La perspectiva local en las políticas públicas de desarrollo turístico: El caso de la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires

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La perspectiva local en las políticas públicas de desarrollo turístico

La perspectiva local en las políticas públicas de desarrollo turístico: El caso de la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires

Nombre y Apellido:  Mariana Soledad Gómez.

Pertenencia Institucional: Area de Estudios Urbanos, Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires. Becaria Doctoral Interna CONICET. Directora: Dra. Hilda Herzer, Co-directora María Carla Rodríguez. Licenciada en Sociología, Universidad de Buenos Aires. Actualmente Doctoranda  en  Ciencias Sociales, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de  Buenos Aires.

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Teléfono: 4631-6629

Dirección; Neuquen 2278,  Cáp. Fed.

 

Resumen

La transformación del Sur desde las políticas públicas, en la actualidad se circunscribe crecientemente a la promoción de enclaves turísticos, como Caminito en la Boca, Plaza Dorrego en San Telmo y Pasaje Lanín en Barracas.  A nuestro entender, esto supone alentar un proceso  caracterizado por la  inversión de poco capital y el énfasis puesto en la promoción de los  recursos humanos.

El presente trabajo tiene como principal objetivo describir y analizar las políticas de promoción turístico-cultural[1] aplicadas en un área delimitada de la Ciudad de Buenos Aires, el barrio de La Boca. Dichas políticas tienen por objeto coadyuvar a cambiar la fisonomía  del barrio y promover un proceso de renovación urbana especulando con el valor del suelo en las zonas predominantemente turístico-comerciales.

En este estudio,  se analizan entonces  las políticas y estrategias que en materia de turismo fueron  y están siendo implementadas en el área citada anteriormente implementadas por el gobierno local. Por otro lado, se estudiará que porción del patrimonio histórico cultural se intenta resaltar desde las políticas turísticas.

Palabras claves:

Promoción turístico cultural –especulación inmobiliaria – patrimonio cultural- ocio-territorio.

 

Introducción:

  Hace aproximadamente una década se viene desplegando en Buenos Aires con intensidad creciente un fenómeno de características novedosas en nuestra ciudad pero de más larga data en otros contextos urbanos, tales como ciudades de EEUU y Europa, como también de América Latina, la cuestión del turismo como objeto importante de nuevas políticas públicas. En este sentido, las políticas de promoción turística en la zona, implican un proceso de transformación territorial paulatino y de poca inversión de capital y se pone  el énfasis en la promoción de los recursos humanos como así también en el patrimonio cultural[2] (tangible y intangible).

En  este sentido, se observa  la búsqueda constante de nuevas modalidades turístico-culturales y, con ello, el incremento de la oferta que se procesa a través de la construcción de recientes productos o la resignificación de viejos espacios, donde se concentran las actividades turísticas (Almirón y Troncoso, 2004).

Entre las propuestas de destinos que son valorizadas por la oferta y demanda actual se encuentran aquellas sujetas al carácter patrimonial de los objetos y lugares. El patrimonio (en sus diversas manifestaciones: natural, cultural, histórico, etc.) aparece cada vez más como atractivo para la experiencia turística.

Siguiendo esta línea, desde los organismos públicos muchas veces el turismo organiza y se gestiona como una actividad meramente económica[3] que puede activar la economía local y destacar la importancia de su reavivación como política turística. Además, el turismo se fomenta como una vía que puede revalorizar el patrimonio, logrando el desarrollo de los lugares donde éste se inscribe territorialmente.

Es en este contexto, como la Ciudad de Buenos Aires a través de la Subsecretaría de Turismo y la Secretaría de Cultura desarrolla estrategias actualmente vigentes que tienen que ver con el fomento turístico-cultural, asociado a la captación de turistas en su mayoría de origen extranjero. Se advierte, como las estrategias de renovación urbana que, en este caso se manifiestan en la intención de efectuar un cambio estético a los barrios degradados de la ciudad, suelen estimular  la promoción del patrimonio barrial y la puesta en valor del mismo.

El presente  trabajo  tiene como objetivo analizar  como se desarrolla  la nueva configuración de la actividad turística en la zona sur[4] de la ciudad, en particular en el barrio de La Boca. Nos concentramos en este barrio porque desde los inicios de la década del 90, algunas zonas del mismo están siendo objeto de fuertes intervenciones públicas y privadas en el marco de un proceso de renovación urbano mayor  que comprende otras áreas del sur de la ciudad.  En este sentido, se analizan las políticas públicas de fomento turístico cultural que desde algunos de los más importante órganos de gobierno ligados al tema se  han implementado.

 

Marco de referencia histórico de las políticas de recuperación y rehabilitación urbanas

En los últimos tiempos la renovación y protección  del patrimonio cultural  está en  debate tanto en  el campo académico como profesional. La renovación[5] y puesta  en valor de áreas urbanas en particular, ha sido uno de las manifestaciones centrales en las agendas públicas de las principales ciudades del mundo y también de nuestro país. Pero, se observa como más allá de la preocupación por especialistas en torno al tema, nuevos actores han tomado conciencia del valor estratégico de los bienes culturales para el desarrollo la promoción turística.

En los años noventa, un conjunto de bienes culturales se incorpora a una gama de objetos de consumo de la época. Por un lado, habrá una mayor recuperación de la cultura en los países pobres que se integran al turismo, puesto que es uno de los recursos que tiene mayor valor para su venta. Pero este proceso no siempre lo lleva a cabo la gente local, los actores vivos de la cultura, sino que se adecua  a lo que los que llegan quieren ver. Son exigencias del mercado; se folkloriza la pobreza y se ritualiza la cotidianeidad, lo que puede terminar en una parodia de la misma ( Dachary y Burne, 2002).

Ahora bien, en los últimos tiempos el contenido de las políticas urbanas en general ha experimentado fuertes transformaciones como resultado de la reestructuración de la economía. Estos cambios no sólo se correspondieron a factores políticos, económicos, sociales y tecnológicos sino también culturales. Recientes modelos de consumo, modos de utilizar y percibir la ciudad van a impactar la vieja estructura de las ciudades y sus formas de organización. El debilitamiento de las políticas territoriales y de desarrollo social como resultado del ajuste económico neoliberal, ha llevado al Estado a una revisión y reformulación de los marcos de actuación e instrumentos de intervención pública ( Mignaqui, 1997).

El cambio de una economía apoyada en la producción industrial por otra orientada a los servicios origina grandes transformaciones en las ciudades sobre todo en las áreas centrales y periferias.  Nuevas sedes empresariales, centro de convenciones y congresos, hotelería internacional, recientes espacios de consumo y de ocio,  ejercitarán presión  sobre el mercado de suelo urbano ( Mignaqui, 1997). 

La era post-industrial le permite al fenómeno de la cultura, que se ubique en el centro de los servicios, potencial izarse y relanzarse  como uno de los pilares de la actual globalización. 

Hoy el turismo y la cultura son algo más complejos que personas que se desplazan para aprovechar su tiempo de ocio. Detrás de estas actividades existe un nuevo mecanismo de desarrollo económico que permite aprovechar  lo ya usado y obsoleto como son los restos de la sociedad industrial y abrir lo virgen o desconocido.

Así, los países  en vías desarrollo se ven obligados a estar abriendo nuevas zonas al turismo, como una única estrategia posible ante las exigencias del mercado cada vez más voraz y una sociedad más empobrecida. Este es el círculo vicioso de los países emergentes cuando en sus agendas toman la cultura y el turismo como una panacea que puede reducir el impacto de la economía global.

Como las maquiladoras, el turismo resuelve en corto plazo un problema de empleo; en el mediano, se plantean  los costos  y externalidades, y a largo plazo, éstos se transforman en la gran debilidad de los centros turísticos.  Cerrándose así un ciclo y abriendo un  espacio agotado a la arqueología de lo que no pudo ser.

 

Turismo y Patrimonio

Una ideología que se repite con regularidad en los discursos oficiales es la falta de valorización  de los fenómenos culturales y del aprovechamiento de los objetos y sitios patrimoniales. Es por ello, que se considera al turismo y la cultura como los más capaces  de  poner en valor a  los recursos materiales y culturales con los que cuentan los barrios. Varias son las razones que utilizan los funcionarios para referirse a esta cuestión: “el turismo puede impulsar nuevos procesos de desarrollo, revalorizar, rehabilitar, rescatar,  etc”.

Así,  es como en  el  contexto  de una creciente demanda de productos turísticos relacionados con el patrimonio, el turismo es propuesto como el asociado necesario para la puesta en valor y aprovechamiento de los componentes patrimoniales de dichos lugares. 

Pero, el  turismo no es sólo un suceso económico, sino también una práctica social que no se da de la misma manera en todos los espacios turísticos. Este se inserta ya en un espacio previo, con tradiciones, identidades que muchas veces las políticas omiten y se construye una imagen que no posee ningún reflejo de los escenarios cotidianos.

Como bien sostiene Vera Fernando, (1997, Pág. 53) el turismo es una práctica que se concreta en un espacio  físico y social.Afirma como muchas veces se minimiza esta variable  bajo el predominio de la concepción del análisis económico y rescata que no es sólo una actividad económica sino una práctica social. Esto es importante porque a la hora de analizar  las políticas no podemos dejar de lado su componente social y cultural además de las manifestaciones económicas que el mismo genera.  De este modo, el turismo influye en todos los sectores de la vida cotidiana, en  las creencias,  en las concepciones de la identidad, etc.

En este sentido, el renacer  del turismo en la sociedad actual, no tiene que ver sólo en su acepción más amplia con los recursos ambientales y culturales de un territorio turístico dado, sino que confiere a una nueva forma de consumo cultural destinadas a sectores de  medios y altos ingresos.  Esta forma  se fundamenta  en la invención de  espacios turísticos que serán consumidos por los visitantes.

Los lugares turísticos como sostienen Cazes y Knafu, (1995) son espacios, materiales, producidos y organizados fundamentalmente por las empresas turísticas y la gestión pública. Desde esta perspectiva se busca el consumo de imágenes estéticas  y no  el conocimiento. Por eso muchas veces la “autenticidadad” no es una recreación concreta sino una autenticidad percibida por los individuos/vistantes. El lugar turístico se convierte en un destino inventado, es decir que se le otorga  a una zona un nombre identificable que le da valor de lugar y el  interés de ser visitado.  De este modo,  es  la invención de la narración la que construye finalmente al lugar, produciéndose así una turistificación del espacio. La turistificación del territorio está ligada a la producción de imágenes a través de las políticas turísticas, el marketing de productos, etc. Es un proceso social de construcción  de imágenes que valora el lugar en un espacio ya dado con imágenes previas resignificadas. Cabe destacar, que esta imagen construida se logra realizar sólo en relación con un determinado patrimonio tangible e intangible.

El lugar turístico[6] como invención de un uso previo pasa de un consumo práctico, utilitario a un consumo estético a través de la tursitificación de los espacios. Esto no quiere decir que el primero desaparezca sino que lo visual cobra relevancia  en la última década y junto con  la idea de que la invención  implica una diferenciación en el consumo entre los individuos.

Lo importante que cabe aquí preguntar; es qué papel juega la población local en  estos procesos de renovación urbana y creación de nuevas imágenes para viejos espacios.  Es decir, qué noción de barrio se construye desde las políticas públicas?  ¿ y qué elementos  lo hacen realmente atípico?

 

La cuestión  de la renovación  urbana  en la literatura

La década del noventa viene marcada por la vuelta a una reflexión más general sobre la ciudad.  La polarización social de los años 80-90 y la desigualdad creciente en la distribución de los ingresos, llevó a la reestructuración de las actividades económicas (desindustrialización, desconcentración de la actividad industrial), terciarización y precarización del empleo (Capron, 2004). Las áreas centrales se constituyen pues en factor disparador de procesos de renovación  y/o reconversión urbana.

Se comienza a  pensar entonces a  la ciudad como una forma estratégica y global, visión que implica  insertarla a nuevas funcionalidades entre las cuáles  aparece un fuerte protagonismo  de nuevos usos del  espacio urbano relacionados al ocio y la cultura.  Se refuerzan nuevos elementos de centralidad vinculados al ocio, el tiempo libre y la cultura, la llamada centralidad simbólico cultural ( Trotiño, 2000).   Las estrategias  funcionales significan la recuperación o renovación de zonas. Es decir, que los centros históricos de las ciudades, se enfrentan a transformaciones territoriales, sociales, y ambientales. En este sentido, se recualifican los espacios turísticos, donde se encuentra en mayor o menor medida la centralidad[7] histórica,  económica,  cultural y la simbólica.

Es a partir de los años ochenta y más marcadamente  en los noventa, que el crecimiento del consumo cultural ( arte, gastronomía, música, turismo, etc) y las industrias que lo sustentan han ido generando la conocida economía simbólica de la ciudad. La concentración en una cuantas ciudades de las redes directivas de ciertas empresas, hace que las prácticas cotidianas urbanas se vean cada vez más dirigidas al entretenimiento y el turismo  ( Díaz Orueta, 2002).

Pero si retomamos cuestiones de la noción de renovación, sabemos que este proceso se inicia en las grandes ciudades del mundo  en la década del 60 y se consolida en los 90. Es decir, que es un proceso de carácter global  que si bien no se da del mismo modo en todas las ciudades posee  alguna semejanzas. Se entrelaza entonces una nueva relación entre modelos territoriales y consumos ligados al ocio ( Díaz Orueta, 2002).

Fundamentalmente, los procesos de renovación urbana se identifican con políticas de intervención   en áreas urbanas degradadas (Carmon, 1999; 1). En ese sentido, el término renovación remite a la recuperación de zonas centrales y su resurgimiento comercial, que regularmente acompañan procesos de suba del valor de las propiedades ( Herzer, Di Virgilio, Redondo, Lanzetta, Rodríguez, 2000).

Estos procesos constituyen un hito repetido en los debates acerca de políticas urbanas y de recualificación de las ciudades durantes las últimas décadas. Es decir, que existen bastantes desarrollos teóricos y empíricos que fortalecen el perfil contextual de dichos procesos que adquieren según el país, la ciudad o la localidad, trazos particulares, etc (Di Virgilio, Redondo, Lanzetta, Rodríguez, 1998). De todas maneras, los elementos teóricos conforman un eje común del análisis de todos.

La política de rehabilitación de áreas centrales  se enmarca  en algunas de las estrategias que trazan ciertos gobiernos locales de países occidentales y orientales como respuesta a los cambios económicos acontecidos que surgen de los procesos de globalización. Estas políticas de renovación suponen la readecuación del espacio; la mutación de la áreas centrales a partir del aumento de las actividades de consumo; la recuperación de ambientes degradados; el desplazamiento de las personas y sus actividades como producto de la fractura de la ciudad en relación a usos del espacio heterogéneos.

Con el comienzo de los estudios efectuados sobre los procesos de recuperación urbana  en ciudades europeas y norteamericanas,  surge que el  contexto histórico- geográfico de los barrios conforma el soporte principal en la generación de dichos procesos (Di Virgilio, Redondo, Lanzetta, Rodríguez, 1998). La preservación o conservación de ciertas cuestiones ligadas fundamentalmente a la articulación del patrimonio y el espacio urbano características de un área, se mantienen por políticas de gobiernos locales.  Son estos los que apoyan la implementación de intervenciones económicas en los barrios de las ciudades a través de acciones  mixtas con actores privados que se vuelven posteriormente los principales favorecidos del proceso.

Di Virgilio, Redondo, Lanzetta, Rodríguez, (1998) describen  como a partir de ello, se puede señalar, desde las experiencias internacionales,  que existe un giro  en el enfoque de las políticas urbanas: de la focalización en la gente, se produce un pasaje a la focalización en la tierra, mediatizado por la asignación de beneficios económicos a grupos del ámbito particular en relación a la apropiación y explotación del espacio público. Esto, conlleva un menor compromiso con los problemas sociales y económicos de los residentes en las áreas centrales de la ciudad por mucho tiempo olvidadas y a suplirlos  por una búsqueda de una  potencial rentabilidad comercial y financiera que favorezca a los sectores acomodados y actores privados.

De esta modo, surge una pregunta casi obvia  que surge para casi todos los procesos de recualificación de las metrópolis centrales: ¿quiénes son  los que se ven  favorecidos?

Es decir, qué tipo de  individuos son el foco de atención de estas políticas, entre las cuáles las turísticas culturales se encuentran inmersas. En paralelo al desarrollo de esta políticas de valorización en espacios centrales de la ciudad (como se expresan en los casos de Londres, Nueva York, Barcelona; Taillin, San Pablo, etc) se crea  un proceso que modifica el valor del suelo. Este, va variando significativamente a medida que las diferentes obras efectuadas y la inserción de actividades vinculadas al consumo el ocio y la recreación aumentan.

1- Noemí Carmon (1999) sostiene que estos procesos de renovación son previos a la década del 60.  La autora describe como se da un primer proceso de renovación. Este primer intento  al que la autora designa como “the era of de bulldozer” ; “first generation” implicaba la idea de procesos de escala masiva que comenzaron en UK  con el acta del Greenwood en 1930. En ese momento un cuarto de millón de casas fueron demolidas y sus habitantes fueron reubicados en otros lugares.  Es interesante ver como en el origen de estos procesos se pueden observan similitudes  y sus influencias con la actualidad. 

El problema en esta primera generación  fue que se construyeron menos apartamentos de los que fueron demolidos y también como  muchas de esas áreas fueron remplazadas por centros comerciales, edificios de oficinas y centros culturales. Es decir, que todo ese proceso fue generalmente diseñado para sectores sociales de alto poder económico y cultural quienes fueron efectivamente relocalizados. En este sentido, Carmon señala que los cambios en el mercado inmobiliario  producto  de los procesos de renovación urbana significaron  el crecimiento de una nueva clase social y más específicamente de una fracción de esta clase. Estos sectores comienzan a residir en barrios centrales de la ciudad, reciclando las residencias y desalojando ocupantes de menores ingresos.

2- La segunda generación de políticas de renovación urbana fue en los años 60” y 70”.  En los EEUU se gastó muchísimo dinero desde el gobierno en mejorar las condiciones de vida de los más pobres,  construyendo nuevas viviendas dentro del marco de la “guerra contra la pobreza”. La respuesta a esto fue  un programa de ciudades, el cual fue fundado  por el gobierno federal (80%) y en menor medida por autoridades locales (20%). Este proyecto establecía un fuerte acercamiento al problema de la pobreza  para las zonas degradadas.

3- La tercera generación es tomada por la autora como  revitalización pero particularmente en los centros de las ciudades. Esta es vista por  Carmon como un negocio económico para actores privados en diversas ciudades europeas. En los años 70” y 80” se produce un proceso espontáneo de renovación en los cuales se detecta que en  algunas áreas centrales de las ciudades, los precios de la tierra y las casas que antes eran bajos comienzan a ser atendidos por inversores privados y fundamentalmente por el gobierno local.  

Estos procesos de cambios espontáneos descriptos por la investigadora, implican transformaciones en todo el espacio urbano que se expresan en las áreas centrales de las ciudades,  y envuelven el crecimiento de actividades terciarias, de servicios, la recalificación de áreas degradas, y el posible y paulatino desplazamiento de sectores de menores ingresos.   En este sentido, las residencias de barrios históricos son renovadas para jóvenes profesionales o familias jóvenes[8], ya que para los antiguos residentes  no será fácil resistir a su desplazamiento porque la rehabilitación de ciertas áreas supone una suba general en el valor de los inmuebles.

Para el caso de la Ciudad de Buenos Aires[9] y en particular para el área sur de la misma, se observa que a partir de los noventa comienza  a gestarse un proceso de renovación de diferentes  barrios de la ciudad[10]. Es decir,  que este proceso de cambio está emparentado fuertemente con hechos más globales que suceden en las grandes ciudades; principalmente con los nuevos usos y valor del suelo,  modelos territoriales, nuevos estilos de vida  y consumo.

Este giro en la política del gobierno local para ciertos barrios de la ciudad, puede ser interpretado  como un mecanismo de ajuste; se trata entonces de un medio  para revalorizar  la ciudad y utilizar dichos espacios para usos más rentables. 

 

Historia de las políticas turísticas

La zona sur porteña y el barrio de la Boca en particular, junto a San Telmo y Barracas son objeto de intervenciones con el fin de revitalizar el área.  A diferencia de años anteriores que no existía un Programa de Promoción integral del Turismo en la Subsecretaría de Turismo de la Ciudad de Buenos Aires.

El área sur de la ciudad y La Boca: ex barrio obrero e industrial ( la calle Caminito y la Vuelta de Rocha, el Puente Nicolás Avellaneda como ejes atractivos de valor históricos y paisajísticos) estarán dentro del marco del plan de promoción de las zonas turísticas más promocionadas de la ciudad en el ámbito de promoción nacional “ Mejor Argentina. Vamos todo el año”,  La Secretaría de Turismo toma conciencia de la importancia de crear y vender una  imagen de Buenos Aires como gran  ciudad portuaria con oferta de sus distintos barrios, importante centro cultural  de compras, etc. En 1991, con las campañas “Argentina, tu próxima tentación” y “Argentina, el país de los seis continentes”, se busca posicionar al país en el mercado turístico internacional, creando diferentes imágenes en la cual Buenos Aires es el centro cultural, de negocios y diversión de América Latina.  La ciudad de Buenos Aires posee productos turísticos cuyo grado de autenticidad que se logran promocionar proporcionan ventajas respecto de otras regiones del país.

En relación, con la creación de los circuitos turísticos promocionados por el Gobierno de la Ciudad. Estos, si bien fueron implementados hace ya más de diez años, en los últimos tiempos  la Dirección  de Promoción Turística del GCBA  tiende  al fomento de los lugares, pero  relacionados con la especialización temática, como los circuitos relacionados con lugares significativos en la vida de Eva Perón, la arquitectura francesa en la ciudad, la Buenos Aires de Borges, los monumentos religiosos, el tango, etc; mientras que otros circuitos tradicionales son posicionados como nuevos: La Boca, San Telmo; Plaza de Mayo. En las campañas de promoción en la década del 90, la captación de turismo estuvo dirigida a: turistas internos, turistas de países limítrofes y turismo proveniente del exterior.

Es partir de la mitad de la década del 90 que se enfatiza en  el potencial que posee Buenos Aires y sus barrios, convirtiendo claramente a la ciudad en un producto/destino urbano. En 1997 se reconocía, que el origen del boom del turismo urbano en la ciudad se debía a su capacidad de responder a las diferentes motivaciones y intereses de los turistas. Es en esta gestión con Alejandro Jorge  en la dirección, que se enfatiza la promoción del barrio de La Boca y se realizan los proyectos de restauración del pasaje Caminito y su feria de artes plásticas, la plaza de bomberos voluntarios y su integración con el museo al aire libre Caminito:  se trata de poner  en valor de dicha zona.

En esos años se presentaron algunos proyectos complementarios tales; como el proyecto del tren histórico turístico La Boca - Puerto Madero que se propone un recorrido que uniría Retiro con Puerto Madero, San Telmo y La Boca; en primera instancia sería turístico  y luego sería  usado como medio de transporte de pasajeros[11]. Estas ideas si bien no fueron realizadas todavía continúa la intención de hacerlo.

En el año 1999,  la Secretaría de Turismo de la Ciudad encaró una encuesta con el fin de conocer las razones por las cuales los turistas nacionales e internacionales visitaban la ciudad. Dicha encuesta publicada en el diario Clarín (17/07/1999) dio cuenta de que el barrio de La Boca, junto con Puerto  Madero y Recoleta son los lugares más visitados tanto por turistas nacionales e internacionales. En octubre del mismo año, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires implementó una muestra denominada “Buenos Aires before and after”, cuyo objetivo  era presentar un producto con el fin de captar  más turistas y atraer inversiones. El eje de esta estrategia lo conformo la diversidad que ofrece la ciudad, a través de su identidad y su  patrimonio tangible e intangible. Por  otra pare el Informe Estadístico 87/ 98- editado posteriormente  por la Subsecretaría de Turismo de la Ciudad identificó y definió  a los productos turísticos de la Ciudad distinguiendo los siguientes: Turismo cultural, Espacios verdes, Ferias y Exposiciones, Turismo de Congresos, Turismo de Cruceros, Turismo de Salud, etc.

Dentro del producto-destino turismo cultural se encuentran enmarcados los clásicos itinerarios promovidos en el marco de las unidades espaciales de los barrios. Es decir, que se promocionan los circuitos temáticos que responden a motivaciones concretas  y específicas. Ambos tipos de recorridos pueden ofrecerse alternativa y complementariamente. El barrio de La Boca como en la zona sur cobra entonces significancia a través de su inclusión en los circuitos turísticos propuestos por la Subsecretaría de Turismo de la Ciudad en la publicación “ Pasaporte de la Ciudad de Buenos Aires”. La Boca, constituye un barrio en el cual se han asentado inmigrantes, predominantemente genoveses. Los atractivos destacados son los siguientes: Estadio Boca Juniors y el Museo Temático, Teatro de la Ribera, Museo Bellas Artes  de La Boca, Vuelta de Rocha, Calle Museo Caminito, Museo Histórico de Cera, Nuevo y Viejo Puente Avellaneda, etc.

Cabe destacar, que los atractivos se enumeran sin que necesariamente haya vinculación entre los lugares y los habitantes del barrio. La aparición  de establecimientos comerciales como Mc’Donalds, da cuenta de la importancia que el comercio y algunos servicios se le está dando a ese sector de la ciudad. Si bien es cierto que Mc Donalds no duró mucho debido a la crisis del 2001,  su apertura fue polémica, ya que  diferentes actores barriales la resistían en particular,  al hacerse público que su construcción violaba las normas del Código de Planeamiento Urbano.

Pero más allá de la resistencia de algunas organizaciones vecinales, el proyecto fue aprobado y ejecutado.  Además se amplió la oferta de consumo cultural y se expandió la oferta gastronómica que tenía la Avenida Pedro de Mendoza hasta entonces, junto a otros nuevos bares y restaurantes que incitan a la comida “étnica”  en la zona.  Ese desarrollo particular de un turismo determinado propone que la cultura globalizada del consumo  puede reducirse a enclaves similares en todas las ciudades y a una cultura monótona ( Judd, 2003).

 

La Ciudad de Buenos Aires y sus barrios como productos turísticos

La ciudad de Buenos Aires, por su particularidad como destino turístico, se enmarca dentro de un enfoque de marketing claramente orientado a la diferenciación. La imagen marca de la ciudad y sus barrios se propone unificarla de acuerdo a la percepción y los intereses de los distintos segmentos. Es decir que  en la gestión de los recursos y la infraestructura, la Subsecretaría de Turismo de la Ciudad plantea como productos principales los barrios más característicos y con mayor atractivo de la ciudad, específicamente: La Boca, San Telmo, Recoleta; Puerto Madero, Centro y Palermo y sus extensiones, en el cual el primero es uno de los más visitados.

Para promover este tipo de turismo se plantea una fuerte imagen distintiva para cada uno de los circuitos, identificando a cada barrio. Esto se ve plasmado en la folletería de patrimonio del GCBA. El plan de marketing plantea coordinar un programa de acción conjunto con este organismo en la producción y difusión masiva de material en el interior y exterior del país.

Como se mencionó anteriormente, la ley de Turismo de la Ciudad de Buenos Aires sancionada  en el año 2001 marca un punto de inflexión y establece que las políticas que adopte el sector deberán estar acompañadas por decisiones que impliquen el beneficio de las áreas más degradadas, como los barrios del sur de la ciudad Barracas, San Telmo, Parque de los Patricios, La Boca, Constitución, etc. Es decir, que uno de los objetivos de la nueva ley es fomentar el crecimiento del sector dentro de cada uno de esos barrios y, a la vez ampliar los circuitos turísticos tradicionales para revalorizar ciertas zonas  de la ciudad que han quedado postergadas a pesar de su enorme valor arquitectónico y cultural, y que requieren fuertes inversiones para ser reconocidas como atractivos turísticos.

Historia de un barrio de transformación

Desde hace una década, la zona sur de la ciudad se presenta como un potencial cultural de promoción de enclaves turísticos. La Boca es un barrio de optima localización dentro del área sur de la capital, ubicada a 5 o 10 minutos del centro y también muy bien conectado  con el sur de la provincia de Buenos Aires.

Desde los primeros tiempos de su fundación, la Boca del Riachuelo fue su puesto natural. La tierra que hoy ocupa al barrio era un valle pantanoso e inundable en sus orillas. La cercanía con el Riachuelo implicaba una actividad portuaria, así como también de contrabando de esclavos y mercancías. Estas se almacenaban en barracas que eran alquiladas como depósitos o saladeros y curtiembres, a principios del siglo XIX.

Su urbanización se cristaliza durante el primer período de metropolización de la ciudad ( 1860-1914) y se convierte en un primer anillo que rodeaba al casco central de la ciudad. Históricamente, la Boca se formo como barrio obrero de inmigrantes en su mayoría genoveses y sicilianos. Se caracteriza por sus casas de chapa, madera y colores prototípica de la inmigración imitando a puertos de pueblos del sur de Italia.  La Boca se definió así como parte del mundo del trabajo de la zona sur, durante la primer parte del siglo XX.

El marcado punto de inflexión se debe a que experimenta un proceso de vaciamiento de su población hasta 1991, a lo que se le agrega un proceso de deterioro y degradación que se agudiza en la década del 70 con la desactivación del puerto del Riachuelo y el consecutivo cierres de industrias de la zona que incluye también el barrio de Barracas ( navieras, textiles, astilleros, producción de alimentos, etc) tendencia que se mantiene constante en los ochenta y noventa.

En este contexto de roles productivos en los 90, se abre un inicio de obras que significa la apertura de  un posible proceso de renovación para el barrio de La Boca en general, habitado por sectores populares, pero de optima ubicación  al centro de la ciudad.

 

La promoción del  turismo y preservación del patrimonio como política pública

Mignaqui (1997) señala que toda política urbana se relaciona con un determinado modelo de desarrollo socio-económico cuyos objetivos de gobierno, explícitos o implícitos determinan el sesgo del conjunto de políticas sectoriales a implementar. Entre ellas las de vivienda, de turismo, de preservación del patrimonio, cultural  y ambiental. De este modo, se puede  decir, que este modelo  de desarrollo económico  se vincula a un proyecto particular de modernidad, donde los criterios de la valorización patrimonial  de una cultura e identidad  son esenciales a su concepción.

Por lo tanto, para poder analizar  las políticas de promoción turística y preservación patrimonial, se deben tener en claro cómo se determinan las mismas, qué papel juega el Estado, cuál es su encuadre ideológico- político, cuál  es el marco conceptual sobre el que se apoyan estas políticas y qué intereses persiguen en su implementación.  Otra cuestión a considerar, es la naturaleza  del espacio sobre el que actúan. Las políticas turísticas y patrimoniales son políticas públicas  y operan sobre un espacio social, resultado de las prácticas sociales en un momento histórico determinado. Se considera resaltar que en este trabajo no se podrán contestar todos estos interrogantes, pero queremos por lo menos dejar sentado que variables se deben tomar en cuenta para analizar estas políticas.

Debido a que intervienen sobre un espacio social, expresión de los diferentes intereses en pugna  por el uso y apropiación  del espacio  es pertinente considerar las políticas turísticas dentro del conjunto de políticas urbanas. Puesto que la intervención sobre los bienes culturales y arquitectónicos conlleva a una modificación de los espacios y modifica el proceso de valorización del suelo urbano y del mercado inmobiliario.

Cabe aclarar,  que las políticas de promoción turístico culturales se encuentran  dentro de una marco  de políticas mayor actualmente: el de las políticas culturales. La idea  de patrimonio cultural  como se mencionó anteriormente abarca  un grupo de bienes  culturales ( tangibles e intangibles) que conforma el patrimonio de una sociedad determinada.

 

La Implementación de políticas públicas  en el barrio de La Boca.

El turismo es un proceso complejo y algo más que una actividad económica.  Entre las diferentes dimensiones que lo integran  se encuentra la política turística, que como eslabón forma parte de una política urbana general. Su implementación se materializa  en  planes, programas, proyectos acciones que constituyen  un espacio en el cual cobra relevancia el análisis de la gestión.

Se entiende por promoción;   la publicidad, la difusión y las relaciones institucionales destinadas a conocer  los productos turísticos para fomentar la demanda de los visitantes (Boto, 2003). Mientras que el fomento entiende  las disposiciones, e investigaciones  realizadas por el sector público, destinadas  a suscitar la inversión privada  en el desarrollo turístico ( op, cit).

En los 90 se da  el puntapié inicial para la renovación del barrio  la construcción de las obras de defensa costera[12] sobre el Riachuelo. También se mejora el paseo de la ribera que transforma la fisonomía del barrio. A través de la rehabilitación del Pasaje Caminito se renueva la zona turística del barrio, el área Vuelta de Rocha, apareciendo nuevos yacimientos comerciales y de servicios. odas estas transformaciones tienden a la  renovación del barrio.

 

La promoción del circuito turístico cultural

La invocación a la cultura es hoy la principal estrategia que poseen los organismos para promocionar el barrio.  De este modo,  e l patrimonio y la cultura  junto con el fomento turístico, se muestran  como uno de los principales encantos del barrio.  Es por ello, que la Dirección  de Patrimonio del GCBA implementó en el barrio  diferentes acciones con el fin  de proteger  los recursos patrimoniales de la Ciudad, convirtiéndolo no sólo en un recurso cultural sino también en una estrategia  económica, social y  también turística.

En relación  con estos objetivos, se llevaron a cabo distintos programas  que se implementaron en el barrio como; “Estudio Abierto”, “Paleta de Colores”, “Restauración de Murales”, “Renovación de Caminito”, entre otros.

El plan de restauración de murales, se cristaliza en el barrio a través  de las obras “Rincón de  La Boca” y “ Crepúsculo”, ambas de Quinquela Martín que están  en el teatro de La Rivera.  Cabe resaltar que el resto de los murales restaurados también están en la zona sur de la Ciudad.

Otra implementación en el barrio ha sido  el programa “ Estudio Abierto”, el cual habilitó la posibilidad de visitar los estudios de artistas. Se mostraron videos, muestra de pinturas, fotografía y espectáculos de teatro. Todas estas actividades fueron realizadas en las calles cercanas al Pasaje Caminito.

Por otra parte sobre la calle Magallanes una gran cantidad de artistas plásticos han instalado sus ateliers, ofreciendo la exhibición de sus  obras en los patios de los  conventillos.

Con este motivo, y ante la solicitud de parte de los vecinos de mejorar las viviendas se implementó en la Calle Magallanes y Iberlucea , el programa  Paleta de Colores para edificios, sectores o conjuntos de valor patrimonial.  La idea de este espacio artístico  de la calle Magallanes se vincula con el Museo Quinquela Martín, y la Fundación Proa,  como así también  con  el pasaje Caminito y el teatro de la Ribera.

Las mejoras realizadas  en algunas partes del barrio constituyen una muestra de la relación que se instituye entre  la cultura y el turismo como factor de desarrollo para el barrio a través de los recursos patrimoniales. Desde las  secretarías de cultura y de turismo, se menciona que no sólo se  rescatan los aspectos estéticos del barrio sino los sociales que contienen también los proyectos. A través de la siguiente cita un funcionario describe  en que  consiste el programa Paleta de Colores:

Significa mejorar la calidad de vida de la gente........ No se puede  seguir creyendo  que sólo Caminito  va a salvar al barrio........ Yo creo que La Boca  hay que tomarla como un enclave  más grande que este sector, Caminito es lo más “for export” que tenemos en La Boca, a la gente hay que mejorarle la calidad de vida, que sus viviendas estén mejor, ofrecerles recursos comerciales, recursos culturales, que levanten al barrio

Pese a esta  opinión, los distintos planes implementados en el  barrio continúan localizándose en la zona turística y dicha mejora en la calidad de vida no incluye a los sectores de menores ingresos, ya que la transformación del Sur, planteada por las políticas públicas se circunscribe sólo a la promoción de enclaves turísticos, como El Pasaje Caminito en la Boca. El pasaje se convierte en punto de referencia(médula de la renovación) y sólo es alrededor del mismo como se  incorporan nuevos negocios vinculados al circuito. En ese sentido, la actividad cultural,  simbólica y turística puede ir ocupando  el lugar que, en algunos casos, ha dejado la centralidad comercial u otrora industrial de otras zonas del barrio.

Al mismo tiempo que las políticas se focalizan en un área dada, tampoco existe  un plan integral para el barrio en general. Es decir, que las intervenciones que se realizan  no forman parte de programas más generales pensado para toda la ciudad en su conjunto.

 

La Corporación Buenos Aires Sur: Programas para La Boca

La Corporación Buenos Aires Sur, fue creada por la Legislatura mediante Ley 470 en el 2000, con la misión de promover el desarrollo humano y económico equilibrado del sur y impedir y compensar las desigualdades zonales dentro del territorio de la ciudad. Desde su mismo nacimiento, la Corporación se define como una herramienta para mejorarla calidad de vida de las 700.000 personas que habitan en su polígono de actuación. Su tarea, entonces, es democratizar las oportunidades que la ciudad ofrece a sus habitantes.

Plantea  en su programa de acciones[13] que el sur de nuestra ciudad es inmensamente rico en patrimonio e identidad cultural, pero, al mismo tiempo, exhibe condiciones de vida que apenas se asemejan a las del resto de la ciudad.

La Corporación  asume  estos dos rasgos y trabaja en el desarrollo integral de la zona y en la recuperación y reivindicación de su singularidad histórica, de manera que la diferencia cultural y la desigualdad social resulten claramente distinguidas.

Como se dijo antes, es una  asociación del Estado con sede en la zona sur de la ciudad. Pero debido a que la ciudad no tiene regularizada  en su gran  mayoría la situación de dominio de estos terrenos, la tarea que está realizando en estos últimos tiempos es el saneamiento de los títulos dominiales.

Su objetivo principal  es encontrar las opciones urbanas que hagan posible potenciar  el desarrollo  del sur incrementando el valor de los terrenos e inmuebles. Esto significa emplear los bienes como punto de partida  para impulsar el desarrollo del área. 

Siguiendo esta línea de acción y en relación con el barrio de La Boca, la Corporación intenta impulsar  un proyecto de ampliación del circuito cultural-turístico.  El barrio es caracterizado  como un lugar de producción  y de intercambio fluvial. Su particularidad y su potencial espacial para un distrito recreativo, cultural y museístico, pone al barrio como  uno de los circuitos  turísticos  más atrayentes de la ciudad.

La invitación que se plantea consiste en fomentar las construcción de viviendas de alta y media densidad, preservar, los edificios existentes con valor patrimonial, renovar viviendas degradas de carácter popular, disponer un sistema de espacios públicos para la participación del hábitat barrial en las diferentes actividades del sector ( circuito turístico, mercado artesanal, exposiciones artísticas,,etc) y acondicionar el espacio urbano para dichas actividades.

El objeto principal de este organismo, se centra en desarrollar un circuito turístico cultural, gastronómico y patrimonial que se concentra en la zona de Caminito. Se plantea crear una franja ribereña común emplazada  en los distritos de zonificación I (industrial) que se extienden hasta Barraca Peña, subdividiendo las manzanas donde están ubicados hoy los galpones, para la inclusión  tanto de  comercios gastronómicos, recreativos, de equipamiento cultural, como de oficinas de media densidad.

Esta propuesta  incluye también una segunda franja que estaría  conformada  por zonas de vivienda de densidad  media  en contacto  con la zona interior del barrio existente.   Entre las dos zonas se postula  la apertura de una  calle peatonal y/o vehicular  que facilite un recorrido conectando los espacios de acceso a las viviendas y oficinas.  De este modo, permitirá generar  una actividad comercial y por otra parte, la radicación de afinas y empresas tiene como fin  favorecer la cercanía que tiene con el micro- centro y los centro de negocios.

Otro proyecto  para el barrio es el de casa Amarilla. Este espacio limita con una playa ferroviaria en desuso y se encuentra desagregado del resto de la trama por la presencia del ramal 41, existiendo todo un sector de la ciudad desconectado del otro. Por esto, la propuesta es abrir barreras para conectar la avenida  Alt. Brown con el área  de Montes de Oca y Patricios, lo cual favorecería la vinculación. También se propone la reactivación del tren-tranvía, pero sólo como tren turístico  con un recorrido desde Caminito hasta la estación Barraca Peña, ya que hoy configura un área vacía y sin actividad.

Para finalizar se advierte  como La Boca es percibida como un área de gran oportunidad para  generar  proyectos que permitan aumentar el valor del suelo y valorizar los inmuebles existentes  con la consecuencias que ello podría acarrear sobre las familias de bajos ingresos que actualmente habitan en el barrio que podrían verse expuestas a procesos de expulsión hacia otras áreas de la ciudad

 

Conclusiones generales

Es innegable como las obras de defensa  han sido el primer paso de renovación del barrio. Esta no sólo fue una obra de ingeniería  sino que cambió una zona antiguamente inundable y degradada en una rambla  con  un espacio urbano de atracción turística interesante.  Como consecuencia de estas obras se fueron creando a su alrededor nuevos lugares turísticos como; galerías de arte, ateliers, museos, teatros y  espacios culturales alternativos antes inexistentes o deteriorados.

Pero la  “renovación” se reduce  a unas pocas cuadras reformadas que se asocia con lo más típico del barrio dentro de un entorno de fuerte pobreza. Es decir, que lo que hoy se muestra como una imagen  pintoresca del barrio a través de turismo preferentemente, es lo que queda de una comunidad italiana originada a partir de 1830 y formada por trabajadores portuarios que vinieron de Italia ( Silvestri , 2004).

Desde el conjunto de acciones de la política pública, se percibe  una imagen construida del barrio[14],  pero anclada en lo estético y la cultura que se asocia  a los colores de los barcos y casas.  Pero lo característico del barrio, no es lo pintoresco sino como convive  el turismo con la desigualdad y la pobreza. 

Consideramos que actualmente hacen falta  proyectos y políticas más integrales para toda la zona  sur de la ciudad y no sólo políticas de embellecimiento.  Como sostiene Silvestri (2004)  son necesarias políticas de Estado, con una visión de conjunto, para que verdaderamente se pueda hablar de desarrollo, patrimonio y; renovación en el barrio.

Mientras que las acciones que se desarrollan se centren sólo  en la promoción del área turística, el futuro escenario para los residentes de bajos ingresos sería  un desplazamiento o reemplazo por sectores de  mayores ingresos dando lugar a un proceso de “gentrificación” o una instancia de mayor  exclusión que la vivida actualmente.

 Esta cita de una entrevista profundiza  más claramente la cuestión;

El barrio de La Boca hoy tiene dos caras, se juegan  en el drama y comedia según de que perfil se lo mire: la alegría del turismo, los colores fingidos de  Caminito y los bares en technicolor del paseo costero. O  el drama de la vida cotidiana, el desempleo, la mortalidad infantil, el hacinamiento.....desigualdad económica y cultural vinieron de la mano del espectáculo de la revitalización urbana dejando afuera, mirando a quines no participan de la fiesta”.

Se considera que  hacen falta políticas públicas  para construir  un sur en la ciudad,  pero no un sur anclado en la  invención de un pasado  montado en un espectáculo presente sino en el cual se invierta para  su  desarrollo,  y no  sólo para  la comercialización  turística del patrimonio,  la cultura y la especulación inmobiliaria.   Si bien como afirma un funcionario “proyectos hay mucho, pero lo que se hace es muy poco”. Aquí cabe rescatar que el desarrollo del proceso de renovación presenta obstáculos, uno de ellos es la limitación en los recursos con que  cuentan los organismos para llevar adelante  los planes. En este sentido,  la profundización de la crisis económica por la que atraviesa el país entorpece la viabilidad del proceso.

 

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[1]  El concepto de turismo cultural  es un producto emergente que con más fuerza se está desarrollando en los últimos años ( Ibarra, 2001; 15).  Este ha ido transformándose, adaptándose a las nuevas exigencias de la demanda. Ha tenido una evolución paralela al mismo tiempo al concepto de patrimonio. En todo caso cultura y patrimonio son dos realidades íntimamente ligadas que, aunque no siempre con intereses comunes, se desarrollan de forma dependiente en la actualidad. 

[2] En los últimos años el concepto de patrimonio se va ampliando con nuevos elementos como los bienes vinculados a la cultura tradicional ( incluidos los inmateriales) o el patrimonio industrial. Bienes que hasta hace escasos años estaban prácticamente  relegados al olvido y que hoy atraen a miles de visitantes para su disfrute y conocimiento.

[3]  Hasta el año 2003,  la Subsecretaría de turismo  dependía de la Secretaría de Desarrollo Económico.

[4]  Los barrios que conforman  la zona sur son: San Telmo, Constitución, Montserrat, La Boca, Barracas, Parque Patricios, Nueva Pompeya, Villa Soldati, Mataderos, Villa Lugano y Villa Riachuelo e incluye parcialmente los barrios de: Parque Avellaneda, Parque Chacabuco, Liniers, Villa Luro, Flores, Boedo, y San Cristóbal.

[5]  La recuperación  y rehabilitación de edificios y áreas históricas degradadas son  algunos  de los instrumentos  para intervenir  sobre el patrimonio. También  la fusión  del sector público y privado  bajo la modalidad de economía mixta, corporaciones, sociedades, empresas de desarrollo urbano, permiten llevar a cabo los proyectos como; la recuperación de frentes portuarios ( Boston, Baltimore, Barcelona, Puerto Madero en Buenos Aires. También reciclajes y almacenes y viejos mercados ( Coven Garden en Londres, Mercado Spinetto y Abasto en Buenos Aires). La rehabilitación de barrios y áreas urbanas degradas ( El Rabal, en Barcelona, Le Marais en París, o San Telmo en Buenos Aires son algunos de los ejemplos famosos. En este contexto el patrimonio  junto con el turismo  es un recurso económico estratégico  para el desarrollo de las ciudades y la atracción de inversiones.

[6] Cazes y Knafu, (1995) definen al lugar turístico como una invención elaborada  por y desde el turismo

[7] El conflicto y el juego de intereses que se plantea en relación con la apropiación del suelo es tanto más agudo cuanto más céntrica es la zona urbana que entra en litigio, y cuanto mayor es el tamaño de la ciudad a que pertenece.

[8] Yuppies.

[9]   Torres (1998) describe como los procesos de  renovación y gentrificatión, entendidos estos como reocupación de los centros deteriorados por parte de grupos de medios y altos ingresos, tiene lugar para la Ciudad de Buenos Aires de manera limitada. Es decir, que su impacto es marginal, debido principalmente a que aquí  no se produjeron los procesos de “sucesión” que históricamente habían conducido en otras metrópolis a la formación de ghetos en barrios renovados o gentrifcados. Para el caso nacional, sólo hace poco se pueden observar procesos empíricos similares.

[10] Abasto, Palermo Viejo, Puerto Madero, La Boca, San Telmo, Barracas, etc.
[11]  Para mayor información véase nota Clarín, Sociedad “ Un proyecto para que el  tranvía vuelva a correr”, 08/05/04, 
[12]  Consiste  en un murallón  costero que contiene la marea  alta provocada  por la sudestada, un colector agua y siete estaciones de bombeo  que expulsan  en agua hacia el río.
[13]  Programa anual de acciones 2001. Corporación Buenos Aires Sur.

[14]En este sentido,   la políticas si bien construyen esos lugares en sus discursos  no se advierte coma la atractividad del lugar  es resignificada a través de una interpretación del pasado, imágenes, ideas y representaciones de ciertos lugares.( Bertoncello, 2003)