Fragmentación espacial estrategias de supervivencia y organizacion cooperativa el caso del asentamiento nuevo amanecer

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CARCEDO, FRANCO(**)

 

Resumen

 

Actualmente, numerosas ciudades de tamaño intermedio comienzan a presentar transformaciones que se evidencian en fragmentación espacial y segregación social; hechos que, habitualmente, se materializaban con mayor frecuencia en las grandes aglomeraciones urbanas. Ambos procesos se traducen en situaciones contrapuestas como la aparición de urbanizaciones cerradas, por parte de los sectores sociales con mejor condición social; como así también en complejos habitacionales suburbanos en donde conviven grupos de escasos recursos que, para poder acceder a la vivienda y al terreno –, se transforman en ocupantes de terrenos fiscales.

 

En la ciudad de Santa Rosa (La Pampa), el asentamiento Nuevo Amanecer es un ejemplo de las tipologías habitacionales producto de la pobreza y la marginalidad urbana, y una muestra clara del avance de nuevas formas de ocupar y valorar el territorio en una ciudad de tamaño intermedio. Dicho lugar es un complejo habitacional de condiciones precarias, ubicado en las áreas suburbanas de la capital provincial, donde un grupo de familias vive y trabaja realizando actividades en hornos de ladrillos y recuperando distintos elementos del relleno sanitario contiguo.

 

Así, para las familias que habitan el barrio, el suelo se convierte en un recurso clave a la hora de planear “estrategias de supervivencia” relacionadas con la generación de empleo, la construcción de una vivienda, la reproducción de un modo de vida o la misma socialización al interior del asentamiento. Todo ello contribuye a que la concepción de valor que los nuevos ocupantes le otorgan al territorio en donde viven, presente la particularidad de estar desligada de las lógicas del mercado inmobiliario y del rol del Estado como ejecutor de políticas habitacionales, favoreciendo así la concepción de un “valor de supervivencia”.

 

Un componente adicional, lo constituye la organización de los trabajadores y la conformación de una cooperativa de trabajo para operar en la gestión de los residuos sólidos urbanos en su eslabón final. En este sentido, la creciente politicidad del grupo permite generar acciones colectivas de protesta para reivindicar sus derechos, y establecer un espacio de negociación con el Estado a fin de mejorar la situación laboral y residencial de las familias.

 

Del mismo modo, en este trabajo se analizan las formas de intervención del Municipio que, en lo que respecta a los servicios urbanos, sólo se limitan al aprovisionamiento de agua. Respecto al tratamiento de los residuos sólidos urbanos, la comuna se comprometió a darles prioridad a los trabajadores del asentamiento a la hora de ocupar los empleos que generará la futura planta de reciclado. De todas maneras, el accionar del Estado sobre la situación legal de tenencia, ocupación y usos del suelo presenta un carácter subsidiario, máxime cuando las tierras pertenecen al fisco y están emplazadas en un sitio desfavorable a la urbanización planificada.

 

Palabras Clave: pobreza urbana; estrategias de supervivencia; organización cooperativa.

SPACIAL FRAGMENTATION, SURVIVAL’S STRATEGIES AND COOPERATIVE ORGANIZATION: CASE STUDY: THE SETTLEMENT NEW DAWN

 

Abstract

At the moment, numerous cities of intermediate size benin to present transformations that demonstrate in space fragmentation and social segregation; facts that, habitually, were materializedmost frequently in the great urban agglomerationsBoth processes are translated in situations opposed like the appearance of closed urbanizationson the part ofthe social sectors with better social condition as well as suburban residential complexes where groups of limitedr esources coexist thatto be able to accede to the house -and the land-, they are transformed into fiscal landoccupants.

In the city of Santa Rosa La Pampa, the settlement  “New Dawn” is an example of the residential typologies product of the poverty and the urban marginalityas thus also aclear sample of the advance of new forms to occupy and to  value the territory in city of intermediate sizeThis place is residential complex of very precarious conditionslocated in the suburban areas of the provincial capitalwhere group of families lives and works in conditions of povertyto carry out activities in brick furnaces and collecting different elements from the contiguous sanitary filling.

Sofor the families who inhabit the districtthe ground becomes key resource at the time of planning strategies of survival” related to the employment generation plansthe construction of housethe reproduction of way of life or the same socialization within the settlementAll this contributes to the conception of value that give the new occupants of the territory in which they live, present the peculiarity of being detached from the real estate market logic, the financial capital and the roll of the State like executor of residential policiesfavoring therefore the conception of value of survival”.

An additional component is the workers’s organization and the conformation of the work cooperative to operate in the treatment of the urban solid residues in its final link of the chain. In this sense, the increasing politicization of the group allows to create protest collective actions to claim for their rights and establish a negotiation space with the State to improve the labour and living situation of the families.

In the same way, this paper examines the forms of intervention of the municipality, with respect to urban services, only limited to water supply.With respectthe treatment of urban solid waste, the municipality agreed to give priority to the settlement workers when fill the jobs that will generate future recycling plant. Of all waysdriving of the State on the legal situation of possession, occupation and uses of the ground presents subsidiary characterespecially when the earth belong to the state treasury and they are located in an unfavorable site to the planned urbanization.
 
Key words: urban povertysurvival strategies; cooperative organization.

 

 

Consideraciones iniciales.

A partir de mediados de los años 70 comenzó a ganar impulso en casi todo el mundo un proceso de reestructuración productiva que ha desembocado en lo que puede considerarse como una nueva fase de modernización capitalista, de la que constituyen aspectos medulares la globalización y la informacionalización de la economía mundial (De Mattos, 2006).

 

Esta nueva economía global se caracteriza por su carácter extraordinariamente incluyente y excluyente a la vez. Incluyente de lo que crea valor y de lo que se valora en cualquier país del mundo. Excluyente de lo que se devalúa o se minusvalora. Conforma entonces, por un lado, un sistema dinámico, expansivo; y por el otro, un sistema segregante y excluyente de sectores sociales, territorios y países (Borja y Castells, 2001:24).

 

En Argentina, la reestructuración nació asociada a una radical liberalización económica, entendida como condición necesaria para restituir al mercado las funciones reguladoras que, bajo el apogeo de las ideas keynesianas, habían sido fuertemente constreñidas durante varias décadas. En su concepción más general, la estrategia aplicada consideraba necesario realizar una profunda reforma del Estado basada en los principios de subsidiariedad y neutralidad, en la que las políticas de desregulación, privatización, descentralización y desburocratización, conforman el eje central, complementada por una radical apertura externa.

 

En este sentido, el proceso de desindustrialización iniciado con la dictadura militar produjo importantes cambios en la estructura social a través de la expulsión de mano de obra del sector industrial al sector terciario y cuentapropista, y la conformación de una incipiente mano de obra marginal. De esta manera, la brecha entre el mundo del trabajo formal y el mundo popular urbano generó el quiebre del mundo obrero como la progresiva territorialización y fragmentación de los sectores populares (Svampa, 2005).

 

El paisaje urbano también reveló transformaciones importantes. Prévôt Schapira y Cattaneo Pineda (2008) sostienen la idea de que el cambio en la orientación económica, la crisis de los años ochenta y las reformas neoliberales de los años noventa, que conllevaron el empobrecimiento y el desempleo de segmentos enteros de la sociedad, modificaron profundamente los mecanismos de integración en la ciudad y en el territorio.

 

Al mismo tiempo, numerosas ciudades de tamaño intermedio comienzan a presentar transformaciones que se evidencian en fragmentación espacial y segregación social. Ambos procesos se traducen en situaciones contrapuestas como la aparición de urbanizaciones cerradas por parte de los sectores sociales con mejor condición social, como así también en complejos habitacionales en donde conviven grupos de escasos recursos que, para poder acceder a la vivienda, se transforman en ocupantes de terrenos fiscales.

 

Dentro del magro espectro de alternativas de los sectores populares en la resolución habitacional se destacan los asentamientos, definidos por la ocupación de tierras de un modo considerado “ilegal” y protagonizados por aquellos habitantes que quedaron al margen del mercado de tierras y de toda política social (Caram; Pérez, 2004). Al respecto, Neufeld y Cravino (2007), consideran que los asentamientos mostraron nuevas conflictividades en torno de la ocupación del espacio urbano y construyeron tramas organizativas con el objeto de intentar superar su condición de ilegalidad y sus precarias condiciones de vida (2007: 14). Para Merklen (1997), esta forma habitacional de la pobreza se presenta como una estrategia defensiva respecto de la exclusión, la cual es vivenciada como imposibilidad de acceder a la vivienda.

 

En la ciudad de Santa Rosa[1], el asentamiento Nuevo Amanecer es un ejemplo de las tipologías habitacionales producto de la pobreza y la marginalidad urbana, como así también una muestra clara del avance de nuevas formas de ocupar y valorar el territorio en una ciudad de tamaño intermedio. Dicho lugar es un complejo habitacional de condiciones precarias, ubicado en las áreas suburbanas de la capital provincial, donde un grupo de familias vive y trabaja realizando actividades en hornos de ladrillos y recuperando distintos elementos del relleno sanitario contiguo.

 

En este contexto, para las familias que habitan el barrio, el suelo se convierte en un recurso clave a la hora de planear “estrategias de supervivencia” relacionadas con la generación de empleo, la construcción de una vivienda, la reproducción de un modo de vida o la misma socialización al interior del asentamiento. Todo ello contribuye a que la concepción de valor que los nuevos ocupantes le otorgan al territorio en donde viven, presente la particularidad de estar desligada de las lógicas del mercado inmobiliario y del rol del Estado como ejecutor de políticas habitacionales, favoreciendo así la concepción de un “valor de supervivencia” (Dillon et.al. 2010).

 

Este trabajo tiene entre sus objetivos analizar las características particulares del asentamiento Nuevo Amanecer, las “estrategias de supervivencia” que los actores sociales ponen en práctica para lograr la reproducción de la unidad doméstica, y el accionar del Estado ante la ocupación de terrenos fiscales y las demandas de mejores condiciones de vida por parte de la población. Respecto a las actividades de subsistencia, se optó por profundizar en la recuperación informal, realizándose únicamente algunas consideraciones acerca de las tareas efectuadas por los “horneros”.

 

La metodología utilizada combina observación no participante, entrevistas en profundidad a informantes clave y “conversaciones informales” con los habitantes del asentamiento. Del mismo modo, fue de utilidad la información secundaria obtenida de los medios de comunicación, los cuales, a partir de la organización cooperativa de los trabajadores, le otorgaron mayor importancia a la problemática.

 

1. Nuevas territorialidades en la ciudad de Santa Rosa (La Pampa).

 

1.1. Emplazamiento y orígenes del asentamiento Nuevo Amanecer.

 

El asentamiento Nuevo Amaneceres un complejo habitacional de condiciones precarias, ubicado al noroeste de la ciudad de Santa Rosa, a escasos metros del relleno sanitario municipal y de las piletas de tratamiento de residuos cloacales. La zona en cuestión se encuentra a 1000 metros del “Parque Recreativo Don Tomás”, el complejo turístico más importante de la capital pampeana, y a 5 km. del centro del casco urbano.

 

Los terrenos ocupados pertenecen a la Administración General de Obras Sanitarias de la Nación (desde 1991 bajo dependencia directa del la Subsecretaria de Obras y Servicios Públicos), poseen una extensión de 92 hectáreas y limitan al norte con el relleno sanitario, al oeste con tierras fiscales en desuso, al sur con chacras dedicadas a la cría de ganado y al este con una reserva forestal de carácter municipal.

 

Por diversos factores, la zona en donde se produjo la ocupación posee un escaso valor en el mercado inmobiliario. Como afirma Urriza (2003), citada por Espasa (2010: 170), el valor del suelo urbano está determinado principalmente por factores externos al terreno, como las cualidades del entorno y su localización en la estructura urbana. En este sentido, la ubicación y su relación con el resto de la ciudad; las características ambientales y la inexistencia de infraestructuras que posibiliten la urbanización - tanto planificada como por parte de privados – contribuyen desvalorizan el sector de la ciudad donde se desarrollo el asentamiento.

De las características antes mencionadas, el entorno ambiental es la que más contribuye a definir el escaso valor que poseen los terrenos en el mercado inmobiliario y la poca importancia que el Estado le otorgó a dicha zona una vez establecidas las primeras familias. En consecuencia, entre las principales causas explicativas de la consolidación de Nuevo Amanecer, el exiguo valor del suelo urbano en el área objeto de estudio es un elemento fundamental.

 

Davis (2007) considera que las ocupaciones se producen sobre terrenos urbanos de poco valor, normalmente situados en lugares extremadamente marginales y peligrosos tales como riberas que sufren crecidas de los ríos, laderas de colinas y terrenos pantanosos o contaminados. Así, las ocupaciones se producen sobre terrenos que no generan ninguna renta, terrenos que tienen tan poco valor, que nadie se molesta en ejercer derechos de propiedad (Davis, 2007: 60).

 

El origen del asentamiento objeto de estudio data del año 2005, momento en el que comienzan a llegar los primeros habitantes. Algunos se instalaron de forma permanente mientras que otros continúan dirigiéndose a diario para trabajar en la recolección informal, los hornos o la cría de animales para autoconsumo. Actualmente, residen de forma permanente 15 familias, habiendo asimismo un grupo de 70 personas que permanecen en el lugar solo algunos días de la semana – la estadía semipermanente se vincula con el trabajo en los hornos, la recuperación informal de residuos o la cría de animales y aves para autoconsumo -.

 

Entre los barrios de procedencia de la población, destacan “Zona Norte”, “Zona Oeste Quintas” y “Villa Parque”. Los dos primeros son los barrios más cercanos al asentamiento, y también algunos de los más vulnerables de la ciudad. “Villa Parque”, por su parte, se ubica en el sector suroeste de la ciudad, a 3,5 km. del lugar, siendo asimismo uno de los barrios más pobres de la capital pampeana (Tourn, 2006). En este sentido, un trabajo de Cuello (2006), señala que entre las áreas de mayor “criticidad” de la ciudad de Santa Rosa, los barrios en cuestión presentan los índices más elevados[2].

 

Respecto al nombre[3] del asentamiento, Miguel recordaba:

 

“…lo decidimos entre todos, de común acuerdo…cada cual trajo una propuesta con distintos nombres, algunos decían El progreso (…) pero el que más nos gusto fue el que propuso Román…Nuevo Amanecer…” (Miguel, hornero).

En otra entrevista, Oscar afirmaba:

“…debajo de aquel caldén (señala) hicimos la primer reunión…ahí se decidió el nombre y todo…” (Oscar, hornero).

Entre los principales motivos que los habitantes del lugar aluden a la hora de explicar su llegada, la cercanía a la fuente de ingresos es una de las cuestiones que más se repite. Como afirma Davis (2007), para algunos pobres urbanos la localización cercana al trabajo, a un centro de producción o a una estación de tren, es más importante que el propio techo. Y para todos ellos el resultado final es una mezcla de costes elevados, ausencia de servicios municipales y falta de seguridad en la propiedad (Davis, 2007: 47). Del mismo modo, la ausencia de una vivienda, la escasez de recursos para alquilar un terreno apto para trabajar – en el caso de los horneros -, el rompimiento de lazos afectivos, el hacinamiento en las residencias de origen y la existencia de redes familiares previas son algunos de los factores que nos permiten explicar la conformación del asentamiento.

Los siguientes testimonios reflejan las distintas situaciones referidas anteriormente:

“…hace 6 años que trabajo acá, vivo cerca del aeropuerto en el barrio nuevo (…) yo trabajaba al lado de la laguna, pero tenía que pagar un alquiler por la casa y todo…se me complicaba mucho…” (Miguel, hornero).

“…hace 1 año que vivo acá, yo tenía casa en Zona Norte, tenía a mi esposa y a mis hijos viviendo ahí...pero como yo trabajo acá tengo que estar mucho tiempo en el relleno. Igual hago de todo, ladrilleo, limpio, cargo…” (Mario, reciclador informal).

“… ya debe hacer como 1 año que estoy, tengo una casa de barrio pero me vengo a trabajar acá, antes alquilaba una quinta, pero no la pude pagar más…esto al ser todo municipal no pago nada…” (Luis, hornero).

“…siempre me gusto estar en libertad (…) esto no lo cambio…ahora quiero arreglar un poco más la casa para pasar el invierno...” (Víctor, reciclador informal).

“…mi sobrina me trajo para acá… al principio trabaje con los hornos, pero eso no da nada plata. Ahora estoy trabajando en el basurero…” (Osvaldo, reciclador informal).

Resumiendo, entre las razones y motivos que llevaron a la conformación del asentamiento podemos mencionar (en orden de importancia):

  • La cercanía a la fuente de ingresos (el relleno sanitario para los recuperadores informales y los terrenos “libres” para trabajar en el caso de los horneros).
  • La ausencia de una vivienda.
  • La imposibilidad de continuar alquilando un terreno para trabajar.
  • El hacinamiento en la vivienda de origen.
  • La existencia de redes familiares.
  • El rompimiento de lazos afectivos.

Como se puede apreciar, la ocupación del territorio no se realizó de forma colectiva o previamente organizada. A diferencia de las “tomas de tierras” del conurbano bonaerense, en las cuales la organización previa a la toma era un elemento central (Merklen, 1997), la génesis del barrio en cuestión se vincula con distintas historias o biografíaspersonales.

Fue entonces la exclusión respecto al hábitat y, sobre todo, del empleo lo que está en la base del surgimiento del asentamiento Nuevo Amanecer. Factores como la reducción de los ingresos de muchos habitantes de los barrios más vulnerables, el aumento de los alquileres o la desocupación, se conjugaron para territorializarse en un área suburbana de la capital pampeana. De esta manera, una “nueva” valorización del suelo urbano se gestó en la ciudad de Santa Rosa, al margen de la planificación estatal y por fuera de las lógicas del mercado inmobiliario.

1.2. Características generales e inacción municipal.

El fenómeno de “autourbanización” que constituye el asentamiento objeto de estudio es una consecuencia del desempleo que golpeo a algunas familias de los barrios más vulnerables de la capital pampeana. Si bien es cierto que el déficit habitacional también es uno de los factores que explican la ocupación de la zona, este no es el factor explicativo de mayor relevancia. El problema habitacional se constituye como tal una vez que las familias se localizan y conforman el asentamiento.

 

En relación a la pobreza habitacional, para Cuenya (1994) puede caracterizarse por el hacinamiento, la precariedad, la inseguridad en la tenencia, la falta de privacidad, la insalubridad y la segregación espacial. Es decir que estamos ante “…la ausencia de un conjunto de condiciones que, en cada momento histórico y en cada sociedad, se consideran necesarias para la subsistencia…” (Cuenya, 1994: 79).

 

Todas estas características de la pobreza habitacional están presentes en Nuevo Amanecer, un lugar en donde las viviendas - construidas con lonas, chapas y diversos materiales recolectados del relleno sanitario - son muy vulnerables a las condiciones climáticas, están próximas a un foco de contaminación permanente y con escasas prestaciones de servicios. Además, en estos entornos, son pocas las posibilidades de que se constituya un hogar en donde ser forjen proyectos familiares llenos de consecuencias materiales y plenos de significados simbólicos (Kowarick, 1991). En ello influye también el hecho de que la localización y construcción de la vivienda no forma parte de un proyecto de vida a largo plazo, sino que es el producto de una situación crítica como es el desempleo y la necesidad de estar cerca de la fuente de ingresos.

 

Respecto a las personas que permanecen solo algunos días de la semana en el lugar, las construcciones presentan una precariedad similar a la observada en las viviendas de las familias que residen de forma permanente. Asimismo, muchos de los pequeños centros de acopio, utilizados para guardar los residuos recuperados, hacen las veces de dormitorio cuando las jornadas de trabajo se hacen demasiado extensas como para volver a los hogares.

 

Una cuestión que se manifiesta de forma muy clara en el territorio, es la localización y distribución de la población en relación a las actividades que realizan. Es decir, todas las familias que sobreviven de lo que logran reciclar en el relleno sanitario se ubican a muy pocos metros de aquel, de forma de facilitar el traslado de los elementos reciclados. Este grupo de familias trabaja en el relleno entre las 4 y las 10 de la mañana, correspondiéndole el turno de la tarde al grupo de recuperadores “reconocido” por el municipio.

 

En cuanto a los horneros, se localizan preferentemente en las cercanías de los piletones municipales. Dicha ubicación se justifica, entre otros factores, por la utilización de agua por parte de estos trabajadores y la cercanía a una de las principales vías de acceso al asentamiento, fundamental para facilitar la entrada y salida los camiones que trasladan los ladrillos elaborados.

La ilegalidad en la tenencia de las tierras, el uso de técnicas obsoletas y el bajo grado de desarrollo tecnológico nos permite considerar a dichas familias como pequeños productores, condición que se acentúa debido al escaso apoyo recibido por parte del Municipio y las crecientes dificultades para comercializar la producción en el mercado local. Esto último se debe a la competencia ejercida por los ladrillos provenientes de Mendoza, los cuales ingresan a la provincia de La Pampa de manera indiscriminada, perjudicando a los productores locales.

El escaso apoyo estatal a estos pequeños productores se manifiesta, por ejemplo, en el hecho de que para la construcción de la planta de reciclado, el municipio prefirió adquirir materiales de la provincia de Mendoza, teniendo a muy pocos metros un grupo de “horneros”. Además de favorecer a la producción de orden local, la comuna también ahorraría en fletes y traslado de ladrillos:

“…aunque no se lo digan a nadie, nosotros sabemos, yo tengo contactos (…) incluso los que traen ladrillos algunos son parientes míos de Mendoza y les compran a los mendocinos…teniendo nosotros acá...” (Oscar, hornero).

De esta manera, tanto la recolección informal de residuos como la ladrillería se enmarcan en lo que Milton Santos denomina el “circuito inferior” de la economía urbana. En el mismo, la acumulación de capital no es de interés primordial o no interesa; la tarea primordial es sobrevivir y asegurar la vida familiar diaria, así como participar de ciertas formas de consumo peculiares al moderno modo de vida (Santos, 1996).

En cuanto a los servicios urbanos, la luz llega de forma clandestina hasta algunas viviendas y el agua es suministrada por la municipalidad con una frecuencia de tres veces por semana.

Respecto a la situación legal de las tierras, el municipio desempeña un rol subsidiario. En este sentido, el hecho de que muchos residentes tengan otra vivienda es uno de los argumentos que exponen los funcionarios municipales a la hora de explicar la inacción del Estado respecto de la problemática: “…Nosotros no podemos consolidar una urbanización donde no se puede hacer en condiciones dignas. Muchas familias tienen casa en otros lados. Lo que pasa es que quieren estar cerca de la fuente laboral…”[4].

Los horneros, por su parte, consideran que la tenencia de los terrenos les facilitaría mucho la obtención de créditos que favorezcan el desarrollo de sus actividades:

“…nos habían dicho que a los 6 o 7 años en una de esas nos hacían algún papel…pero nunca cumplieron…”(Miguel, hornero).

“…este trabajo no es rentable, al no tener recibo de suelo no accedes a nada, si no estás inscripto menos (…) si estas inscripto estas con todo los impuestos todo al día entonces sí, podes acceder a un crédito, a los microemprendimientos (…) pero si no tenes tenencia de tierra no te dan nada… ¿quién te va a salir de garante? nadie…menos para este trabajo (…) así que bueno lamentablemente seguimos como estamos noma…” (Oscar, hornero).

“…acá estamos en el aire, si mañana viene Juan Pérez con un papel y nos dice esto es mío, nos tenemos que ir…nos saca todo…si tengo la camioneta adentro también se la lleva…” (Jorge, hornero).

2. LA RECUPERACIÓN INFORMAL COMO ESTRATEGIA DE SUPERVIVENCIA.

Entre las actividades de supervivencia que realizan los habitantes y trabajadores del asentamiento, la recuperación informal de residuos es un de ellas. Esta actividad, realizada de forma sumamente precaria y riesgosa, agrupa tanto a los “cirujas de oficio” (Paiva, 2008), los cuales realizaron esta tarea durante toda su vida, como a personas que paulatinamente fueron perdiendo oportunidades de inserción en el mercado laboral santarroseño: hombres que perdieron su puesto de trabajo y que no pudieron encontrar otro - algunos de ellos con estadías prolongadas en penitenciarias –, mujeres que se vieron en la necesidad de constituirse en una fuente de ingreso más para el hogar y gran cantidad de jóvenes, etc. Todo ello se vio favorecido por el hecho de que se trata de una actividad de relativamente fácil acceso (no requiere de competencias especiales para poder llevarla a cabo) y que puede comenzarse en cualquier momento (Schamber & Suárez, 2002).

Respecto a los primeros, Dimarco (2010) describe a los cirujas[5] como un grupo homogéneo, sobre todo en relación a la trayectoria social y laboral: provenientes de situaciones de pobreza y permanencia significativa en el cirujeo. Asimismo, en algunas entrevista realizadas en el asentamiento, surge la idea de un modo de vida elegido o la mención de ciertos aspectos de la vida personal que produjeron un quiebre en sus biografías, los cuales influyeron en la decisión de emprender el camino del cirujeo. Como señala Rosanvallon (1995), para explicar la desocupación de larga data, las variables directamente biográficas – sucesión de rupturas sociales o familiares, historia psicológica, desencajes profesionales, etc. – son tan importantes como las características objetivas – localización geográfica, edad, sexo -, incluso en algunos casos juegan un papel fundamental (1995: 191).

En los últimos años, la recuperación informal se convierte en una estrategia laboral para una parte de la población desempleada, apareciendo de esta manera los “nuevos” cirujas como un actor social de importancia. Siguiendo a Perelman (2004), citado por García (2007: 2), el surgimiento de dichas prácticas está compuesto por dos etapas: 1) a mediados de los noventa, más ligado al aumento de la desocupación; 2) a partir de diciembre de 2001, vinculada a la devaluación económica y el aumento del precio de los materiales reciclables.

Para García (2007), la principal diferencia entre los cirujas históricos y los “nuevos” se relaciona con el vínculo que estas personas establecen con la actividad, su manera de entenderla y experimentarla. Los primeros, ven en el reciclado a la actividad laboral que ha signado sus vidas, una ocupación a la que consideran su oficio. En cambio, los que han ingresado recientemente llegan al reciclado ante la emergencia de su situación socioeconómica, buscando maneras de subsistir ante el cierre de las vías tradicionales de obtención de recursos (2007: 3).

2.1 “Nosotros acá sobrevivimos”.

Además de los factores estructurales que influyeron de forma decisiva en el aumento de la cantidad de personas que recurren a la recuperación informal, algunas particularidades de orden local nos permiten comprender porque el cirujeo se convirtió en una actividad refugio para muchos desocupados de los barrios marginales de la capital pampeana. En primer lugar, hay que mencionar el hecho de que en la ciudad de Santa Rosa, la estructura económica se caracteriza por la supremacía del sector terciario, con un 69, 35 % de la población ocupada – el subsector servicios comunales, sociales y personales representa el 61, 70 % del total –, mientras que el sector secundario representa el 5, 30 % de la población empleada (Dillon & Cossio, 2009).

 

Esta falta de desarrollo endógeno de la ciudad generó dos posibilidades: el surgimiento de grupos marginales o la creación de una importante red asistencialista que morigere la indigencia y persiga gradualmente el logro de cierta igualdad ciudadana. En este sentido, existen alrededor de dieciocho mil subsidios a la desocupación junto a una veintena diferente de planes asistenciales (Tourn, 2005).

 

De esta manera, en el contexto de un mercado de trabajo demasiado “burocratizado”, las posibilidades de inserción laboral que presentan las personas con escaso nivel educativo y/o calificación profesional de los barrios más vulnerables de la ciudad son muy escasas. Muchos de sus habitantes ya eran pobres cuando empezó la recesión económica y se empobrecieron aún más hacia fines de la década del 90.

 

Asimismo, otro factor de índole local que contribuyó al aumento del cirujeo como estrategia de supervivencia es la deficiente gestión municipal de los RSU. Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la ciudad de Santa Rosa genera un poco más de 1,0 kg/hab.día, valores que están muy cercanos a los de otras ciudades intermedias y capitales de provincia del país (Evaluación regional de los servicios de manejo de los residuos sólidos municipales, 2005). Así, un gran porcentaje de los RSU generados en la capital pampeana tiene como destino final el relleno sanitario, pasándose por alto las posibilidades de reducción y tratamiento. Además, no se realiza una discriminación entre los RSD, y se disponen por igual (basuras y residuos recuperables), externalizándose así un problema ambiental originado desde adentro de la cuidad hacia áreas periurbanas.

 

En este sentido, la escasa importancia que la comuna le brinda a la recuperación de residuos le abrió las puertas a los actores informales para que realicen la actividad. Como señala Dimarco (2010), a diferencia de los que sucede en los países europeos, en los latinoamericanos la clasificación recayó casi con exclusividad sobre los trabajadores informales.

 

En relación a ello, es muy común que muchos recicladores refieran a su actividad como beneficiosa para la sociedad y el medio ambiente:

“…esto que nosotros hacemos es para que no avance el basurero, para que se deje de contaminar el medio ambiente un poco, las napas de agua… (José, reciclador informal).

“…cada uno de nosotros recicla 12.000 kilos de basura por mes…desarrollamos una actividad laboral para el municipio de carácter fundamental. Sin nuestra actividad el relleno sería una fuente inmensa de contaminación ambiental aún mayor de lo que es y lo hacemos en condiciones absolutamente precarias…” (Eber, reciclador informal).

 

Esta “faceta ecológica” es utilizada con frecuencia por muchas organizaciones, las cuales, a partir de la misma se acreditan públicamente y le otorgan legitimidad a la actividad como un “verdadero” trabajo (Dimarco, 2010: 211). En el caso de Nuevo Amanecer, el discurso “ambientalista” surgió con la llegada de la CTA y la consiguiente politización del grupo. De allí en más, el problema de la basura comenzó a constituirse en un problema social y político, siendo los “trabajadores del relleno” un actor de importancia a la hora de definir cuestiones vinculadas a la gestión de RSU en la ciudad de Santa Rosa.

 

Como se dijera en párrafos precedentes, el grupo de recicladores del asentamiento, conocido como “los de abajo”, entra al predio entre las 4 y las 10 de la mañana, correspondiéndoles el turno de las 10 a las 16 horas al grupo de recicladores reconocido por el municipio (“los de arriba”). Estos últimos ingresan al relleno sanitario desde hace más de 10 años[6]. Hasta mediados de 2010, cuando la división por turnos aún no existía, los conflictos entre ambos grupos eran muy frecuentes.

 

Además, en horas de la tarde, fuera del turno de “los de arriba”, se observa la presencia de muchos niños y adolescentes de los barrios más cercanos al relleno sanitario (Zona Norte y Zona Oeste Quintas). Su llegada al lugar se vincula con la generación de ingresos que permitan mantener distintas adicciones:

 

“…lamentablemente es así, eso te genera un poco de impotencia…si fueran chicos que vinieran a buscar para comer yo les daría lugar, pero es para consumir droga o alcohol (…) lo único que hace la municipalidad es mandar un agente de la policía o el mismo encargado que trabaja para la municipalidad pide apoyo policial, viene el patrullero, los corre y nada más…como hacían con nosotros cuando nos metíamos, que éramos expulsados por la policía como si fuéramos delincuentes…pero uno trabajaba, porque esto es un trabajo…” (José, reciclador informal).

 

En cuanto a las actividades efectuadas por los recuperadores informales, una vez culminada la recolección de los residuos, estos son trasladados en bolsas y carros hasta el asentamiento. Luego, se lleva a cabo una separación y clasificación: plástico, papel blanco, revistas y diarios, cartón, vidrio, metales. Terminada la clasificación, los recicladores venden los materiales a un acopiador local[7], que funciona como intermediario entre los primeros y las empresas más grandes del sector. En la cadena, los intermediarios son los que hacen la diferencia consiguiendo las ganancias más grandes. La prueba más evidente de ella es que los acopiadores pagan precios muy bajos a las familias y revenden a cinco veces su valor a los clientes que específicamente compran lata o papel y cartón o vidrio o telas. Dicho acopiador se dirige periódicamente al asentamiento para comprar los materiales[8], habiendo de todas formas un pequeño grupo que que se dirige a la ciudad en pos de comercializar lo recolectado.

 

Respecto al trabajo en el relleno sanitario, algunos testimonios dan cuenta de ello:

“…la sociedad está ajena a lo que significa la basura…nosotros acá sobrevivimos…no vivimos…sobrevivimos porque lo que hacemos no te alcanza (…) esto es tranquilo, no hay patrón…pero no es algo para progresar…a mí me gusta progresar…me gusta luchar para progresar, y no tengo esa suerte…” (José, reciclador informal).

“…en el relleno busco de todo, todo vale…a veces hago buena plata, pero otras veces muy poco…en general los lunes y martes se trabaja bien (…) para vender no me muevo mucho, me vienen a buscar y me compran lo que tengo…” (Mario, reciclador informal).

“…en un muy buen día se puede llenar un bolso de unos 100 kilos. Nos pagan 13, 50 o 70 centavos por kilo, depende de que sea lo que logramos separar…” (Marta, recicladora informal).

“…Los caballos y las vacas tendrían que estar prohibidos…pisan las botellas y las rompen, después vas vos y te cortas las manos…” (Osvaldo, reciclador informal).

 

Los relatos reflejan la inseguridad a la que ven sometidas sus vidas las personas que (sobre)viven de la “basura”. Como señala Dimarco (2005), existe la inseguridad económica dada por su casi total desregulación, los altibajos en los precios de los materiales, las dificultades para salir a trabajar en caso de lluvia, enfermedad, etc.; las inseguridades de tipo social, fundamentalmente en lo que respecta a desprotecciones por parte del Estado; y las inseguridades de tipo sanitarias y de riesgo físico, tanto por el peligro concreto de manipulación de elementos con altos riesgos de transmisión de enfermedades como por la posibilidad presente en todo momento de lesiones y accidentes de todo tipo (2005: 16).

3. LA ORGANIZACIÓN COOPERATIVA.

La reciente organización de los recicladores se enmarca dentro de las prácticas que los sectores populares recrean en contextos de exclusión, las cuales, en muchos casos, logran trascender las fronteras del barrio para interpelar al Estado en pos de mejorar la situación socioeconómica de sus habitantes.Como afirma Merklen (2010), el mundo organizacional a nivel territorial fue y es una de las estrategias de supervivencia de los sectores populares en contextos de crisis.

 

Para Paiva (2008), las causas que motivaron la emergencia de las cooperativas de recuperadores de residuos[9] son las mismas que influyeron en la expansión del cirujeo: altos índices de desocupación, falencias de la gestión pública de los residuos y el cambio en la paridad cambiaria (2008:139).

 

En este sentido, a principios de 2011 los trabajadores del asentamiento conformaron la cooperativa COOPEPLUS[10] (Progreso, Lucha, Unión y Solidaridad). En un principio, su objetivo primordial era la incorporación de los recuperadores informales a la planta de reciclado que el municipio pondrá en funcionamiento en el mes de octubre. Una vez en funcionamiento, la eliminación de los intermediarios a la hora de vender los materiales reciclados se presenta como una de las metas a cumplir en el mediano plazo.

En la génesis organizativa, desempeñaron un papel fundamental agentes externos al barrio, como algunos dirigentes de la CTA y del sindicato de Luz y Fuerza:

“…la organización de la cooperativa es totalmente gracias a ellos…muchos compañeros estamos agradecidos. Ahora la cosa cambio mucho…somos la cooperativa y decimos bueno…nos movilizamos y listo…nos movilizamos…tenemos el apoyo tanto de la CTA y los gremios que la rodean […] ya es otra fuerza…” (José, reciclador informal).

Dimarco (2005) considera que los integrantes de estas organizaciones cuentan con muy pocos recursos provenientes de trayectorias previas en organizaciones en torno al trabajo. La mayoría, en cambio, presentan trayectorias laborales inestables y una importante rotación entre diferentes trabajos temporarios, escasamente calificados, de bajos ingresos y nula seguridad social; esto es, trabajos carentes de formas de organización colectiva en torno a la defensa de derechos laborales.

 

De esta manera, la conformación de la cooperativa y la participación dentro de una estructura sindical, les permitió a los habitantes y trabajadores del asentamiento negociar y ejercer cierta presión sobre el Estado a fin de ser incorporados a la gestión de RSU. Ello lo demuestra una protesta realizada en el mes de febrero de 2011, ante la incertidumbre del grupo acerca de su real participación en los “proyectos ambientales” del municipio. Como señalan Roberts y Portes (2005), el “proletariado informal” es incapaz de organizar movimientos en contra de las causas básicas de su situación, tales como la desigualdad en el poder y en la distribución de la riqueza. Sus movilizaciones se dirigen más bien a enfrentar las consecuencias de tal situación estructural en aspectos puntuales, como el acceso a un empleo mínimo (2005: 536).

 

Asimismo, la organización permitió formalizar y hacer público el reclamo por mejores condiciones de vida para las familias del asentamiento, haciendo hincapié en la cuestión legal de las tierras y los servicios urbanos básicos.

 

En cuanto a la gestión de RSU, recientemente el municipio se hizo cargo de un servicio que fue prestado por empresas privadas durante más de 20 años. Así, el Ente Municipal de Higiene y Salubridad Urbana (EMHSU) es el organismo del Estado que actualmente se ocupa de la recolección, transporte y disposición final de los residuos.

 

Respecto al funcionamiento de la planta de reciclado y la incorporación de los recuperadores informales, en muchas entrevistas surgen anhelos de esperanza y perspectivas de cambios radicales en las condiciones de vida:

 

“…lo que tiene de valor es que vos vas a llegar a fin de mes y vas a tener un sueldo, vas a tener tu aporte jubilatorio, una obra social…todos los beneficios que realmente un trabajador merece…de a poco las cosas tienen que cambiar, para bien tienen que cambiar…” (José, reciclador informal).

 

4. A MODO DE CIERRE.

En numerosas ciudades intermedias y capitales de provincia, la existencia de asentamientos precarios está poniendo de relieve la imposibilidad de numerosos ciudadanos de acceder a los derechos básicos, una vivienda, un trabajo y un equipamiento mínimos.

 

Asimismo, el surgimiento de una economía informal vinculada con estos espacios, ejerce el papel de sector refugio para muchos desocupados urbanos. En este “circuito inferior” de la economía urbana, la acumulación de capital no es de interés primordial o no interesa; la tarea primordial es sobrevivir y asegurar la vida familiar diaria (Santos, 1996).

 

De esta manera, el asentamiento en el que se desarrolla la investigación se constituyó en un territorio clave para algunas familias e individuos de los barrios más vulnerables de la capital pampeana. Tanto a la hora de planear “estrategias de supervivencia” relacionadas con la reproducción de la unidad domestica como para organizarse en una cooperativa de trabajo, el ámbito local, en tanto contenedor de prácticas y acciones, resultó ser fundamental.

Si bien en los orígenes de Nuevo Amanecer la organización comunitaria fue débil, limitada a los vínculos sociales establecidos con anterioridad, con la creciente competencia por el espacio laboral – en el caso de los recicladores informales - y la inacción del municipio frente a la problemática, fue surgiendo un componente organizativo que tomó forma estructural a partir de la intervención de agentes externos al asentamiento.

De esta manera, la politización del grupo se materializó en acciones colectivas de protesta en pos de defender su fuente de trabajo (la cual llegó a peligrar cuando el municipio intento ceder el espacio a una empresa privada), como así también en un discurso de corte “ambiental”, incorporado progresivamente a la hora de defender su lugar de vida en el asentamiento y legitimar una actividad digna y beneficiosa para la sociedad en su conjunto.

Al fin y al cabo, la apertura de la planta de reciclado traerá mejoras socio-económicas a las familias que desde hace años viven de la recolección informal de residuos. Además, sería bueno que los “trabajadores del relleno” lograsen cierto reconocimiento por parte de la sociedad santarroseña, en tanto actores ambientales de relevancia, pero sobre todo en su carácter de ciudadanos que mediante la organización socio-territorial luchan contra la exclusión.

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FUENTES.

 

Diario La Arena.

Diario El Diario

 

(**) Estudiante de la Licenciatura en Geografía. Facultad de Ciencias Humanas. Universidad Nacional de La Pampa.
[1] La ciudad de Santa Rosa, capital de la provincia de La Pampa, tiene, según el Censo de 2010, 104.540 habitantes, cifra que se eleva a 116.869 si se integra el aglomerado Santa Rosa – Toay.
[2] Para la elaboración del “índice de criticidad”, el autor utiliza variables como el nivel socioeconómico, hacinamiento, presencia de servicios, etc.
[3] Hay ambigüedad en la prensa local cuando refiere al nombre del asentamiento, destacando la denominación “El Amanecer” por sobre el verdadero nombre del lugar. La única excepción se encuentra en un artículo del Diario La Arena del 13 de octubre de 2009, en donde se hace referencia al barrio “Nuevo Amanecer”.
[4] Entrevista radial a un funcionario municipal efectuada en Radio Noticias el 27 de diciembre de 2010.
[5]La palabra “ciruja” surgió en la “Quema” – lugar al cual llegaban todos los residuos de la ciudad de Buenos Aires a fines del siglo XIX -, por evocación del término “cirujano”, ya que se encargaban de separar casi “quirúrgicamente” los residuos. Asimismo, en su entorno se origino un barrio poblado de personas que vivían de los que rescataban de la basura. Fue conocido como el Pueblo de las Ranas o Barrio de las Latas (Paiva, 2008).
[6] Son aproximadamente 30 personas.
[7] En una ciudad intermedia, al haber pocos compradores demandantes, los precios se establecen a su conveniencia.
[8] El acopiador es el que tiene el galpón y máquinas especiales de procesamiento – guillotina, prensa, enfardadora – para hacer un paso más: el enfardado del cartón, limpiar el pet (botellas de plástico), cortar los hierros, bronce y otros metales. Cuando tienen una cantidad conveniente, se comunican con las empresas que reciclan – como papeleras o metaleras - de Buenos Aires, y embotelladoras de Mendoza.
[9] Según Paiva (2008) “…las cooperativas de recuperadores de residuos se autodefinen como organizaciones cuyo objetivo es recolectar, acopiar y vender residuos recuperables (cartón, vidrio, papel, plásticos, etc.), con la intensión de eliminar a los intermediarios que actúan en el mercado (depósitos de compraventa de residuos) e interactuar directamente con las empresas finales compradoras de material de posdesecho…” (2008:151).

[10]En su momento fundacional, la cooperativa estaba integrada por 38 personas. Actualmente los trabajadores que participan de la misma son 70.