectoria de las ciudades de Neuquén, Centenario y Añelo y en sus funciones. A tal fin, la indagación se centró en los parques industriales y en las continuidades y rupturas que se verifican en la trayectoria económica de las tres ciudades. (Preiss Avella y Rivero, 2014)
 
4.1 Ciudades y Regiones: dependencia de la trayectoria y oportunidades de renovación
 
Acorde a lo expresado precedentemente, se ha procurado conjugar dos vertientes teóricas del análisis económico: la literatura evolucionista sobre trayectorias e innovación, y la temática del desarrollo regional y urbano. La finalidad es indagar sobre las perspectivas que se abren a partir de la posibilidad de unir estas dos líneas de investigación en lo que respecta al estudio de la evolución y posibilidades futuras de las ciudades en el marco de la explotación de los recursos hidrocarburíferos no convencionales localizados en la Cuenca Neuquina, la que comprende los reservorios ubicados en el territorio de la provincia de Neuquén, el sur de la provincia de Mendoza, y el oeste de las provincias de Río Negro y de La Pampa.A los fines del análisis, se han adoptado desarrollos teóricos basados en el concepto de “path dependence”, que como fuera expresado en otros tramos del artículo, fue utilizado frecuentemente en las teorías evolucionistas a partir de su aplicación por Brian Arthur y Paul David en estudios de evolución tecnológica, y luego ampliado a otros campos de la teoría económica, incluyendo la economía regional y urbana. Fundamentalmente, se ha retomado la contribución de Paul David, dada su vinculación con la historia económica y su crítica de la economía neoclásica. [8] (Preiss, Avella y Rivero, 2014)Para una incorporación adecuada del concepto de “path dependence” en la ciencia de la economía regional y urbana, se ha recuperado la visión de Hodgson (2002), quien postula la necesidad de considerar determinantes históricos y/o geográficos en las teorías de la dinámica económica[9], lo que permite asociar el tiempo y el espacio en el análisis de los procesos económicos. En una línea similar, Martin y Sunley (2006), afirman que la combinación de la dimensión histórica proveniente de la utilización del concepto de path dependence debería unirse a las especificidades locales, dando lugar a una teoría “place dependent” de la trayectoria de una ciudad o región. En este sentido, la existencia de un cluster, definido comounagrupamiento de empresas relacionadas a partir de su interacción en un sector específico de la actividad económica en un determinado espacio geográfico, operará positivamente en la trayectoria de una ciudad o región en la medida que las empresas puedan usufructuar los cuatro tipos de economías de localización que explican las ventajas derivadas de la concentración espacial de empresas(Lagerholm and Malmberg, 2009):
 

a)     beneficios derivados de la posibilidad de compartir costos de ciertos recursos colectivos entre las firmas: infraestructura, sistema educacional, instituciones locales y otros tipos de bienes colectivos de la industria particular;          

 
b)      reducción de costos de transacción entre las empresas localizadas en un mismo espacio, condición necesaria para que operen los retornos crecientes. Estos operan a través de la reducción de costos de transporte y de relacionamiento entre empresas, dado que la distancia entre las firmas deja de tornarse un factor relevante a la hora de tomar decisiones. Esta cercanía también permite fortalecer la comunicación y el relacionamiento entre empresas, y facilita la desintegración vertical intra-firma de ciertas operaciones a favor de una integración al interior del cluster;
 
c)      concentración de firmas de un determinado sector y de actividades  relacionadas, de la que resulta la creación de un mercado de trabajo especializado. Este es uno de los factores que en la literatura de economías externas aparece como una de las ventajas más importantes para aquellas firmas que están localizadas (o pretenden hacerlo) en una región especializada en determinadas actividades económicas;
 
d)       circulación de conocimiento y aprendizaje localizado, facilitando la difusión de saberes y prácticas, el intercambio de experiencias, la adopción de tecnologías e innovaciones.De verificarse que las empresas pueden usufructuar estas ventajas devenidas de su localización conjunta, el cluster se constituirá en polo de atracción para la instalación de nuevas empresas, pudiendo conducir al reforzamiento de una determinada trayectoria en la base económica urbana. Contrariamente, de no verificarse el comportamiento dinámico derivado de los factores anteriores, el cluster de empresas (o productores) puede derivar en el estancamiento, el retraso tecnológico y la falta de dinamismo innovador. (Preiss, et al, 2014)
Si bien las economías de localización operan al interior del cluster, a partir de determinadas funciones que pueden alcanzar las ciudades donde el conjunto de empresas están localizadas, el cluster puede también verse beneficiado por las economías de urbanización. Camagni (2005) define a las mismas como: “aquel tipo de externalidades que se manifiestan típicamente en un ambiente urbano, dirigidas indistintamente a todas las actividades económicas y ya no específicas de sectores productivos concretos”.Entre ellas distingue tres grandes categorías:
 
a)      las que nacen de la concentración de la intervención del sector público en la ciudad: inversión en bienes públicos y consumo de servicios públicos;
b)     las que derivan de la naturaleza de gran mercado de la ciudad;
c)      las que se originan en la naturaleza de la ciudad como incubadora de factores productivos y de mercado de los insumos de producciónPor su parte, Hildreth, siguiendo a Henderson, argumenta que los servicios avanzados a la producción, las industrias basadas en altas capacidades, así como la generación de nuevo conocimiento productivo requieren (entre otras cosas) de la existencia de economías de urbanización, pero por sobre todo de las capacidades locales para aprovecharlas (Gorenstein, Landriscini y Hernández, 2012).
Desde las políticas públicas, las ciudades han intentado construir factores de atracción de empresas que refuercen o renueven su trayectoria económica a partir de la generación de economías de localización. En este sentido, entendiendo que el concepto de path dependence no puede interpretarse como una condición unívoca de la evolución futura de una ciudad, existen distintos factores que pueden dar lugar a una renovación de la trayectoria económica de una ciudad, basada en la integración de un nuevo sector clave a la base económica urbana o la potenciación de un cluster de empresas ya existente. Se evidencia en este contexto, que la idea de dependencia de la trayectoria debe combinarse con la posibilidad de que un nuevo escenario regional/local signifique para algunas ciudades la posibilidad de radicar un nuevo cluster de actividades relacionadas con la actividad hidrocarburífera (o una mayor integración de un agrupamiento de empresas ya existentes), que si bien muestra tradición en la región, no se encuentra igualmente distribuido en el espacio regional, presentando fuertes anclajes en determinadas localidades y escasa relevancia en otras. (Preiss, et al, 2014) En términos de creación de un ambiente favorable para la localización de nuevas empresas, uno de los instrumentos más tradicionales que han utilizado las ciudades para incentivar la radicación de empresas es el parque industrial[10] .Los beneficios de un Parque Industrial (PI) se podrían agrupar en cuatro tipos[11]:·    
Beneficios desde el punto de vista de la planificación espacial y urbana.· 
Beneficios para las empresas por la provisión de servicios a un costo relativo más bajo comparado con otras localizaciones o soluciones individuales.·
Beneficios para las empresas por economías de aglomeración y externalidades positivas.· 
Beneficios desde la perspectiva de la política industrial para la zona, región y el país.Si bien la creación de una infraestructura acorde no garantiza por sí sola la posibilidad de constituir un factor de atracción para la localización de empresas, en el contexto de la expansión de la actividad de un conjunto de empresas relacionadas en un ámbito regional, podrá generar economías de localización y sinergias conjuntas entre las empresas que resulten en un reforzamiento o renovación de la base económica de la ciudad. (Preiss et al, 2014
 
4. 2 El nuevo escenario de la producción hidrocarburífera en la provincia del Neuquén y su impacto en los Parques Industriales (PI)
 
4. 2.1 El impacto del petróleo en el eje Neuquén – Centenario – Añelo
 
Como fuera señalado, la actividad hidrocarburifera es una de las actividades más importantes de la provincia de Neuquén, ya que más allá del peso relativo del sector Minas y Canteras (en el que se integran los hidrocarburos) en el PBG neuquino, que alcanzó valores cercanos al 50% en los últimos años, su importancia radica en los efectos que el mismo induce sobre el resto de la economía, particularmente en los servicios especializados, en la demanda local y en las finanzas privadas y públicas.A partir del nuevo escenario planteado por las acciones que está desarrollando YPF en el área productiva de la formación Vaca Muerta, se ha producido un notable impacto sobre la economía neuquina. La reactivación de la exploración y explotación hidrocarburífera está impactando fuertemente en las localidades de Neuquén, Centenario y Añelo, ubicadas en el eje urbano y vial sobre el que se asientan los actores económicos de la actividad.Junto al crecimiento de las inversiones en la actividad, en el caso del mercado laboral, según datos del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, el 23% del incremento de los puestos de trabajo en la Provincia entre el segundo trimestre de 2010 y el segundo trimestre de 2013 correspondió al subsector de hidrocarburos, siendo la actividad que mayor cantidad de empleos generó. Asimismo, producto del avance exploratorio, el tránsito general aumentó en las rutas petroleras un 36% durante el 2013 y un 51% en comparación con el 2011. [12]Es importante destacar que estos impactos se proyectan sobre ciudades de diferentes dimensiones, trayectoria y funcionalidad, tanto en lo poblacional como en la estructura económica. (Preiss, et al, 2014)Tomando indicadores de población (evolución demográfica de las ciudades de Neuquén, Centenario y Añelo, según Censos Nacionales 1970/2010) y de estructura económica, en función de las unidades económicas registradas por los relevamientos municipales y de la Dirección Provincial de Estadísticas y Censos de la provincia de Neuquén en 2012, resulta evidente que las economías de localización y de urbanización actuarán de modo diferencial en las tres ciudades. (Ver Cuadros Nº 1 y Nº 2.)


3 Se intensifica la articulación a partir de flujos materiales e inmateriales, y la conectividad se vislumbra como un factor preponderante de competitividad “de” y “en” la ciudad” (Fernández y Leva, 2004:69-73).
[2] Muchos de ellos son planteados por Benko, 1998; Benko y Lipietz, 1994; Castells, 1989; Sassen, 1998; Vázquez Barquero, 1997.
[3]Sassen (1999, 1991), por su parte, explica que la internacionalización de los flujos económicos y la globalización de los circuitos de información han hecho que los núcleos urbanos mayores adquieran condiciones más importantes de sobrecentralidad, como lugares privilegiados de comando y de conexión a redes económicas mundializadas. En paralelo, se produce un proceso de desconcentración económica y territorial que es necesario para garantizar la sobrecentralidad urbana; conviven así centralidad y difusión. Estas dos tendencias complementarias actúan de forma simultánea para generar grandes regiones metropolitanas, que sobrepasan límites administrativos e incluso fronteras estatales.
[4] Este concepto “comprende a los habitantes o residentes de un lugar que al mismo tiempo son usuarios de otros lugares y visitantes de otros; son habitantes a tiempo parcial, que utilizan el territorio de distinta forma en función del momento del día, o del día de la semana, y que gracias a las mejoras del transporte y las telecomunicaciones pueden desarrollar diferentes actividades en puntos diferentes del territorio de una forma cotidiana”. 
[5]Las autoras definen el Aglomerado como una localidad compuesta, o sea constituida por componentes que corresponden a distintos departamentos o partidos, provincias, o áreas de gobierno local, y que a menudo en censos anteriores figuran como localidades separadas. ( Formiga y Prieto, 2012: 51)
[6] En relación a ello, Montezuma (2003) señala que la movilidad urbana -como parte de la dinámica que enfrentan los sistemas de ciudades- en los países en desarrollo está condicionada por un sinnúmero de factores históricos, sociales, económicos, políticos y espaciales de escala macro o micro y de orden estructural o coyuntural, e identifica cuatro factores como los principales condicionamientos de la movilidad cotidiana: el crecimiento urbano acelerado, la desarticulación entre forma urbana y sistema de movilidad, la concentración de actividades en las áreas centrales y la segregación socioeconómica y espacial.
[7] “Las acciones sujetas a expropiación de las empresas YPF Sociedad Anónima y Repsol YPF GAS S.A., en cumplimiento del artículo precedente, quedarán distribuidas del siguiente modo: el cincuenta y un por ciento (51%) pertenecerá al Estado nacional y el cuarenta y nueve por ciento (49%) restante se distribuirá entre las provincias integrantes de la Organización Federal de Estados Productores de Hidrocarburos”.
[8]Dicho concepto provee una perspectiva que destaca la importancia del contexto, la contingencia y la historia en los procesos de desarrollo económico. En la búsqueda de una mayor precisión conceptual, David asevera que el concepto de “path dependence” en las ciencias sociales, “is an important concept for social scientist engaged in studying processes of change, as it for students of dynamic phenomena in nature. A dynamic process whose evolution is governed by its own history is path-dependent” (David, 2007). Esta visión dinámica de la evolución económica es muy diferente a la de la tradición neoclásica de la economía, que en su forma más simple da por sentado que sólo existe un punto de equilibrio al que se puede llegar, independientemente de las condiciones iniciales o de los eventos transitorios.
[9]As a result, economic and social theorists are obliged to build theories that in part involve historically or geographically specific assumptions. Although all theorizing involves some general categories and elements, effective theories also involve specific and particular assumptions.”  (Hodgson, 2002) 
[10]Existen tres tipos de aglomeraciones urbanas planificadas: Parque industrial, área industrial y zona industrial.- Un Parque Industrial (PI) es un terreno urbanizado y subdividido en parcelas, conforme a un plan general, dotado de carreteras, medios de transporte y servicios públicos, que cuenta o no con fábricas construidas (por adelantado), que a veces tiene servicios e instalaciones comunes y a veces no, y que está destinado para el uso de una comunidad de industriales.- El área industrial es un terreno mejorado, dividido en parcelas con miras a la instalación de industrias y que se ofrece a la venta o en alquiler.- La zona industrial es un simple solar reservado para la industria.
[11] Rodríguez Miranda, A. et al. La herramienta “Parques industriales” y el desarrollo territorial: algunas reflexiones sobre la iniciativa en Uruguay. Instituto de Economía. Universidad de la República. Uruguay. 2014.
[12]  En el caso de los tramos que llevan directamente hasta Añelo –Meca del shale– la circulación se duplicó. En un viaje desde Neuquén hacia Añelo, cualquier conductor puede llegar a contar no menos de 30 camiones –uno cada tres minutos– en los kilómetros del trayecto. Casi en su totalidad son vehículos vinculados con el petróleo que transportan equipos, materiales, líquidos, tubos y, fundamentalmente, arena. A lo que debe sumarse el traslado de los cuatro mil trabajadores que diariamente llegan a la localidad”.  (Diario Río Negro, 26/1/2014)
 
Cuadro Nº 1. Neuquén, Centenario y Añelo. Población total según censos 
  1970 1980 1991 2001 2010
Neuquén 45.140 92.047 169.199 203.190 231.780
Centenario 9.168 14.903 25.065 28.956 34.421
Añelo 76 412 1.031 1.742 2.689
Fuente: Censos Nacionales de Población, Hogares y Vivienda. INDEC y Dirección Provincial de Estadísticas y Censos de la Provincia de Neuquén.
 
 Cuadro Nº 2. Neuquén, Centenario y Añelo. Unidades económicas por rama de actividad seleccionada, según municipio y categoría del mismo. Año 2012
*Incluye bares, confiterías, rotiserías y heladerías.Fuente: Registro Provincial de Unidades Económicas. Dirección Provincial de Estadísticas y Censos de la Provincia de Neuquén.
 
 

Ciudad/Rama de actividad Industrias Comercio Bancos Ss. de alojamiento Restaurantes* 
Neuquén 732 7088 30 63 817
Centenario 91 978 3 17 101
Añelo 3 61 - 1 15
A partir de la “explosión”de Vaca Muerta, comienzan a verificarse en las tres ciudades distintos impactos, y de diferentes magnitudes. Uno de los efectos más importantes es la gestación de una nueva demanda de suelo de uso industrial y de servicios relacionados con la exploración y explotación de hidrocarburos. Los parques industriales se convierten así en lugares sobre los que se proyecta la demanda de las empresas por suelo para uso industrial, y constituye uno de los locus privilegiados de la acción municipal para potenciar la economía local, en un marco de planificación del uso del suelo urbano. Permite a su vez, estudiar cómo se va configurando la economía local en las distintas ciudades y su relación con los factores que hasta aquí han configurado la trayectoria económica de las localidades analizadas.
 

4. 2. 2 Impacto en los Parques Industriales           

1. Parque Industrial Neuquén (PIN) Neuquén Capital se encuentra a, aproximadamente, 100 kilómetros del yacimiento donde se desarrolla actualmente la principal actividad exploratoria de “Vaca Muerta”. Dado que en la ciudad se localizan la mayoría de las sedes centrales de las empresas relacionadas con el petróleo, ya sea de concesionarios/operadores, empresas multinacionales del sector que operan a escala mundial y empresas de servicios locales de diversos rubros, además de los servicios financieros, hoteleros, comerciales y administrativos de la región, de la mano de la explotación de hidrocarburos no convencionales, se va convirtiendo de a poco en una de las ciudades argentinas que recibe el mayor flujo de inversiones privadas en el contexto nacional.El Parque Industrial de la Ciudad de Neuquén (PIN), se creó en el año 1972 a través del Decreto 1198, y como Anexo Único del mismo se constituye su Reglamento, en el cual se determina la zonificación, características constructivas, obligaciones de las empresas radicadas, etc. El PIN tuvo sucesivas ampliaciones: el Decreto 264/1976 anexó la zona denominada de la Gran Industria; el Decreto 2909/1992 crea la zona denominada Área de Servicios Industriales y, recientemente, el Decreto 1064/2013 anexa al parque una fracción de tierra denominada Lote Z1.Se configuran así tres sectores bien definidos: el correspondiente al primer emplazamiento del PIN ubicado sobre el eje de la ruta 7, identificado como sector Este y Oeste; el sector de Servicios, localizado sobre la calle Conquistadores del Desierto y un último sector actualmente en desarrollo, constituido por la fracción norte del lote Z1.En conjunto, el PIN histórico (sector este – oeste, que ocupa alrededor de 300 hectáreas)  y el sector de Servicios (que ocupa otras 80 hectáreas), encuentran radicadas alrededor de 300 empresas.El Parque Industrial de la ciudad de Neuquén se constituye así en el más relevante de la provincia tanto por su envergadura, como por su atractivo en cuanto a ubicación geográfica. Si bien la demanda de tierras en el PIN por parte de las empresas siempre fue significativa, si la comparamos con la que se evidencia en el resto de los parques provinciales (Rincón de los Sauces, Polo Químico Petroquímico Plaza Huincul- Cutral Có, Zapala, Picún Leufú) y municipales a partir del “boom de Vaca Muerta”, su importancia se ha incrementado considerablemente. Los datos que surgen del Registro Provincial de Inversores dependiente de la Subsecretaria de COPADE, creado en el año 2011, reflejan que del total de solicitudes para radicaciones en los Parques Provinciales que ingresaron a través del mismo desde 2011 a la fecha, el 70% se concentra en el año 2013, y casi el 95% solicita tierras en el PIN.  La fracción denominada Z1, de acuerdo al objetivo de ordenamiento de las actividades productivas que tiene el PIN, fue planificada para establecer empresas de mediana y gran envergadura vinculadas directa o indirectamente a la industria hidrocarburífera y logística. Esta elección no deriva sólo de cuestiones vinculadas a la economía local, sino del hecho de que dicha fracción no cuenta con servicios de infraestructura básicos (agua, electricidad, gas), lo cual requiere de importantes inversiones por parte de los solicitantes para contar con los mismos, estimándose que este tipo de compañías cuenta con el soporte económico financiero para afrontarlas. La Zona Logística cuenta con una superficie de 50 has, en la cual se llevará a cabo la ruptura de grandes cargas y la que contará con múltiples servicios (hotel, comedor) y lindante a la misma un Depósito Fiscal Aduanero.Un impacto esperado de las relocalizaciones de las bases operativas existentes y localizaciones de nuevas bases en el Z1, es la reducción de la congestión vehicular que hoy presenta la Ruta Nacional Nº 22, y los accesos a la ciudad, disminuyendo los efectos negativos que esta situación genera en materia de demoras operativas, accidentes y contaminación, así como también la generación de empleo indirecto a través de la contratación de los servicios necesarios para llevar a cabo las obras planificadas, y la posterior gestión y mantenimiento de las operaciones en el área.En segundo lugar, se proyecta la creación de sinergias entre las empresas localizadas y a localizarse en el Z1, para generar mayor valor a través del trabajo en conjunto, principalmente a partir de la Zona Logística Aduanera (ZAL) y el Depósito Fiscal y Aduanero, considerada estratégica a partir del negocio del shale gas/oil en la provincia.Las economías de localización y urbanización, vinculadas a la trayectoria económica del Parque Industrial Neuquén, y al posicionamiento de Neuquén como ciudad cabecera de la Patagonia Norte, ha sido un factor de atracción para actores claves y relevantes de la actividad petrolera en la zona identificada como Z1, la cual tuvo una inmediata demanda de ocupación por parte de grandes empresas vinculadas al rubro petrolero, nacionales y de origen multinacional (servicios de logística e ingeniería). Las mismas asentarán sus bases de operaciones a través de inversiones, que  incluyen obras de infraestructura básica inexistente en la zona (electricidad, gas, agua). [1]

2. Nuevo parque industrial en Centenario

La ciudad de Centenario se encuentra a 15 km de Neuquén Capital, conectada mediante una autopista sobre la ruta provincial Nº 7, cuya prolongación constituye la vía de llegada a los yacimientos del área central de la formación Vaca Muerta desde la capital provincial.Desde 2013, y en particular desde la puesta en marcha del Proyecto de Exploración y Producción en Loma Campana (Acuerdo YPF-Chevron, el de mayor envergadura de inversión en perforación hasta el presente) la localidad se ha visto crecientemente impactada por el impulso económico que se ha generado en la región. Diversos factores evidencian señales de un cambio en la dinámica local, tradicionalmente vinculada a la producción frutícola: la demanda residencial que trae aparejada la habilitación de nuevos loteos sobre la meseta, la instalación de empresas vinculadas con el sector de hidrocarburos y el avance urbano sobre tierras productivas son indicadores de esta transformación.Cuenta con dos parques industriales: el área industrial municipal y el nuevo parque industrial. El Área Industrial Municipal contabiliza un total de 46 empresas radicadas[2]. Este parque muestra una trayectoria asociada al tradicional perfil de la localidad como productora frutícola, con una demanda limitada de suelo urbano para uso industrial y de servicios, lo cual determinó que su potencial ampliación se viese restringida por el avance urbano y la instalación de algunas empresas que poco tienen que ver con la actividad industrial.En los últimos años, se ha planificado la ampliación del Parque Industrial de Centenario en un nuevo emplazamiento que se ubica al sudeste de la zona urbana, junto a la ruta provincial Nº7. Esta planificación se ha visto acelerada en su ejecución a partir de la  nueva demanda de suelo para uso industrial y de servicios que enfrenta la localidad, cuya dimensión transforma los parámetros esperables en la economía local, y parte de una fuerte demanda derivada de empresas relacionadas con los hidrocarburos que buscan ubicarse en cercanías del área en exploración de la formación Vaca Muerta, contar con infraestructura adecuada y sortear las dificultades que plantea la competencia por el suelo destinado a la radicación de empresas en la localidad de Neuquén.El nuevo parque industrial está zonificado en dos áreas bien definidas; una destinada a sector “limpio” y otra de servicios e industrias, a ambos lados del camino principal con orientación este – oeste. El área destinada al sector “limpio” se compone de lotes chicos que se encuentran pre adjudicados a empresas de alimentos, de producción apícola, etc. Se avanzó en la planificación de esta área realizando la inscripción ante RENPI (Registro Nacional de Parques Industriales) a fin de financiar las obras de infraestructura necesarias.Con respecto al sector destinado a empresas de servicios e industriales, el mismo se subdivide en 80 lotes (chicos de 1600 m2 y grandes de más de 1ha), que constituyen manzanas de 4 hectáreas. En los lotes pequeños se pretende instalar establecimientos PyMEs, del tipo tornerías, aserraderos, talleres metalúrgicos, entre otros; mientras que en los lotes grandes se han de ubicar empresas de mayor dimensión operativa. Actualmente, la demanda de lotes por parte de las empresas supera la disponibilidad derivada de esta ampliación.Las empresas fueron beneficiadas con un régimen local de promoción industrial por el cual se vendieron tierras a precios accesibles, con años de gracia en el pago, y que se ubica muy por debajo de los valores de inmuebles similares en la ciudad de Neuquén.El 95% de las empresas que se instalarán en el nuevo Parque Industrial abastecerán la demanda generada por Vaca Muerta. A pesar de que hay pedidos de radicación de pequeñas firmas metalúrgicas, ellas y otras de distintos rubros estarán asociadas a la prestación de trabajos de forma directa o indirecta a los yacimientos petrogasíferos de Vaca Muerta. A fin de garantizar un marco de acción conjunta, el Intendente de la localidad, empresarios de Capespe (Cámara Patagónica de Servicios Petroleros) y representantes de YPF, con la participación del Instituto Nacional de tecnología Industrial (INTI), han establecido acuerdos de cooperación, que incluyen la gestión de financiamiento para las obras de infraestructura.3. Los nuevos parques industriales de AñeloAñelo es la localidad que ha tenido el mayor impacto por la actividad no convencional, debido a su cercanía con la concesión “Loma Campana” de YPF. Pueden mencionarse algunos datos como su crecimiento poblacional (en el Censo 2010 se contaban 2.689 personas, estimándose que en 2013 residen 5.800), y una numerosa población no residente que se moviliza diariamente hacia la localidad.Así, Añelo recibe el impacto que genera la radicación de empresas, la creación de nuevos servicios de hotelería y restaurante, instalación de comercios, la demanda inmobiliaria derivada de la radicación de la población que se espera siga llegando a la localidad, entre otros.Es por ello que la figura de los parques industriales cumple un rol clave en este proceso, como herramienta de promoción económica, pero fundamentalmente de ordenamiento del territorio, ya que la instalación de los servicios y la infraestructura de los dos parques industriales planificados correrán por cuenta del sector privado.En esa dirección, el gobierno municipal puso en marcha en 2014 la creación de un Parque Industrial Municipal a fin de ordenar la radicación de los proveedores de servicios petroleros que se instalen en el pueblo. El Parque industrial Municipal de Añelo cuenta con 250 has, situadas al norte de la meseta, por Ruta Provincial N° 8, ubicado a 20 kilómetros de los centros de operaciones más importantes en la formación de Vaca Muerta, como es el área de Loma Campana de producción no convencional, lo cual le otorga una posición geográfica estratégica.Ya han sido otorgadas tierras a 117 empresas vinculadas a la explotación de hidrocarburos en el área: operadoras nacionales, multinacionales, de servicios petroleros, las cuales han iniciado las obras correspondientes a los proyectos de radicación, así como también empresas de menor envergadura dedicadas a la construcción de viviendas, trailers y metalúrgicas. Si bien están abiertos los caminos de acceso y circulación, las tierras fueron entregadas sin servicios y serán las mismas compañías la que tendrán a su cargo las instalaciones de los servicios. Algunas de las empresas que ya han firmado convenio para su emplazamiento en el Parque Industrial de Añelo desarrollan actividades que demandan proximidad a los yacimientos, en especial aquellas dedicadas a transporte, logística y abastecimiento, provisión de insumos mineros, servicios de pozo, entre otras. Lindero al predio del parque municipal, pero ya fuera del ejido, la Subsecretaría de Tierras de la provincia de Neuquén, realizó la reserva de terrenos para concretar la instalación de un Parque Logístico Provincial. El Parque Logístico y de Servicios Provincial tendrá una operatoria diferente a las que actualmente tienen los parques provinciales, ya que se pretende que sea de gestión privada. El gobierno provincial ha efectuado el llamado a licitación pública para convocar a inversores interesados en proponer el desarrollo y construcción del parque.La Provincia ofrece en venta para la concreción del proyecto adjudicatario, una superficie total aproximada de 467,5 has. Los proyectos deberán contener propuestas de planificación, desarrollo, construcción y administración del Parque referenciado, requiriendo contemplar las condiciones necesarias de infraestructura básica y regulación de funcionamiento para la radicación de empresas en la localidad.
 
4. 3 Reflexiones sobre los cambios en curso a partir de los hidrocarburos no convencionales
 
La incorporación del concepto de la dependencia de la trayectoria al análisis regional y urbano permite retomar la idea de que la evolución económica de un determinado espacio geográfico es un proceso donde la historia importa, contándose en ella las configuraciones estructurales: lo material, las relaciones sociales, las capacidades tecnológicas y organizativas acumuladas y el sistema institucional.Esta importancia está dada tanto en el análisis del pasado, como también para poder visualizar las oportunidades que se abren hacia el futuro, dado que la trayectoria evolutiva de las regiones y ciudades condiciona las alternativas posibles para el surgimiento de nuevos senderos de desarrollo, aún en el marco de significativos cambios en el contexto macroeconómico nacional y regional.La posibilidad de un trayectoria renovada de las ciudades, puede derivar tanto del fortalecimiento de un sector clave de la estructura económica actual, como de la instalación de un conjunto de empresas vinculadas a un nuevo sector económico, que renueve la trayectoria local y determine un cambio sustancial en la economía. (Preiss, et al, 2014)Esta posibilidad dependerá tanto de la trayectoria pasada de la economía local, como de las alternativas que plantea el devenir económico regional/local y las capacidades que tengan las ciudades de aprovechar el nuevo escenario, en especial la generación de economías de localización, el alcance de las economías de urbanización y los proyectos institucionales que se puedan generar desde el sector público provincial y municipal.En tal sentido, se plantean un conjunto de hipótesis que orientarán el trabajo de investigación que ha de profundizar en las trayectorias económicas de las tres ciudades bajo análisis:· 
     La ciudad de Neuquén a través de la ampliación de su parque industrial ha definido un proyecto que potencia la radicación de las grandes empresas del sector petrolero, en una interacción provincial-municipal que deriva en el posicionamiento del parque industrial local como principal centro logístico y de servicios de la actividad en la zona productiva de la formación Vaca Muerta, reforzando las economías de localización. En este sentido, las economías de urbanización juegan un rol preponderante, dado el rol de Neuquén como centro económico, administrativo, comercial y residencial de la región, y la consolidación de su parque industrial como referente a nivel provincial, con creciente especialización en el sector hidrocarburos.·      El escenario de la demanda de suelo para uso industrial y de servicios de pequeñas y medianas empresas ha desbordado a la ciudad de Neuquén, trasladándose a Centenario, que a pesar de no contar con una fuerte tradición de localización de empresas del sector hidrocarburos, cuenta con la posibilidad de generar la radicación de un bloque de empresas que por su impacto directo e indirecto traerá significativos cambios en el perfil económico de la ciudad, a partir de inversiones públicas y privadas de diversificación relacionada y no relacionada a los hidrocarburos.Esto permitiría generar economías de localización en la medida que se verifique una interacción entre empresas y compañías operadoras, lo cual no es un proceso automático sino que requiere del desarrollo de una institucionalidad empresaria local, del reforzamiento de las capacidades organizativas  y de una fuerte interacción con el sector público local y provincial. En cuanto a las economías de urbanización, los cambios esperados en la estructura económica combinados con el auge de la inversión residencial y el crecimiento poblacional plantean interrogantes sobre las ventajas de urbanización que puedan generarse, teniendo en cuenta su cercanía con la ciudad de Neuquén.·      En cuanto a la localidad de Añelo, la transformación que se opera representa un proceso abierto debido a que el desarrollo actual y planificado de su parque industrial se da en el contexto de una historia local vinculada a un incipiente desarrollo agropecuario, que está siendo trastocado de raíz por el impacto de la explotación de los hidrocarburos no convencionales. Si bien está previsto un fuerte impacto en la radicación de empresas, el sentido de la localización, en tanto base de servicios a yacimientos, no permite pensar en la generación automática de economías de localización que puedan generar una dinámica que supere la actividad tradicional de las bases empresarias. Asimismo, enfrenta el desafío de superar la dinámica local asociada a los  “pueblos petroleros”. (Preiss, et al, 2014)Concluyendo: Neuquén y las ciudades próximas enfrentan desde las últimas décadas desafíos de reestructuración múltiples, que se han profundizado con la dinámica abierta a partir de la exploración y explotación de los reservorios de hidrocarburos no convencionales, y tales procesos, su complejidad y alcance estimulan nuevas etapas de investigación y reflexión teórica en distintas escalas.
 
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[1] “En el Z1 se están radicando 16 empresas con una inversión millonaria, por lo que las tierras están bajo reserva. Hay empresas que también esperan ingresar: es un problema nuestro porque el de las tierras es un recurso finito. A medida que ampliemos zonas, se irán sumando nuevos inversores.   Según la información oficial, estas empresas invertirán en su arribo al nuevo parque industrial entre $800 y $1.000 mil millones. Esta cifra será invertida en obras civiles, entre ellas el cerramiento de los predios y movimientos de suelos que darán forma a las nuevas instalaciones.” (La Mañana de Neuquén, 04-09-2014, declaraciones del Director Provincial de Industria, Comercio y Servicios, Gustavo Barraza,)
[2]Informe preliminar de los parques y áreas industriales en la provincia del Neuquén. COPADE. Provincia de Neuquén. 2007