4. Reestructuración del mercado metropolitano de trabajo y desigualdades sociales

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Gran Santiago: ¿hacia una ciudad dual?

Por Carlos A. de Mattos
Instituto de Postgrado e Investigación
Pontificia Universidad Católica de Chile

Versión preliminar

1. El tema de la evolución de las desigualdades sociales y de la pobreza ha cobrado particular relevancia en los estudios sobre grandes áreas metropolitanas bajo los efectos de los procesos de globalización y de transformación productiva. Durante los últimos años, numerosas investigaciones han analizado las tendencias observadas en esta dirección considerando en sus resultados en términos de polarización social y de segregación urbana. Muchas de estas investigaciones se han desarrollado a partir de la tesis de que estos procesos estarían impulsando una tendencia a la formación de una sociedad dual, fenómeno que sería particularmente relevante en las respectivas sociedades metropolitanas.
2. En el presente trabajo, realizamos una breve revisión sobre los orígenes y fundamentos de la tesis de la dualización, como base estudiar las principales tendencias al respecto en el caso chileno, para finalizar planteando algunas hipótesis sobre las razones por las que este caso parecería conformar una experiencia atípica con respecto a las tendencias dominantes.

A. ORIGENES Y FUNDAMENTOS DE LA TESIS DE LA DUALIZACIÓN

a) Segmentación de los mercados de trabajo y dualización


3. El concepto de dualización apareció como un subproducto de la teoría de la segmentación de los mercados de trabajo, que cobró importancia fundamentalmente a partir del planteo de Doeringer y Piore (1971), donde la idea básica es que "[...] modos muy diferentes de determinación de los salarios y del empleo distinguen "segmentos" de mercado, entre los cuales la movilidad de los trabajadores es muy reducida. En la forma típica de segmentación -el dualismo- coexisten un segmento primario, al seno del cual los salarios son elevados y la seguridad del empleo muy grande, y un segmento secundario, que presenta las características inversas" (Perrot, 1995: 21, destacado agregado). El resultado es una polarización 1 o dualización de la estructura social.
4. Tezanos (1992) al analizar este fenómeno como expresión de tendencias que se manifiestan en las sociedades tecnológicas avanzadas, precisa que "lo característico de este sistema dual es, en primer lugar, la tendencia a la difuminación de las grandes diferencias por arriba -sociedades sin grandes aristas-, con un predominio de clases medias y otros sectores sociales que han experimentado recientemente una movilidad social ascendente y una mejora apreciable en sus condiciones de bienestar, y que configuran una "mayoría social pro-sistema", o como ha preferido calificarla Galbraith una "mayoría satisfecha". A su vez, el segundo bloque de este sistema de desigualdad social está formado por un gran sector de parados, subempleados, grupos marginales, jubilados, pre-jubilados y otros sectores que padecen -o pueden padecer- los efectos de una situación "desasistencializadora" como consecuencia de la crisis fiscal del Estado de Bienestar. Se trata de un verdadero bloque social "extrasistema", que tiene pocas posibilidades de movilidad social ascendente, e incluso pocas oportunidades de encontrar trabajo estable" (Tezanos, 1992: 79).

Cuadro 1
Segmentación del mercado de trabajo y dualización

CARACTERÍSTICAS

MERCADO

PRIMARIO

SECUNDARIO

Salarios

Elevados

Débiles, salario mínimo

Duración del trabajo

Tiempo pleno

Tiempo parcial o contrato de duración determinada

Ventajas sociales

Importantes

Ninguna o pocas

Condiciones de trabajo

Buenas

Malas

Seguridad del empleo

Asegurada

Ninguna

Estabilidad del empleo

Grande

Débil

Control del trabajo

Débil

Grande

Sindicalización

Frecuente

Rara

Posibilidad de promoción

Fuertes

Débiles

Posibilidades de formación

Fuertes

Débiles

 

Fuente: Tremblay, citado por Leclerq (1999)


5. Una tendencia de esta naturaleza daría lugar a una estructura laboral cuya parte superior, que representaría al sector primario, podría asimilarse a la cabeza de un hongo, la que estaría ligada por un estrecho tallo a una amplia base de sustentación, que a su vez correspondería al sector secundario. Otros autores han hecho referencia a que una estructura no dualizada tendría la apariencia de un huevo, en tanto que al dualizarse ella tendería a adquirir la imagen de una ampolleta (Ribeiro, 1999)
6. En síntesis, las características básicas de un mercado laboral segmentado serían las siguientes:

a) fuerte polarización entre los salarios (y los ingresos) del sector primario y el sector secundario, con debilitamiento de los sectores intermedios;
b) escasa movilidad ascendente desde el sector secundario hacia el primario;
c) atenuación o reducción de los ingresos de los sectores medios.

7. De hecho, el concepto de dualización ha tendido a generalizarse, siendo utilizado para caracterizar un fenómeno que se estaría observando en diversos lugares del mundo a medida que esos lugares han ido avanzando en términos de modernización capitalista e ingresando a la nueva economía informacional

b) Metropolización y polarización social: hacia la "ciudad-dual"

8. Cuando, hacia fines de la década de los años ochenta, comenzó a hablarse de las global cities, el concepto de dualización fue establecido como uno de los rasgos básicos de ese tipo de configuración. Así Friedmann y Wolf (1982: 232), en su conocido trabajo liminar sobre el tema, postularon que "el hecho social primario sobre la formación de las ciudades mundiales es la polarización de sus divisiones de clases sociales".
9. Desde entonces, esta visión ha estado presente en buena parte de los estudios urbanos, dando lugar posteriormente a la caracterización de este tipo de configuración urbana como dual city (especialmente, Castells, 1989 y Mollenkopf y Castells, 1991), donde la tendencia a la dualización aparece como uno de sus aspectos centrales. En su libro sobre la ciudad informacional, Castells (1989) dedica un capítulo el tema, donde precisa que "esta nueva y cada vez más polarizada estructura ocupacional y la desigualdad salarial resultante de la misma son a su vez territorialmente específicas. A medida que el proceso de desarrollo desigual concentra tanto a las actividades dinámicas como al trabajo menos cualificado en las grandes áreas metropolitanas, dichas áreas se convierten en la expresión espacial de las condiciones sociales en las que se traducen en último término los efectos del proceso de reestructuración. Las tendencias hacia la polarización y la segmentación de la estructura social subyacen en el ascenso de la "ciudad dual" (Castells, 1989: 289, destacado agregado). Más adelante señala que "probablemente la expresión espacial más significativa de la reestructuración de la fuerza de trabajo está teniendo lugar dentro de las mayores áreas metropolitanas y particularmente en ciudades mundiales dominantes como Nueva York y Los Angeles" (Idem, 290).
10. En la misma dirección, algunos de los aportes sobre las global cities han retomado y ampliado estas hipótesis, aún cuando algunos de los autores más destacados en esta línea de trabajo, parecen haber sido, por lo menos en algunos casos, más cautelosos en cuanto a una posible reducción de las clases medias (Sassen, 1994). En todo caso, una de las hipótesis centrales de su obra sobre la ciudad global, es que "las actividades de mayor crecimiento muestran una mayor incidencia de empleos en los polos de altos y bajos ingresos de la escala respecto de la que mostraban las viejas industrias hoy en declive" (Sassen, 1991:36).
11. Desde entonces la presencia de esta tendencia a la dualización ha sido considerada como un rasgo básico de las grandes ciudades en el ámbito de la globalización. Así, por ejemplo, Borja y Castells (1997) lo establecen en los siguientes términos: "[...] el aspecto relativamente nuevo es que los procesos de exclusión social más profundos se manifiestan en una dualidad intrametropolitana, particularmente en las grandes ciudades de casi todos los países, siendo así que en distintos espacios del mismo sistema metropolitano existen, sin articularse y a veces sin verse, las funciones más valorizadas y las más degradadas, los grupos sociales productores de información y detentadores de riqueza en contraste con los grupos sociales excluídos y las personas en condición de marginación. Dichos procesos existen en casi todas las grandes ciudades, porque su lógica está inscrita en el nuevo modelo de desarrollo tecno-económico" (Borja y Castells, 1997: 60; destacado agregado).
12. Sin embargo, las tesis sobre polarización y dualización en las grandes áreas metropolitanas también han sido puestas en tela de juicio por varios autores y por algunos estudios empíricos. Tal es el caso de Hamnett (1994), que si bien acepta que ellas pueden ser aplicables a casos como el de Nueva York y el de Los Angeles, sostiene que ello no autoriza a generalizarlas como un rasgo propio de la evolución de los salarios y de los ingresos de las áreas metropolitanas globalizadas. En particular, Hamnett analiza esta tendencia para el caso del Ramstad en Holanda y muestra que allí dichas tesis no se verifican. A análogas conclusiones llega Preteceille (1995) con referencia al caso de Paris.
13. Dejando de lado por ahora el hecho de que los procesos vividos por las grandes metrópolis latinoamericanas no son equiparables a los de las sociedades avanzadas del norte, puede anotarse que el estudio de la evolución y situación de las desigualdades sociales en ellas ha sido un importante tema de investigación, especialmente para las de los países donde los procesos de reestructuración productiva han tenido avances significativos. En este sentido, diversos estudios realizados hasta ahora muestran resultados contradictorios. Así, por ejemplo, mientras investigaciones realizadas para Buenos Aires (Ciccolella, 1999) y Caracas (Cariola y Lacabana, 1999), comprobaron que la tendencia dominante ha sido hacia el aumento de las desigualdades, estudios para los casos de Rio de Janeiro (Ribeiro, 1999) y Santiago de Chile (de Mattos, 1999) indicaría que este fenómeno no se estaría observando de igual forma en estas ciudades.
14. En esta última dirección, un estudio comparativo para los casos de Rio de Janeiro y Paris, llega a la siguiente conclusión: "verificamos que las estructuras evolucionan en la dirección de la elevación del conjunto de la jerarquía socio-espacial. La tendencia más fuerte es la del crecimiento de las categorías superiores e intermedias en el conjunto de las unidades de los espacios metropolitanos de Paris y de Rio, aún que con tasas bastante diferentes. No observamos, por otro lado, tendencias de concentración absoluta de categorías populares y obreras en cualquiera de los espacios, lo que caracterizaría tendencias de exclusión y empobrecimiento. Este resultado, observado tanto para Paris como para Rio, coloca en cuestión la relación de causalidad entre globalización y dualización socio-espacial planteada por muchos autores (Ribeiro y Preteceille, 2000: 100; destacado agregado).
15. Ello indicaría que la intensificación de la dualización estaría condicionada por el grado de avance de los procesos de reestructuración y globalización y por la forma específica en que estos procesos se desarrollan en cada país, donde además el tipo de políticas sociales aplicado en cada caso parece tener real importancia. Resulta lógico considerar que pueden existir diferencias relevantes entre la situación de los países donde los procesos de reestructuración productiva y globalización se encuentran en una fase inicial y aquellos donde esos procesos ya han culminado con la estructuración de una economía basada en las nuevas tecnologías de la información.

B. CRECIMIENTO Y POLARIZACIÓN SOCIAL EN SANTIAGO 2

a) Reestructuración, crecimiento y desigualdades en Chile

16. En Chile, la dinámica económica que se fue perfilando al avanzar la reestructuración y la globalización estuvo asociada a sustanciales cambios en las condiciones generales de funcionamiento del mercado laboral y tuvo importantes efectos sobre la evolución del empleo y la estructura ocupacional. Los cambios en el funcionamiento del mercado laboral, estuvieron condicionados por las medidas adoptadas por el Gobierno Militar (fundamentalmente a partir de 1975) con el propósito de desmontar el conjunto de arreglos institucionales sobre relación salarial establecidos a lo largo del período desarrollista, medidas que culminaron con la sanción en 1979 de un Código de Trabajo estructurado en función de criterios de liberalización y flexibilización de los mercados laborales, cuyas disposiciones básicas han permanecido vigentes desde entonces.
17. Con este marco institucional desregulado como telón de fondo, e impulsado por el elevado crecimiento observado desde mediados de la década de los 80, se produjo un significativo aumento de la generación total de puestos de trabajo, que se concretó en la creación neta de más de 1.400.000 empleos durante el período 1986-1996, lo que incidió en una caída de la tasa de desempleo desde 10.4% en 1986 a 5.4% en 1996 (OIT, 1998). Este proceso fue acompañado por un sostenido aumento del ingreso per cápita, que se elevó desde 1.360 a 5.151 dólares entre 1985 y 1997, redundando en un sustancial aumento del ingreso de los hogares y en una sostenida reactivación del mercado interno.
18. A lo largo de estos años, la situación social chilena experimentó importantes mejoras como lo indica ante todo el que entre 1987 y 1998 se haya registrado una significativa reducción tanto de los niveles nacionales de pobreza como de indigencia: los primeros disminuyeron desde 45.1% del total en 1987 a 21,7% en 1998, en tanto que en el mismo lapso la población en situación de indigencia, se redujo desde 17.4% a 5.6%. En el mismo sentido, se observa que al consolidarse la recuperación económica iniciada a mediados de la década de los 80, Chile registró avances significativos en su nivel de desarrollo, como lo muestra su ubicación en las evaluaciones sobre Desarrollo Humano e ingreso real per cápita (Cuadro 2), según las que aparece como la de mayor desarrollo relativo entre las economías emergentes latinoamericanas.

Cuadro 2
Indicadores de desarrollo

 

Argentina

Brasil

Chile

Colombia

México

Perú

Uruguay

Venezuela

IDH 1997

0,827

0,739

0.844

0.768

0.786

0.739

0.826

0.792

PIBreal pc

10.300

6.480

12.730

6.810

8.370

4.680

9.200

8.860

 

Fuentes

: 1) Indice de Desarrollo Humano 1997: PNUD, 1999; 2) PIB real per cápita: PNUD, 1999.

19. No obstante el mejoramiento general que expresa la mayor parte de los indicadores macroeconómicos en este período, la informalidad se mantuvo como un rasgo significativo del mercado de trabajo emergente, a lo que se agregó una creciente precarización de los nuevos contratos de trabajo. En lo que se refiere al primer aspecto, se observó una persistente importancia de la ocupación informal en la estructura del empleo, puesto que no obstante las elevadas tasas de crecimiento económico y el buen desempeño del mercado laboral, éste continuaba incluyendo el 39.5% del empleo total del sector (servicio doméstico incluido) en 1996. Esta tendencia resulta importante al momento de evaluar la situación general del mercado laboral, habida cuenta del hecho de que los hogares más pobres están sobrerrepresentados en este sector (OIT, 1998: 94-96).
21. En cuanto a la flexibilización de los contratos de trabajo, los resultados de una encuesta laboral a empresas realizada a comienzos de 1998 permitió comprobar que "3 de cada 10 trabajadores, contratados directamente o subcontratados, tienen trabajo temporal y sólo una cuarta parte de los nuevos contratos es de carácter indefinido". A esto debe agregarse que "la composición de las nuevas contrataciones (las que se produjeron durante los 12 meses anteriores a la encuesta) ratifica el dato sobre la preeminencia de los contratos temporales sobre los indefinidos, desde que del total de las nuevas contrataciones sólo el 24% fueron contratos indefinidos [...]" (ENCLA, 1998: 5). Si se tiene en cuenta que al ser ésta una encuesta a empresas y, por lo tanto, los resultados mencionados no incluyen al sector informal, se puede llegar a la conclusión de que la precarización de la relación salarial se ha establecido como un rasgo destacado del mercado laboral chileno, especialmente a partir de las condiciones establecidas por la reforma laboral sancionada por el Gobierno Militar.
22. En estas condiciones, pese al elevado crecimiento económico de los últimos años y la intensificación de las políticas sociales impulsadas por los gobiernos democráticos hasta el presente, no se ha logrado modificar significativamente el patrón de desigualdad social heredado, manteniéndose la coexistencia de sectores sociales que experimentan una mejora apreciable en sus condiciones de bienestar, con un importante sector de trabajadores con empleo precario y grupos de marginales. Ello se expresa en la continuidad de una regresiva distribución del ingreso autónomo (Cuadro 3), que no muestra signos importantes de reversión , lo que hace que Chile aparezca como uno de los países con peor distribución del ingreso en América Latina (Cowan y De Gregorio, 1996).

Cuadro 3
Chile 1990-1998 - Distribución del ingreso autónomo de los hogares por decil del ingreso autónomo per cápita del hogar*

DECIL**

1

2

3

4

5

6

7

8

9

10

TOT.

9+10/
1+2

 

1990

1,4

2,7

3,6

4,5

5,4

6,9

7,8

10,3

15,2

42,2

100,0

14,0

 

1992

1.5

2,8

3,7

4,6

5,6

6,6

8,1

10.4

14,8

41.9

100,0

13,2

 

1994

1,3

2,7

3,5

4,6

5,5

6,4

8,1

10,6

15,4

41,9

100,0

14,3

 

1996

1,3

2,6

3,5

4,5

5,4

6,3

8,2

11,1

15,5

41,6

100,0

14,6

 
 

1998***

1,2

2,5

3,5

4,5

5,3

6.4

8,3

11,0

16,0

41,3

100,0

15,5

 

 

 

 

Fuente: MIDEPLAN (1999), Encuestas CASEN.
* Se excluye al servicio doméstico puertas adentro y su núcleo familiar.
** Deciles construidos a partir del ingreso autónomo per cápita del hogar.
*** Cifras preliminares


23. Ello no obstante, importa tener en cuenta que si se considera la distribución del ingreso monetario, que incluye los subsidios estatales debidos a las políticas sociales, la desigualdad entre los sectores de mayores y menores ingresos tiende a disminuir en forma importante. En este sentido, Cowan y De Gregorio (1996: 30) ya habían comprobado que "la política fiscal a través del gasto público en educación y salud, ha tendido a compensar de manera creciente la desigual distribución del ingreso". Más recientemente, un estudio realizado por Contreras y Bravo para el período 1990-96, concluye que cuando se consideran como ingresos las políticas sociales impulsadas por el gobierno, la desigualdad entre el 20% más rico y el 20% más pobre se reduce en forma significativa (El Diario, 27 octubre 1999).

C. El Gran Santiago: mercado metropolitano de trabajo, pobreza y segregación social

24. ¿Qué efectos tuvo el sostenido proceso de crecimiento vivido entre 1985 y 1998 sobre la situación y la estructura social del Gran Santiago? A este respecto, ante todo habría que destacar que al ser este el lugar donde se encuentra localizada la parte más amplia, diversificada y dinámica del aparato productivo nacional, el Gran Santiago tendió a beneficiarse en mayor grado que las restantes regiones de los frutos de esta etapa de crecimiento.
25. Es así que, de igual forma a como ocurrió a nivel nacional, en la Región Metropolitana de Santiago (RMS) los niveles de pobreza y de indigencia disminuyeron significativamente entre 1990 y 1998: la pobreza se redujo desde un 33% a un 15.4% de la población de esta región, en tanto que la indigencia descendió desde 9.6% a 3.5% (Mideplan, 1999). Al comparar la situación de esta región con la de las restantes, se comprueba que ella es una de las que presenta menores niveles de pobreza y de indigencia, dado que solamente las regiones II y XII tienen indicadores más satisfactorios, en tanto varias de las otras regiones duplican o casi duplican dichos porcentajes. Por otra parte, si se analiza la tasa de la reducción de la pobreza y de la indigencia para el período 1987-1996 según datos de la Encuesta de Caracterización Socio-Económica (CASEN), se observa que para ambos indicadores la mayor reducción corresponde a la RMS, con tasas de -10.2% y -16.4% respectivamente (MIDEPLAN, 1998).

Cuadro 4
GRAN SANTIAGO
Distribución del Ingreso de los Hogares por deciles de hogares

En miles de pesos de diciembre 1998 y porcentajes

DECILES

1987-88

1996-1997

Variación
%

Miles $ 1998

%

Miles $ 1998

%

1

64

1,9

161

2,5

152

2

97

2,9

239

3,8

146

3

130

3,9

294

4,7

126

4

160

4,8

340

5,4

113

5

183

5,4

401

6,4

119

6

217

6,5

458

7,3

111

7

279

8,3

536

8,5

92

8

345

10,3

701

11,1

103

9

556

16,6

1,043

16,5

288

10

1,326

39,5

2,133

33,8

61

Todos

336

100,0

630

100,0

 

 

FUENTE: INE, V Encuesta de Presupuestos Familiares 1996-1997.

26. Por otra parte, una de las principales consecuencias de este proceso de crecimiento, complementado por las políticas sociales aplicadas desde 1990, fue un importante aumento tanto del ingreso real, como del ingreso per cápita de los hogares, al mismo tiempo que un crecimiento real tanto en el gasto de los hogares como en el gasto por persona, lo que contribuye a explicar la ya referida reactivación del mercado interno. A este respecto, los resultados de la V Encuesta de Presupuestos Familiares realizada por el INE en el Gran Santiago en 1998 indican, con respecto a 1988, un crecimiento real de 87.5% en el ingreso mensual por hogar, de 100% en el ingreso mensual per cápita por hogar, de 84.2% en el gasto mensual por hogar y de 94.9% en el gasto mensual per cápita.
27. En esta dirección, ante todo habría que mencionar que también se verificó en el Gran Santiago una disminución en el grado de desigualdad de la distribución del ingreso y del gasto de los hogares (INE: 1999), pues mientras el 20% de los hogares más pobres incrementaron en términos reales su ingreso per cápita desde 4.8% a 6.3%, el quintil correspondiente a los sectores de mayores ingresos disminuyó su participación de un 56.1% a un 50.4% entre 1988 y 1997 (Cuadro 5). La información sobre el gasto por hogar muestra una evolución en la misma dirección, pues mientras la variación en el mismo período para el primer quintil fue de 111%, la correspondiente al quinto quintil fue de solamente 68%.

Cuadro 5
GRAN SANTIAGO
Distribución del Ingreso y del Gasto de Hogares según quintiles de ingreso per cápita

QUINTILES

DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO

DISTRIBUCIÓN DEL GASTO

1987-1988

1996-1997

1987-1988

1996-1997

1

4,8

6,3

7,6

8,8

2

8,6

10,0

10,9

12,4

3

11,9

13,6

13,7

14,8

4

18,6

19,6

19,6

20,0

5

56,1

50,4

48,2

44,0

Todos

100,0

100,0

100,0

100,0

 

Fuente: INE (1999).

28. Todo ello pone en evidencia que la RMS -donde la presencia del AMS es predominante- ha sido una de las más favorecidas por el crecimiento de estos años y que, los indicadores considerados muestran que la tendencia dominante han sido hacia la convergencia y, por lo tanto, hacia una ligera atenuación de la polarización social. En otras palabras, estos indicadores permiten afirmar que por lo menos en este período no se estaría frente a una tendencia hacia una mayor segmentación o dualización del mercado de trabajo y que la hipótesis de que la clase media estaría siendo perjudicada por este proceso tampoco parece ser válida para el país en su conjunto, así como para la RMS.
29. Ello no obstante, en la medida en que todavía se mantiene la regresiva distribución del ingreso autónomo a la que ya hemos hecho referencia, ella tiene su correspondiente expresión en la estructura territorial metropolitana. Pese a que en la RMS los índices promedio de pobreza en general son menores que los de otras regiones -14,8% en 1996 frente, por ejemplo, a 36,5%, 33,9% y 32,5% para las regiones IX (Araucanía), VIII (Bio Bio) y VII (Maule)- en términos absolutos el número de pobres en esta parte del territorio sigue siendo el más elevado del país: 836 mil pobres y 150 mil indigentes en 1996. A ello hay que agregar que al comparar la distribución del ingreso para las distintas regiones (Cuadro 6), se puede comprobar que la polarización entre el 20% de la población de mayores ingresos y el 20% de la de menores ingresos al interior de cada una de las mismas, la de la RMS resulta ser una de las más altas del país, puesto que solamente es superada por las regiones de Atacama y del Bio Bio.

Cuadro 6
Distribución ingreso monetario promedio mensual de hogares
% del ingreso total regional por quintiles, 1996

REGION

Quintiles

20% más rico/
20% más pobre

I

II

III

IV

V

Tarapacá

4,8

9,6

14,6

21,5

49,2

10,3

Antofagasta

5,3

10,5

15,5

21,7

47,0

8,9

Atacama

4,1

8,0

11,6

17,6

58,8

14,3

Coquimbo

5,1

9,9

13,3

18,4

53,3

10,5

Valparaíso

5,4

10,3

13,4

21,8

49,1

9,1

O'Higgins

4,8

9,6

13,5

18,9

53,2

11,1

Maule

4.7

9,0

13,3

17,9

55,1

11,7

Bío Bío

4,2

8,1

11,8

18,5

57,5

13,6

Araucanía

4,4

8,9

13,2

18,5

55,0

12,5

Los Lagos

5,0

8,5

12,9

17,7

55,8

11,2

Aisén

5,3

9,8

14,8

20,9

49,2

9,3

Magallanes

5,4

10,3

14,0

20,5

49,8

9,2

Metropolitana

4,3

8,0

11,6

18,8

57,3

13,3

 

Fuente: elaboración propia, en base a MIDEPLAN, Encuesta CASEN 1996.


30. Por lo tanto, una conclusión importante es que si bien en el caso de la RMS no se observa una tendencia a la polarización y a la dualización social, si se puede afirmar que se mantiene una situación de polarización entre los sectores de mayores y menores ingresos, situación que el elevado crecimiento observado en el período en estudio no ha logrado corregir o aminorar significativamente.
31. Esta situación de polarización social se materializa en un mapa de segregación urbana del AMS, donde es posible identificar la existencia de verdaderos "ghettos" urbanos, tanto para ricos como, especialmente, para pobres (Rodríguez y Winchester, 2000). Este mapa se hizo más nítido a raíz de las erradicaciones llevadas a cabo por el Gobierno Militar, por medio de las cuales se trasladó a la población pobre que se había asentado en el seno de barrios de ingresos altos y medios, hacia lugares homogéneamente pobres. De esta manera, según datos de la Encuesta CASEN para 1998 (MIDEPLAN, 2000), mientras en las 3 comunas más ricas del AMS, Providencia, Vitacura y Las Condes, los niveles de pobreza (pobres más indigentes) alcanzan respectivamente al 0%, 0.7% y 1.4% de la población, en las 3 comunas con mayores porcentajes de pobres, Lo Espejo, La Pintana y El Bosque, los niveles son de 31.5%, 31% y 30.8%. 5
32. La política de vivienda social también ha contribuido a la persistencia de este cuadro de segregación social dado que el imperativo de bajar costos por parte de las empresas privadas que tienen a su cargo la construcción de las mismas, hace que por lo general los sectores de menores ingresos solamente puedan acceder a viviendas de baja calidad ubicadas en terrenos de menor valor en barrios pobres situados en áreas periféricas del AMS (Ducci, 1997). De tal forma, pese a los progresos realizados, todavía subsiste un cuadro general, donde los pobres continúan teniendo una importante presencia en el noticiero cotidiano de la vida metropolitana.
33. Un párrafo tomado de una crónica periodística sobre un incidente denominado entonces como el "saqueo de la bodega incendiada", registrado en Santiago justamente en los años en los que culminaba este ciclo de crecimiento económico, brinda una imagen quizás un tanto impresionista y, aún, efectista, pero en todo caso elocuente, sobre esta situación. Y sin duda documenta a través de un hecho cotidiano un cuadro que afecta a importantes sectores de la población de esta metrópoli en forma mucho más generalizada que lo que una visión superficial podría hacer creer:

"[...] cientos de personas están pernoctando y pasando todo el día en las afueras de una bodega comercial incendiada la semana pasada en Quilicura, esperando entrar para saquear lo poco que queda. 'Al dueño la mercadería no le sirve de nada. A nosotros sí, porque somos pobres', dice uno de ellos. 'Pero este es un recinto privado', le dice el periodista. 'Sí, pero nosotros somos pobres y ellos van a botar estas cosas que a nosotros nos sirven', replican varios con una lógica tan implacable como inútil. Las rejas no se abren, el saqueo es contenido por policías y guardias" (La Hora, 6 octubre 1998).

C. LAS TENDENCIAS MUNDIALES Y EL CASO DE SANTIAGO, ¿UNA EXCEPCIÓN?

34. Las tendencias observadas al estudiar la evolución de las desigualdades sociales en la última década en el Gran Santiago difieren de las correspondientes a las de diversas áreas metropolitanas de países capitalistas avanzados, donde una acentuación de la polarización social, que lleva a la formación de sociedades duales, aparece como tendencia dominante. Teniendo en cuenta los elementos de juicio considerados en las páginas precedentes, cabe preguntarse, ¿por qué no aparecen síntomas de una tendencia a la dualización en el Gran Santiago? ¿Sería posible sostener que este caso constituye una excepción a esa tendencia?
35. Para esbozar una respuesta a estas interrogantes parece necesario, tener presentes las condiciones que han sido señaladas como necesarias para que esta tendencia se manifieste y las causas que explican la segmentación de los mercados de trabajo. Para ello podemos partir de los conceptos mencionados en la introducción de este trabajo sobre lo que se entiende por dualización y precisar las causas de este fenómeno según los trabajos referidos a grandes áreas metropolitanas en las que se habrían desencadenado procesos de polarización social, que llevaron a que la dualización apareciese como uno de los rasgos predominantes de su estructura social.
36. ¿Cómo han sido explicados estos fenómenos en estas grandes aglomeraciones urbanas? Castells, que ha sido uno de los autores que más se ha ocupado de esta tendencia, al considerar la evolución de la economía norteamericana en la década de los ochenta, señaló que "las decisiones que afectan a la difusión tecnológica sólo se pueden entender dentro del marco del proceso de reestructuración que ha caracterizado a las relaciones capital-trabajo en las sociedades industriales avanzadas desde la crisis estructural de los años setenta". Y que "la principal razón de la presente transformación de la estructura ocupacional se basa en la disolución de las viejas formas y actividades industriales y en la subsiguiente creación de nuevas formas bajo el poderoso ímpetu de una nueva tasa de crecimiento económico de la mano de la tecnología" (Castells, 1989: 270, destacado agregado).
37. Como expresión de esas tendencias Castells (1998) distingue dos tipos de trabajo, el trabajo autoprogramable (el que desarrolla el trabajador que tiene una capacidad instalada que le permite redefinir sus capacidades conforme cambia la tecnología o su puesto de trabajo) y el genérico (que cumple el trabajador cuyas capacidades humanas corresponden a un nivel educativo más o menos básico, que simplemente recibe instrucciones y ejecuta órdenes), los cuales podrían adscribirse respectivamente a los segmentos primario y secundario, definiendo de esta forma la dualización del mercado de trabajo.
38. Reich, por su parte, se refiere a tres tipos de trabajadores en las sociedades capitalistas avanzadas del futuro: los servicios rutinarios de producción, los servicios en persona y los servicios simbólico-analíticos. Estos tipos de trabajo aparecen como una característica de las sociedades capitalistas avanzadas, donde los salarios respectivos tienden a evolucionar en un cuadro de creciente polarización social: "las fortunas de productores rutinarios están declinando. Los servidores personales también están siendo más pobres, aún cuando su suerte no esté tan claramente definida. Pero los analistas simbólicos -quienes identifican, resuelven e intermedian los nuevos problemas- son, de manera general, quienes triunfan en la economía mundial" (Reich, 1991: 208). Este cuadro en el que los ricos tienden a ser más ricos y los pobres más pobres, también corresponde nítidamente a una situación dual.
39. En la misma dirección, Saskia Sassen (1991), explica esta tendencia en función de la creciente demanda de personal altamente calificado con elevadas remuneraciones que permiten sofisticados niveles y pautas de consumo, como consecuencia de la expansión de nuevas actividades líderes, en coexistencia con un conjunto de servicios con bajas remuneraciones y empleo a menudo precario. Allí, el sector de altos ingresos requiere de un conjunto de servicios banales y personalizados (cuidado personal, boutiques de indumentaria y objetos del design, gastronomía sofisticada y diversificada, servicios delivery, servicios de lavandería a domicilio, correo privado, etc.), lo que incrementa la oferta de empleos precarios y de bajos salarios. También una serie de servicios complementarios que compran a otras empresas en el mercado (limpieza, mantenimiento, seguridad, etc.), expande la demanda de empleo poco calificado, a menudo precario, con bajas remuneraciones.
40. Al revisar estas explicaciones, se puede comprobar que ellas están referidas a sociedades donde la economía informacional (o la "nueva economía") ha pasado a desempeñar un papel central. Desde esta perspectiva, se podría afirmar que la dualización aparece como un fenómeno inherente a las sociedades capitalistas avanzadas, y que cristaliza a medida que la nueva economía pasa a constituirse en el núcleo dinámico de la respectiva estructura económica. Lo que equivale afirmar que no toda desigualdad social puede interpretarse como dualización, en tanto ésta sería una forma específica que correspondería a una etapa y a una modalidad concreta de desarrollo capitalista que se manifiestaría en la segmentación de los mercados de trabajo.
41. De aquí se puede inferir que resulta discutible aplicar la tesis de la dualización a economías de la periferia capitalista donde todavía no se han procesado plenamente las transformaciones equivalentes que caracterizan a la economía posfordista. Desde este punto de vista, podría concluirse que solamente en forma parcial y no excesivamente rigurosa, sería posible hablar de dualización para áreas metropolitanas de la periferia capitalista donde todavía no se cumplen las condiciones generales para que se procese la segmentación de sus mercados de trabajo y no se han afirmado las causas que explican dicha tendencia. Como sugiere Ribeiro (Ribeiro, 1999) en un estudio sobre el caso de Rio de Janeiro, más que de una ciudad dual, sería apropiado hablar de una ciudad desigual.
42. Aún cuando Borja y Castells (1998: 63) tratan de mostrar que estos criterios podrían ser aplicables por igual a las economías de los países de la periferia capitalista, sus argumentos parecen contradecir los sostenidos anteriormente por Castells y no resultan demasiado convincentes. Al respecto, afirman que "la dualización social urbana caracteriza también las ciudades de los países pobres y tiene igualmente su origen en la segmentación de los mercados de trabajo, especificado por edad, sexo y educación". Lo que entonces no queda claro, es cual sería la diferencia entre la desigualdad que ha caracterizado secularmente el desarrollo de las metrópolis periféricas y la desigualdad fundada en la segmentación de los mercados de trabajo, producida por los avances de la nueva economía globalizada.
43. Una supuesta dualización en sociedades capitalistas periféricas tendría que considerar la todavía muy escasa difusión de cierto tipo de trabajo de fuerte presencia en los países avanzados, como es el caso de los analistas simbólicos de Reich o del trabajo autoprogramable de Castells, aún cuando pueda argumentarse que los mismos ya se están incubando en muchos de estos países. En todo caso, lo que habría que mostrar es cual es la diferencia que existe entre la tradicional desigualdad que ha caracterizado a las grandes metrópolis latinoamericanas y la dualización, especialmente cuando todavía no se han verificado allí las condiciones que explican la irrupción de este fenómeno en economías avanzadas, por lo menos según autores como Castells, Reich, Sassen y otros.
44. Volviendo al caso del Gran Santiago, si bien se puede reconocer que forma parte de y representa a una de las economías latinoamericanas más profundamente afectadas por los procesos de reestructuración y globalización, hasta ahora ellos sólo han ocasionado transformaciones menores en el aparato productivo si se las compara con las ocurridas en las economías más avanzadas; ésto, por cuanto todavía no se ha producido sino en forma parcial la incorporación a su estructura económica de las "nuevas actividades líderes". En otras palabras, Santiago todavía no podría ser calificada cabalmente como lo que Castells denomina una "ciudad de la nueva economía" (Castells, 2000)
45. Esto se puede ilustrar con varios aspectos de los cambios operados en este período. En primer lugar, hay que tener en cuenta que en general, Chile continúa siendo un productor de commodities y de semimanufacturas de recursos naturales, siguiendo procesos productivos de carácter predominantemente tradicional, con escasa incorporación de valor agregado. En lo esencial, se trata de una economía que se encuentra próxima a llegar (si es que ya no ha llegado) al punto culminante de un modelo de crecimiento sustentado básicamente en sus ventajas comparativas relacionadas con recursos naturales; en estas circunstancias, su crecimiento futuro parecería estar condicionado por su capacidad para producir una efectiva transformación estructural, que le permita avanzar hacia una profunda inserción en la economía globalizada 6. Desde esta perspectiva, se podría afirmar que Chile y, más específicamente Santiago, documentan un caso de economía exportadora tradicional, inserta en un escenario globalizado, donde todavía no tienen presencia generalizada las manifestaciones de la nueva economía.
46. Si bien se ha producido una transformación significativa de su sector servicios -y, principalmente de las telecomunicaciones y los servicios financieros- el sector manufacturero y, en particular, el de Santiago -que es el más diversificado y dinámico a nivel nacional- se apoya en una estructura productiva orientada en parte importante al mercado interno, donde las industrias que han mostrado un mayor crecimiento en su contribución al valor agregado en la última década son fundamentalmente ramas de tipo tradicional, como aserraderos, barracas y talleres para madera, imprentas, editoriales e industrias conexas, bebidas no alcohólicas y aguas gaseosas, fabricación de jabones, productos de limpieza y tocador, matanza de ganado, preparación y conservación de carnes, etc. (de Mattos, Riffo y Reyes, 2000). Entre las industrias mencionadas, así como entre la mayor parte de las que les siguen en orden de importancia no hay vestigios de las que podrían considerarse como representativas de la nueva economía. Y el sector terciario, pese al desarrollo logrado por algunos servicios modernos, continúa estando marcado por la fuerte presencia de componentes tradicionales, como un amplio sector informal asociado a actividades de baja productividad e ingresos (OIT, 1998).
47. Todo esto indica que pese a las transformaciones operadas en las últimas dos décadas, Chile continúa siendo una economía cuyo núcleo dinámico reposa en los recursos naturales y, donde no se percibe un crecimiento significativo de actividades productivas estructuralmente articuladas a las nuevas tecnologías de la información. En otras palabras, las transformaciones que se han producido en este país, están todavía a mucha distancia de las que caracterizan a las economías más avanzadas 7. Esto es, Chile no ha logrado conformar una economía realmente acorde con esta fase del desarrollo capitalista, habiendo crecido en base a una estructura productiva todavía sumamente tradicional, con muchos remanentes del modelo anterior, característicos de países de menor desarrollo relativo. En el mejor de los casos, se podría calificar a Chile como una economía emergente, considerando toda la ambigüedad y vaguedad de esta expresión.
48. Desde esta perspectiva se podría afirmar que tanto el Gran Santiago, como el país en su conjunto, estaría aún en una fase inicial del proceso de reestructuración y reconversión a la nueva economía, y que fue en este escenario, en el que se establecieron las condiciones para la creación de un número muy elevado de empleos y, consecuentemente, para la reducción del desempleo a una tasa cercana al 5%. Si bien no es posible desconocer que en este ámbito ya han hecho su aparición ciertos rasgos característicos de los mercados segmentados de trabajo (flexibilización y precarización), su economía todavía no se ha transformado plenamente en esta dirección y, en estas circunstancias, no se podría hablar stricto-sensu de segmentación de sus mercados de trabajo.
49. Quizás en la nueva fase que el país podría comenzar a vivir si acaso sigue adelante en la transformación estructural iniciada años atrás, sería posible avanzar en el proceso de modernización capitalista entonces iniciado, y el mercado de trabajo de Chile y del Gran Santiago podría comenzar a adquirir los rasgos que caracterizan las tendencias ya observadas en los países capitalistas avanzados. Lo que podría redundar en una mayor segmentación de sus mercados de trabajo, lo que redundaría en una intensificación de la polarización social y de la dualización. Lo que, en ningún caso, representa un porvenir muy promisorio. En otras palabras, habría que esperar que ocurran las transformaciones necesarias para que la economía chilena -y, en particular, la metropolitana- pueda ser considerada efectivamente como una economía capitalista avanzada, para poder analizar si se estaría produciendo un proceso de dualización comparable al que está ocurriendo en algunas grandes áreas metropolitanas de los países centrales.
50. Quizás el mayor desafío que deberá enfrentar el país en el futuro será el de poder avanzar en forma realmente efectiva en la dirección de la nueva economía y, al mismo tiempo, encontrar el camino para hacerlo sin que el tipo transformaciones que necesariamente tendrán que producirse signifiquen avanzar hacia una mayor polarización social. Pero, a esta altura, esto parece equivaler a resolver la cuadratura del círculo.

Santiago de Chile, abril 2001

 

BIBLIOGRAFIA

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Notas

1Castells (1989: 265) precisa: "por polarización entendemos el crecimiento simultáneo tanto del nivel más alto del espectro ocupacional a una tasa que supone un incremento en la participación relativa de ambas posiciones extremas en la distribución general de la población".
2 Este apartado desarrolla partes de un trabajo anterior del autor sobre Santiago de Chile (de Mattos, 1999)
3 PIB real per cápita del país convertido a dólares EE.UU. sobre la base de la paridad de poder adquisitivo de la moneda de ese país, según cálculos realizados por el PNUD para los Informes sobre Desarrollo Humano.
4 En este sentido, Contreras (1998: 315) destaca que "varias investigaciones muestran que la distribución de los ingresos en Chile es una de las más desiguales del mundo, pero que dicha desigualdad se ha mantenido relativamente estable desde una perspectiva de largo plazo." Con respecto a la estabilidad en el tiempo de la distribución del ingreso, es importante tener en cuenta que "la conclusión de que existe una distribución estable del ingreso a través del tiempo coincide con evidencia de otros países. En un reciente informe que analiza las mediciones de la desigualdad en 108 países, se concluyó que, a pesar de que entre los países hay diferencias sustanciales en cuanto a desigualdad, los cambios distributivos a lo largo del tiempo en cualquier país son muy leves." (Valdés, 1999: 10-11).
5 Rodríguez y Winchester (2000) analizan un mucho más amplio conjunto de indicadores, que reafirman esta situación de segregación social urbana.
6 La estrategia macroeconómica impulsada durante la última década no ha mostrado una voluntad clara de actuar en esta dirección. La actitud frente a la oportunidad única que significó la posibilidad de que se localizase en Chile una planta de Intel, documenta elocuentemente esta afirmación. La burocracia chilena, una de las más rígidas del continente, actuó en este caso con un evidente desinterés y falta de flexibilidad.
7 Un testimonio elocuente a este respecto es suministrado por un ejecutivo de una importante firma financiera internacional quien, refiriéndose a las oportunidades que Chile ofrece a la inversión extranjera, expresaba "si le preguntas a un inversionista sobre Chile, él te habla de cobre, salmón, uvas. Y luego se cuestiona "¿quiero invertir en salmón, cobre o uvas?". Y la verdad es que la respuesta es "no" para muchos. Hemos tenido un auge en las economías de los países desarrollados, pero sin un alza significativa en los precios de las materias primas. La gente no piensa en Chile para hacer allí sus microchips, investigación genética o fabricar máquinas de aire acondicionado. No, la gente piensa en cobre, forestal, uvas ... Y son sectores que no están de moda [...]." (Reportaje a Arturo Porzecanski, Jefe de Mercados Emergentes de ABN Amor Bank de Nueva York, Que Pasa, 7/octubre/2000).